Nació como medio alternativo en septiembre de 1993. Refleja la identidad y la historia de los barrios de Balvanera y Almagro, brindándo un instrumento de ayuda a mejorar la calidad de vida. En el año 200l recibió el Primer Premio de la “Orden Civil Heráldica de la Amistad”, entre más de 130 Barriales de Capital y Gran Bs As, además el Premio Mario Bonino UTPBA 2012, Palmiro Vanoli 2012 y 2014, y otros. Se lo encuentra en más de 350 lugares, y es de distribución gratuita.
martes, 8 de abril de 2008
CEFERINO NAMUNCURÁ EN EL BARRIO DE ALMAGRO
El apellido Namuncurá viene del mapuche pie de piedra: namun=pie y cura=piedra. Y Ceferino es descendiente de aquellos caciques que guerrearon para defender sus tierras y su libertad.
La Congregación de Padres Salesianos (fundada en Italia por Juan Bosco), que llega a nuestro país en 1875, mucho tiene que ver con Ceferino Namuncurá, su familia, los pueblos originarios y la llamada Campaña del Desierto conducida por Julio Argentino Roca. Porque la Iglesia, a través de sus múltiples congregaciones, se convertirá nuevamente en cómplice de la espada, para imponer su cruz entre los que serán luego “reducidos”, (léase sometidos a verdaderos guetos.)
Esta congregación de salesianos se traslada en 1878 a la zona de Almagro, a la manzana que ya se encontraba el primer basamento del templo de San Carlos (hoy Quintino Bocayuva, H. Yrigoyen, Don Bosco y Yapeyú). Allí levantan la nueva sede de la Escuela de Artes y Oficios, primera del país, que hasta entonces funcionaba en Tacuarí y San Juan. Tras la muerte de Pío IX, la escuela adoptará su nombre, el que conserva en la actualidad.
Ceferino nació en Chimpay, una reducción mapuche de apenas ocho hectáreas, en la provincia de Río Negro el 26 de agosto de 1886, dos años más tarde de que su padre Manuel fuera derrotado y “reducido” por las tropas de Roca, bajo la mediación del misionero salesiano Domingo Milanesio. Manuel recibiría en compensación el grado militar de coronel, más simbólico que efectivo, ya que el nombramiento guardaba la intención de mantener en calma a los nativos vencidos.
El mismo Domingo Milanesio sería el encargado de oficiar el bautismo cristiano a Ceferino, quien es llevado a Buenos Aires por su padre que lo inscribe en los talleres de la Armada, en Tigre. Muy pronto, sólo tres meses después, el jovencito le reclama por carta que lo retire, ya que no le gustaba ni el ambiente ni la profesión.
Será inscripto entonces como alumno regular pupilo de primer grado en el colegio Salesiano Pío IX de Almagro. En 1897, cuando cumple 11 años, recibe la primera comunión. Tras ser reprobado el primer año comienza a destacarse en conducta y canto. En el año 1900, por razones de salud, cursa el tercer grado en la Escuela Agrícola salesiana de Uribelarrea de la provincia de Buenos Aires.
Retorna al colegio de Almagro para cursar cuarto grado. Allí comparte con el niño Carlos Gardés el mismo dormitorio, e integran integran juntos el coro de la escuela.
En 1902 Ceferino da un salto cualitativo en sus estudios y pasa directamente al sexto grado a pesar de que su salud sufría una recaída, pues padece tuberculosis desde muy pequeño, cuando adquirió la enfermedad contagiada por soldados y misioneros en la reducción.
Su padre intenta retirarlo para regresarlo a su pueblo, pero, Ceferino manifiesta el interés de estudiar para sacerdote, “para luego evangelizar a su gente”. Tras convencer a su padre y tras unas cortas vacaciones ingresa como aspirante al Colegio San Francisco de Sales de Viedma, aunque su salud sigue deteriorándose. El 19 de julio de 1904, a los 17 años, es trasladado a Turín, Italia, para además de recuperar su salud, continuar con su carrera sacerdotal.
Ingresa al Colegio salesiano de Villa Sora, (Frascati, Roma). En 1904 visita al Papa, cuando ya su salud quebrantada se tornaba irrecuperable. Agoniza en silencio, sin quejarse, y fallece el 11 de mayo de 1905, cuando apenas tenía 18 años.
Luego de humildes exequias el devoto joven fue inhumado en el cementerio popular de Roma, en Campoverano, con la presencia de unos pocos salesianos y algunos compañeros de estudio. Una cruz de madera con su nombre marca el lugar donde yace su cuerpo.
