viernes, 5 de septiembre de 2008

EL 8 DE SEPTIEMBRE DE 1990 ASESINAN EN CATAMARCA A MARÍA SOLEDAD



EL 8 DE SEPTIEMBRE DE 1990


ASESINAN EN CATAMARCA A MARÍA SOLEDAD


“LOS CRIMENES DEL PODER”

“…Fue una justicia a medias, algo sólo para conformarnos…hay un antes y un después del cruel asesinato de mi hija Sole, en cuanto a los reclamos populares, porque nadie se atrevía a levantar la voz para pedir justicia…las compañeras de ella fueron un ejemplo, no tuvieron miedo y enfrentaron al poder político.”

Ada Morales (madre de Soledad)

COPETE: El de María Soledad es uno de los crímenes más emblemáticos que hayan ocurrido en fiestas sexuales de los “Hijos del Poder”. Tras dársele una dosis letal de cocaína fue violada colectivamente, asesinada y arrojada a la vera de la ruta 38, tan sólo a 6 kilómetros de la ciudad de Catamarca.

No se pudo esta vez, pese a los resortes del régimen, frenar la reacción popular encabezada por familiares, compañeras de escuela, y la valiente monja Martha Pelloni, que realizaron 83 marchas de silencio.

Se logró juzgar a los responsables directos, Tula y Luque, quienes cumplieron a medias sus condenas, pero nunca se logró desentrañar la cadena de encubrimientos de un régimen comprometido en negociados, contrabando, corrupción y drogas.

EL PODER: SUS PADRES Y SUS HIJOS

Existe una profunda confusión al definir “el poder”; muchas veces se lo identifica con los gobiernos, considerados como la única fuente de poder, lo que constituye una parcialización de la realidad, un peligroso error.

El poder trasciende los gobiernos y las fronteras. En las sociedades capitalistas son las grandes empresas multinacionales asociadas a los capitales nativos, unidos en una sagrada sociedad, los verdaderos dueños del poder.

Sin embargo, tanto los gobiernos centrales como los gobernadores de provincias administran una importante cuota de poder, especialmente si son autoritarios, asociados a la corrupción y al prebendismo, y muchas veces incursos en contrabando y tráfico de drogas.

Esta situación se vivía en la Catamarca de la “Familia” Saadi, en la década del 90. Allí, los llamados “Hijos del Poder”, al amparo de la impunidad institucional y familiar, frecuentaban verdaderas fiestas sexuales donde se perpetraban todo tipo de excesos.

Aquel asesinato reveló una intrincada trama de destrucción de pruebas y encubrimientos, de la que fueron parte Gobernador, funcionarios, investigadores, policías, Iglesia, medios de comunicación lugareños y hasta la misma justicia local.

El pueblo de Catamarca señaló desde el primer momento a los responsables directos e indirectos, y acusó a las autoridades provinciales como cómplices y encubridores. Se movilizó a través de fervorosas marchas de silencio, con el impulso de la religiosa Martha Pelloni, que desoyó las recomendaciones de “prudencia” del clero local.

LOS HECHOS

Todo se inicia en la noche del 7 al 8 de septiembre de 1990, cuando Luis Tula, novio de María Soledad, la lleva engañada al boliche Clivus, donde la entrega a Guillermo Luque (hijo del diputado nacional), quien tras el suministro de una dosis letal de cocaína la hace partícipe involuntaria de una fiesta sexual en la que es violada en forma colectiva. Tras dos días de intensa búsqueda, el 10 de septiembre, su cuerpo sin vida, semidesnudo y desfigurado, es encontrado en una zanja a la vera de la Ruta Provincial 38, a 6 kilómetros de la ciudad de Catamarca.

En el mismo lugar comienza la destrucción de pruebas, ya que su cadáver es lavado antes de la autopsia, por orden del comisario José Leguizamón. La trama encubridora continuó extendiéndose día a día, y de ella fueron partícipes funcionarios de los tres poderes.

Inmediatamente comienza la reacción popular. Junto a la familia de María Soledad, vecinos y compañeras del 5.º año del Colegio Del Carmen, de la que era directora la religiosa Martha Pelloni, llevan adelante 83 masivas marchas de silencio, la primera de las cuales se realiza el 14 de septiembre.

Algunas llegan a congregar hasta 30 mil personas, que canalizan así el hartazgo de los catamarqueños a la impunidad reinante en la provincia desde la canción: No tenemos miedo.

Ante el escándalo es intervenido el poder judicial, y finalmente la provincia, una medida resistida por Menem (presidente de entonces). El primer juicio oral de 1996 fue anulado por imparcialidad, pero uno nuevo se inició dos años más tarde, en 1998.

