La calle Callao a mediados del siglo XIX
DEL CAMINO DE LAS TUNAS A LAS AVENIDAS
CALLAO—ENTRE RIOS
Buenos Aires, en su constante crecimiento, fue
mudando su aspecto de Gran Aldea para convertirse en una ciudad de masas. Desde
1582, momento de su fundación definitiva, más de 400 años la envejecieron y
transformaron, “El Camino de las Tunas”, que fuera
apenas una huella polvorienta en 1770, terminó convertido en las actuales
Avenida Callao y Entre Ríos.
Por su trazado fue la ruta obligada de carruajes y
carretas que ingresaban a la ciudad desde el Norte, como una típica calle de
campo, hacía de límite oeste de la pequeña urbe poblada, más allá, hacia el
oeste, se extendían en abanico docenas de quintas y quintones, entre ellas la
de Rodríguez Peña, de seis manzanas entre las actuales Viamonte y Charcas,
entre muchos campos yermos.
Esas quintas, en muchos casos, obstruían el camino
recto a jinetes y otros carruajes que debían dar molestos rodeos hacia la Chacarita
de los Colegiales y el Partido de Flores. Polvoriento en verano, pantanoso en
invierno, tenía una característica distintiva que le dio su nombre: la mayoría
de los cercos de sus casas y quintas estaban conformados por plantas de tunas,
que por sus numerosas espinas dificultaban el paso del ganado cimarrón y otros
intrusos.
PLANTA DE TUNA CON FRUTOS
Este arbusto, plagado de aguijones, es originario
de México y regiones templadas del Mediterráneo pero se adaptó perfectamente a
estas latitudes. Está formado por una serie de tallos que se prolongan en
sucesivas paletas, y su fruto es el higo o chumbo, una presa muy apreciada por
los porteños de aquella época.
En 1809, el Virrey Cisneros, mediante uno de los
últimos bandos, intentó prohibir los cercos de tunas, obligando a los vecinos a
construir tapias so pena de que les fuera confiscada la propiedad. Sin embargo,
la inusual pretensión no llegó a hacerse efectiva y los vecinos continuaron
utilizando el noble vegetal, que además de económico era pintoresco. Por otro
lado, a pocos meses del bando, el virrey se vio obligado a dejar el poder y la
orden quedó sin efecto.
En el año 1822 el ingeniero Felipe Senillosa, que
ocupaba un puesto en la Comisión de topografía de la Provincia, se encargó de
redimensionar este camino con el fin de convertirlo en una futura avenida de
circunvalación de la ciudad. El proyecto recién se concretaría cien años más tarde y cinco kilómetros al
Oeste, con la construcción de la actual Avenida General Paz (entre 1937 y
1941).
En 1824 Rivadavia dispuso ensanchar las calles
inmediatas al casco céntrico, hasta entonces pensadas para una urbe de escasa
población. Por decreto de la Gobernación de Buenos Aires estableció un ancho de
30 varas (aproximadamente 25 metros) para la Avenida Callao - Entre Ríos, que
desde 1822 había dejado de llamase De las Tunas. También, por ese motivo, se la
conoció como Calle Ancha.
LA AV. CALLAO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Este camino primitivo, y la posterior avenida, se
convertirían en una primera barrera entre las distintas “categorías sociales”
que habitaban Buenos Aires en las décadas del iniciado siglo XIX. Hacia su
interior lo poblaba el sector más favorecido de la sociedad, compuesto por
familias distinguidas que amenizaban sus veladas con música de Chopin o de
Beethoven, ejecutada por niñas de la clase, en pianos, traídos desde Europa,
por supuesto. Hacia fuera se asentaban los otros sectores sociales compuestos
por peones, matarifes, esclavos libertos, y mulatos, con otras apetencias
musicales, típicas de los arrabales. De esos ritmos nacería el tango haca los años
de 1880, posiblemente en los Corrales Viejos.
En 1871, con motivo de la epidemia de fiebre
amarilla, las residencias señoriales del barrio sur quedaron deshabitadas, ya
que sus moradores se trasladaron en masa al barrio norte, muchos de ellos sobre
la misma arteria, Las Tunas hacia el Norte, Recoleta, Palermo y Belgrano. Así,
el barrio sur quedó prácticamente abandonado y sus casonas con el tiempo se
transformaron en conventillos.
Estos sirvieron de refugio a la gran inmigración
que se produjo en esa época, y que luego se extendieron por San Cristóbal y
Balvanera sur.
En este sector sur proliferarán todo tipo de
ritmos populares como el candombe, el fandango, la habanera, la milonga, la
tarantela, la polca, el vals y, hacia 1880, el tango, todos ritmos considerados
“indecentes” por las clases altas y el clero secular.
Cabe recordar que hacia 1850 la ciudad de Buenos
Aires contaba con tan solo 70.000 habitantes, aproximadamente, y su límite
estaba en las actuales: Av. Sáenz, Castro Barros – Medrano, donde comenzaba el
partido de San José de Flores. Ya en 1880 pasó a tener 337.000 habitantes, y
hacia fines del siglo, cuando se produjo la gran oleada inmigratoria, ascendió
a 650.000.