Recién en 1924 sus restos son repatriados y depositados en el cementerio de Fortín Mercedes, (Pedro Luro, Partido de Villarino), Provincia de Buenos Aires.
Hacia 1930 comienzan a propagarse las virtudes del “Indiecito Santo”, al tiempo que se recogen los primeros testimonios de gracias recibidas: nace así la devoción a su figura. En 1944 se inicia la causa para su beatificación hasta que, en 1972, Pablo VI lo declara “Venerable” y sus restos pasan a descansar en el santuario María Auxiliadora de Fortín Mercedes.
El 11 de noviembre de 2007 recibe la beatificación en Chimpay, su pueblo natal, en una ceremonia que se realiza en lengua mapuche, el 26 de agosto, día de su nacimiento, consagrado de ahí en más como fiesta religiosa en la provincia de Río Negro.
ANTES DE CEFERINO
Horacio Verbitsky, en un pormenorizado análisis de los antecedentes de la mal llamada Campaña del Desierto y sus consecuencias, recrea las complicadas alianzas que se tejieron en la historia entre pobladores originarios, entre ellos la familia de Ceferino, e inmigrantes blancos europeos.
En su relato, el periodista detalla cómo durante las guerras civiles entre unitarios y federales se mantuvo una especie de paz armada con el Indio; cada bando criollo contaba con aliados nativos. Mitre tenía de adepto a Cipriano Catriel (hijo de Juan Catriel, --pampa) y Urquiza a Juan Calfucurá (abuelo de Ceferino, --mapuche), quien a su vez mantuvo una alianza con Rosas en la batalla de Caseros. Por su parte, Juan Catriel también colaboró con Rosas en su campaña al desierto de 1833. Después del triunfo de Urquiza, Calfucurá atacó la estancia bonaerenses en apoyo de la estrategia del entrerriano, batiendo a Mitre en Sierra Chica y San Jacinto.
Muerto Calfucurá en 1873, la soldadesca del ejército profanó salvajemente su tumba como represalia.
Todo cambió con Roca, que inició su campaña de exterminio en 1878. Solicitó a la Iglesia, (que antes había creado un Consejo para la Conversión de los indios al catolicismo) que designara misioneros para que fueran acompañando este salvaje atropello, bajo garantía de protección militar en su tarea evangelizadora. Esta vez, los modernos “Rémington” que matan a distancia, reemplazarán a las obsoletas espadas; aniquilarán al Indio arraigado en su “Pampa Bárbara”, finalmente conquistada por el “Hombre culto” de la metrópoli.
El vicario general Mariano Espinosa ―que luego se convertiría en arzobispo de Bs. As.― junto a los salesianos Costamagna y Botta, llegarán con la vanguardia del ejército hasta la orilla norte del Río Colorado: en el camino irán evangelizando a los escasos sobrevivientes sobre campos sembrados de cadáveres.
Según Roca, aquellos campos desolados se convertirían en futuros pueblos florecientes para que millones de hombres vivieran ricos y felices. En realidad, sólo fueron unos dos mil los hombres, entre altos jefes militares, amigos personales y familiares del general Roca los que se convirtieron en grandes terratenientes con la tierra usurpada a los pueblos “bárbaros”.
La idea de los salesianos era construir colonias agrícolas con los indios reciclados a cristianos. La oligarquía y el ejército tenían otros planes para ellos: llevaron a los indios a trabajar en los ingenios azucareros de Tucumán en condiciones de esclavitud, y a sus hijos y mujeres, como sirvientes.
Sumado a todo, para financiar aquella campaña Roca contrajo un millonario empréstito. La tierra fue para unos pocos, mientras que el empréstito se pagará “equitativamente” entre todos.
NACE CEFERINO
En medio de esta conjura religiosa-militar nace Ceferino, que a pesar de todo lo ocurrido, por ignorancia o por bondad, no supo odiar y menos pretendió vengar a sus antepasados. Perdonó y acepto la sumisión, “para ayudar a su pueblo”.
Despunta tamaña tarea en la misma metrópoli, en el barrio campero de Almagro, y se eclipsa en Italia, cuando muere silenciosamente, víctima de la tuberculosis que le infectaran a su sufrido pueblo sobreviviente los mismos victimarios.
Hoy, en el siglo XXI, aún no se hizo justicia, ni tampoco se corrigieron los horrores de aquel pasado. El indio continúa sometido y confinado a reducidos espacios infértiles, perseguido y cada día más acorralado.
Ceferino no pudo ayudar a su pueblo, pero ahora, en compensación fue “beatificado” y de Indiecito Santo lo convirtieron en Indiecito Rubio.
