“Feos, sucios y
malos”, la comedia negra italiana de Ettore Scola del año 1976, premiada en
Cannes y calificada por la crítica como "brutal y brillante", parece
haber ilustrado la campaña electoral para las primarias abiertas (PASO). El
principal medio hegemónico, seguido por los émulos que prolongan su mensaje,
demoniza a unos mientras resalta las virtudes de los lindos, buenos y limpitos…
además de rubios.
Así, el morochaje desaliñado y los extranjeros indeseables fueron
descalificados desde el inicio de la campaña, por el “mensaje dominante”, el poderoso mensaje discursivo, de rostros
sonrientes, fotoshopeados, que ensayaron
trasmitir optimismo, con el abuso de los vocablos “juntos”, “podemos” y
otros por el estilo.
Esta campaña
mediática careció de proyectos y programas alternativos a una gestión de
gobierno que calificaron de la peor manera, y si para colmo esbozaban algún
proyecto, era el de deshacer los caminos andados, retornar a las antiguas y
cleptómanas AFJP, devaluar, reducir impuestos y
a la vez pagar el 82% móvil sin fundamentar cómo,
y retornar al endeudamiento externo, que significa más dependencia. ¿Pretenderán
resucitar el ALCA, las “relaciones carnales” con
Estados Unidos y a las recetas
neoliberales del FMI?
Además se amañaron encuestas –¡como siempre! –,
para torcer la voluntad popular, proclive a no ser “perdedora”.
¿Los resultados? Es implícito saber interpretarlos, no todo es oro lo que aparenta brillar, por lo pronto lo que sí
quedó claro es la impresionante dispersión y división de las fuerzas opositoras,
no hubo un solo candidato que triunfara en dos distritos, ¿raro no?
Anotados en las
“gateras” estos caudillejos provinciales de escasa monta intentaron suerte en
sus pequeños terruños como: Capital, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y
Chubut, entre otros más pequeños, pero a la hora de la verdad resulta ser que carecen de la necesaria proyección nacional.
Perduran en la soledad de sus respectivos feudos.
Sin embargo y a
pesar del “traspié” el kirchnerismo,
tras 10 años de desgaste en el gobierno, conserva a nivel nacional la primera minoría con el 26,31% de los
votos. No es demasiado, pero la fuerza que lo sigue –de muy lejos– es el Frente Renovador, una fuerza “nueva”
escindida del riñón oficialista, aliada con sedimentos del peronismo disidente o residual
que pateó el tablero y se cortó solo, que representa el 13,54% de
las voluntades nacionales, la mitad de los votos “K”.
De allí para abajo
se alinean el Frente Progresista Cívico
y Social (de Stolbizer) con solo el 8,27% del padrón
nacional, la Unión Cívica Radical como cuarta fuerza con un escaso 5,74%, y el
PRO con solo el 3,33% lo que expresa la alarmante dispersión.
Pero
hay a su vez sorpresas que ya dejan de ser milagros, como el caso del Frente del Partido Obrero, que conquistó
en Salta Capital el 17% de las papeletas, en Córdoba Capital el 9,21%, en Jujuy
el 9%, en Mendoza el 7,61 y en Santa Cruz el 7,86%, mientras que por otro lado Cavallo
(el hambreador de Menen-de la Rúa) en Córdoba solo recogió el 1,28% de los
votos.
En Capital otra sorpresa fue el Frente UNEN, que reunió
el 35,58% en un complejo rejunte de fragmentos de diferentes partidos y
tendencias contrapuestas. ¿Mantendrán la cohesión para el 27 de octubre? No es
fácil sumar peras con manzanas y mandarinas.
Así
los números, pero ahora bien, ¿qué ocurrirá en aquella fecha? Queda tan solo un
mes y medio y nada está aún seguro, “nadie tiene la vaca atada” y aún falta ver
correr mucha agua bajo los puentes. ¿Los resultados serán los mismos que las
PASO? ¡Quién lo sabe!
Porque “la única verdad es
la realidad” y más de un candidato puede llegar morderse
la lengua y ver frustradas sus aspiraciones.
“La única verdad es la
realidad”. Esta frase fue acuñada 300 años antes del nacimiento de Cristo por
el célebre filósofo griego Aristóteles. Pero fue el fundador del Partido
Justicialista, Juan Domingo Perón, quien la hizo propia y la repitió en
innumerables oportunidades durante su rica trayectoria política, dándole mayor
popularidad entre los argentinos. El general apelaba a esa tautología (redundancia) para
defender sus ideales y su modelo de gestión ante las críticas.
Hasta la próxima