El antiguo Camino de Las Tunas, carente de
empedrado, que hacia 1822 aún se encontraba rodeada de quintas, se irá
convirtiendo en la “orgullosa” Avenida Callao y a partir de 1888 comenzará a
pavimentarse usando el sistema de adoquines de madera con base de hormigón. Con
el tiempo florecerán sobre ella importantes mansiones de vistosa arquitectura
francesa, italiana y española, adaptadas a la visión estilística y gustos de la
cultura local. Posteriormente mudarán en edificios emblemáticos ocupados por
instituciones públicas, sitios culturales, embajadas y residencias.
Cada cuadra de Callao guarda un retazo del pasado
que muchas veces se intentó borrar a fuerza de piqueta. En algunos casos
lograron demoler reliquias vivientes, como el edificio del arquitecto francés
Luis Martín, del n.º 924, que guardaba una relación íntima con la antigua
quinta de Rodríguez Peña.
La voracidad empresarial e inmobiliaria
descontrolada va dejando sus huellas: otros edificios y residencias se encuentran
en la mira y muchas vieron tapadas sus fachadas arquitectónicas por marquesinas
propagandísticas, de las que se hace uso excesivo y para las que hasta el
momento no existe reglamentación valedera. En el trasfondo lo que hay es falta
de voluntad oficial de preservar los valores históricos, culturales y
artísticos que hacen a la historia de una ciudad. No obstante, existió un
proyecto de catalogar a 85 inmuebles a lo largo de esta avenida a fin de
resguardarlos como joyas irrecuperables, que no prosperó. En todos los casos se
obligará a los propietarios a preservar la fachada, mientras tanto se impedirá
la demolición de todos estos inmuebles, así como efectuar modificaciones que
desfiguren su frente con cañerías e instalación de equipos de aire
acondicionado. Además se prohibiría la colocación de toldos y marquesinas y el
desmantelamiento de ornamentos, con el mismo propósito.
En el antiguo Camino Las Tunas, en todo su
trayecto desde Rivadavia a Av. Del Libertador, se distinguen a grandes trazos
tres sectores bastantes diferenciados en cuanto a su funcionamiento. Entre
Rivadavia y Corrientes se encuentra el sector político, entre Corrientes y
Santa Fe el sector educativo, y de allí hasta el final el sector residencial.
De los edificios representativos que se emplazan sobre Callao cabe mencionar la
Confitería del Molino, que hace esquina con Rivadavia; el edificio de la
Sucursal del Banco Nación, de la esquina NE con Bartolomé Mitre; en la esquina
NO el llamativo edificio que albergara al desaparecido Bazar Dos Mundos; el
ornamentado edificio del Normal de Profesores Domingo Faustino Sarmiento, entre
Corrientes y Lavalle; el Colegio Del Salvador y la Iglesia, entre Lavalle y
Tucumán; El Café Los Galgos, que frecuentaran Troilo y Discépolo en la esquina
NE con Lavalle; el colonial edificio del Primer Comercial de Mujeres, Antonio
Bermejo, entre Tucumán y Viamonte; en el n.º 892 la Librería Clásica y Moderna;
algo más al norte la Embajada de Siria; al 1000 el edificio construido por el
arquitecto Broggi; al 1405 el edificio construido por el arquitecto Virasoro y,
al 1500, el Museo Notarial Argentino.
De otros sitios emblemáticos que se emplazaron en
esta avenida sólo quedan algunas placas, como al 200, del desaparecido
restaurante El Tropezón, lugar frecuentado por Gardel y conocido por su famoso
Puchero de Gallina. En la misma cuadra comparten un edificio el Partido
Comunista Comité Capital en el primer y segundo piso y la firma de indumentaria
masculina Pierre Cardin, en la planta baja.
En la esquina SO se encontró durante La Dictadura,
la sede del regimiento 601, un sitio de tortura y planificación. Además
quedaron los recuerdos de la Confitería El Águila de la esquina NO con Santa
Fe, y del histórico Palacio Cazón, entre Paraguay y Charcas, rematado y loteado
en 1904.
El futuro de las edificaciones históricas de esta
avenida es aún incierto, como el de tantos otros sitios del damero porteño que
se encuentran en “peligro de extinción”. Los proyectos y las buenas intenciones
pasan muchas veces al olvido, en cambio, siempre reaparecen los grandes
intereses que, por lo general y como puede comprobarse, terminan primando por
sobre cualquier noble propósito. En ciertos lugares de la ciudad el metro
cuadrado construido se cotiza a más de 2.500 dólares, Callao al norte es uno de
esos.
Con este panorama es impensable el destino que le
espera a lo que fuera un día el Camino de las Tunas, y hoy, este noble arbusto ya no se encuentra en
la zona, ni pintado, aunque sí se halla en la memoria de muchos, la que
difícilmente podrá destruir la piqueta.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes
-Del Pino, Diego A., “Allá por la Capilla Del
Carmen”, Cuadernos de BA, 1981.
-Jimenez, Francisco García, El Tango: Historia de
Medio Siglo, Eudeba, 1964.
-Cutolo, Vicente, B. A. Historia de las Calles y
sus nombres, Elche, 1994.
-Sánchez, Nora, Diario Clarín, domingo 20 de abril
de 2008.
-Wilde, José Antonio, Buenos Aires desde 70 años
atrás, Espasa Calpe, 1944.