Guillermo Luque es sentenciado a 21 años por violación y asesinato, y Luis Tula a 9 años, por participación secundaria. Ambos apenas cumplirán menos de la mitad de la condena.

El juicio paralelo por encubrimiento no arrojó resultado alguno, por lo que no hubo responsables.

El caso María Soledad nunca abandonó en los medios el capítulo de las “noticias policiales”, a pesar de que se convirtió en un grave conflicto institucional por haber mostrado la magnitud de los sectores involucrados. Sin embargo, para la memoria popular el hecho despertó, además de interés, lógica indignación por las definiciones finales, que desnudaron, a pesar de los discursos formales y banales, una enmarañada trama de cómo se maneja en un pueblo pequeño la vida, la muerte y los derechos humanos.

EL DESCONTENTO DE UNA MADRE

Para Ada Rizzardo de Morales, madre de la víctima, no existe consuelo ni satisfacción: se hizo justicia a medias, en todo momento bajo gran presión popular, que de no haberse manifestado, la situación hubiese sido todavía más desfavorable para María Soledad y su familia.

Ada continúa aún con un luto riguroso, y no cesa de expresar su disconformidad, especialmente sobre el juicio por encubrimiento. Y los hechos le dan la razón, porque son demasiados los procesos en los que no se puede avanzar más allá de lo que el establishment del régimen lo permite, dando sustento así a las desconfianzas por la limitación de la justicia, como lo demuestran los sonados casos del soldado Carrasco, el periodista Cabezas, y el profesor Fuentealba, entre otros.

Desde la humildad de una mujer provinciana de limitada cultura, llama la atención la claridad de análisis que realiza cuando declara:

Estoy muy dolida porque aún la justicia no ha juzgado a los responsables que cometieron la cadena de encubrimiento y gozan hoy de libertad (…) hay un antes y un después del cruel asesinato de mi hija Sole en cuanto a los reclamos populares, porque nadie se atrevía a levantar la voz para pedir justicia (…) las compañeras de ella fueron un ejemplo, no tuvieron miedo y enfrentaron al poder político.

Tula, el hombre del que estaba enamorada, la entregó aquella noche del 7 de septiembre a Guillermo Luque y sus amigos para una fiesta sexual, le explicó Ada a sus nietos mayores Agustín y Gabriel cuando comenzaron a preguntar por la tía de la foto. Yo les cuento que el poder político encubrió el crimen, dice Ada, y se niega a desmantelar el santuario, que es la casa de los Morales, tal vez porque es parte de la memoria que una sociedad no puede ni debe olvidar.

LAS PARADOJAS DE HOY

La familia Morales: Vive de la ayuda de sus otros hijos, ya que hasta se negaron a cobrar una indemnización que Luque y Tula debían pagar, aunque nunca lo hicieron, al declararse insolventes. Continúa con su luto y sus reclamos.

La monja Martha Pelloni: Fue transferida por la curia a Curuzú Cuatiá (Corrientes), como represalia a su digna posición frente al crimen.

Luis Tula: Goza de libertad anticipada y piensa escribir un libro sobre el caso.

Guillermo Luque: De los 21 años de prisión sólo cumplió efectivamente 4. En el 2002 lo trasladaron al anexo carcelario “Granja La Viñita”, donde goza de salidas sin control para estudiar y trabajar.

El comisario José Leguizamón: Hoy retirado, escribe poesía.

La familia Saadi: Perdió el gobierno, pero mantiene parte del poder del que gozan los personajes influyentes, especialmente en un ‘pago chico’ como Catamarca.

El boliche Clivus: Lugar en el que Tula entregó a Soledad, cambió de nombre, hoy se llama Muana y luce en lo alto de su fachada la imagen estilizada de una silueta femenina, que recuerda tal vez –insólitamente– a la joven estudiante de 5.º año asesinada.

El monolito: Erigido en el lugar de la ruta en que apareció el cuerpo de María Soledad y que era sitio de peregrinaje y veneración, se encuentra semi abandonado; son pocas las visitas de estudiantes y es escaso el interés que despierta. Sólo quedan en él unas pocas flores de tela descoloridas y sucias, aunque de vez en cuando alguien coloca una fresca flor natural, con aroma a memoria y dolor, como para no olvidar jamás.

Miguel Eugenio Germino

Fuentes

-Bárbaro Rolando, Clarín, 4 de septiembre de 1995.

-Chester Silvia en informe nº 3, Ediciones Centro de Estudios Cultural y Mujer (CECYM).

-http://www.argempress.info/metalprit.asp?num=049374&parte=0

-http://diarinoco.com/blog/index.php/nacionales/2007/09/08p6904

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