LOS TORNQUINST
Los restos de Ceferino fueron repatriados en 1924 por gestión de otro salesiano, Adolfo Torquinst, religioso heredero de una familia vinculada a la guerra contra el indígena y también al gran negocio del transporte “Villalonga”. El mismo que acarreaba las provisiones para los solados de Roca y a su vez trasladaba a los indios capturados hasta los ingenios tucumanos.
Los restos repatriados de Ceferino también fueron conducidos en aquel año 1924 ―paradójicamente― por el Expreso Villalonga.
Ni Benedicto XVI, el nuevo Papa, ni los discursos de beatificación de Chimpay mencionaron esta parte de la historia que permanece oculta bajo siete llaves. Eso sí, el Papa que obliga a oficiar las misas en latín, se permitió hacer una excepción, y en esta oportunidad permitió oficiar la ceremonia también en lengua mapuche.
Ceferino es convertido así en un símbolo de “amor y reconciliación” --no de justicia--, palabras que ocultan otro concepto: ¡¡¡impunidad!!!
Miguel Eugenio Germino
FUENTES:
-Trueba, Carlos Manuel, El Pasado que perdura, Fundación Banco Boston, 1989.
-http://wikipedia.org/wiki/ceferino_namuncur%c3º%a1
-http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-94491.2007-11-11.html
-http://ceferino.dhp.org.ar
-www.patagonia-argentina.com/e/content/ceferino.h/m
Hola Miguel: Todo eso que decís en este documentado artículo, se "vé" y se cuenta "en off" en la película de Di Tella: "El país del diablo" como fuera conocido el suelo que fuera de los dueños de la tierra verdaderos. Este tema debiera difundirse como lo estás haciendo vos. Felicitaciones por todo el blog. Martha
ResponderEliminarEL CAPITÁN RUFINO SOLANO: SU ACCIÓN.-
ResponderEliminarEste muy particular militar, recordado como “El diplomático de las pampas”, desplegó inigualables acciones en favor de la paz, la libertad y la vida en la denominada “frontera del desierto”, en el siglo XIX. Mediante estas acciones, haciendo uso de un trato proverbial con el aborigen, consiguió redimir personalmente a centenares de mujeres, niños y otros prisioneros, de ambos bandos, movido por una notable y especial consideración hacia el género, encarnado en la lacerada figura de la cautiva. Asimismo, se destacan entre sus acciones, el haber evitado sangrientos enfrentamientos por medio de sus prodigiosos oficios de mediador, pactando numerosos acuerdos de paz y de canje de prisioneros con los máximos líderes indígenas, como Calfucurá, Namuncurá, Catriel, Pincén, entre muchos más. Más allá de las rectas condiciones humanas y morales con que se hallaba dotado este militar, sus amplios conocimientos y capacidad para comunicarse con la lengua y el alma del indígena, habían sido adquiridos por pertenecer a una familia fundadora de la ciudad de Azul y por la radicación y funciones que desempeñó su padre en toda la zona.
El capitán Rufino Solano actuó bajo el mando de jefes militares tales como Ignacio Rivas, Benito Machado, Francisco Elías, Álvaro Barros, entre otros; también lo hizo bajo órdenes directas de Adolfo Alsina, Martín de Gainza, Márcos Paz y de las más altas figuras políticas del país. Además de ello, fue lazo y nexo imprescindible en tareas de evangelización y salvamento de personas realizadas por la Iglesia, prestando estrecha y activa colaboración al Padre Jorge M. Salvaire, denominado “El misionero del desierto y de la Virgen del Luján”, fundador de la Gran Basílica de Nuestra Señora del Luján y fue ineludible interlocutor entre los caciques y el Arzobispado de la ciudad de Buenos Aires, en la persona del Arzobispo Dr. León F. Aneiros, llamado “El Padre de los Indios”. También respondió ante numerosos requerimientos de instituciones sociales y desesperadas solicitudes de particulares.
Toda esta tarea la realizó en beneficio de la población de Azul y de otras incipientes localidades de la Provincia de Buenos Aires e incluso de provincias aledañas. Entre otras significativas intervenciones del capitán Rufino Solano, se cuentan la de haber formado parte de los cimientes que dieron origen a la actual ciudad de Olavarría y de otras localidades vecinas.
Esta plausible labor el capitán Rufino Solano la llevó a cabo durante sus más de veinte años de carrera militar y aún después de su retiro hasta su muerte, en 1913. Actualmente obra en la Legislatura de la Pcia. de Buenos Aires, un proyecto de ley para declararlo Ciudadano Ilustre de dicha provincia.-