Trump desbocado y derrotado
El insólito y a la vez
ridículo ultimátum de Donald Trump a Rusia otorgándole un
plazo de 50 días para finalizar la guerra en Ucrania, es una más de
las muchas bravatas que el presidente de Estados Unidos ha venido profiriendo
desde el inicio de su campaña electoral a mediados del año pasado. En el ámbito
internacional, hasta ahora al menos, aquellas no llegaron a concretarse.
La guerra en Ucrania no
la detuvo en 24 horas como había prometido y se ha vuelto más encarnizada por
el continuo y creciente flujo de armamento norteamericano y europeo hacia el
régimen neonazi de Zelenski. El nivel de improvisación e
irresponsabilidad de Trump quedó retratado, según
el Financial Times, cuando en una reunión con el
mandatario ucraniano le preguntó si podría atacar a Moscú y San Petersburgo, a
lo cual Zelenski respondió que sí, siempre que le proporcionaran las armas para
hacerlo.
La única manera de acabar
con esa guerra, que ya está perdida para Kiev, es garantizarle a Rusia el
derecho a la seguridad nacional. Así como Washington jamás aceptaría la
instalación de tropas chinas o rusas en México o Canadá,
no se entiende por qué Moscú debería aceptar sin chistar estar rodeado por
potencias hostiles desde el Báltico hasta el Mar Negro. Pero no sólo en Ucrania
tropezó el magnate neoyorquino. Aquellas superbombas que supuestamente
destruirían los depósitos de uranio enriquecido de Irán, terminaron siendo un fiasco certificado por la
Organización Internacional de Energía Atómica, cuando días después del bombardeo declaró que
no se detectaron aumentos en los niveles de radiación en las inmediaciones de
las instalaciones nucleares iraníes.
Atilio Borón
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