viernes, 3 de julio de 2009

LA MASACRE DE BAGUA (PERÚ)


En la Foto: Masacre en Perú

LOS INDIOS PERUANOS FRENARON EL DESGUACE DE SUS TIERRAS

En nuestro continente, las multinacionales que explotan nuestros recursos naturales tienen carta blanca para hacerlo, sin importar las consecuencias fatales para el medio ambiente. Esto pasa con la minería, el gas, el petróleo y también con las papeleras. Y se repite en distintos puntos de América del Sur. Ni siquiera el poderoso Brasil es ajeno a este fenómeno ya que su región amazónica se encuentra amenazada por la expansión de la frontera agropecuaria. Sin embargo, en Perú, una tribu indígena se hartó de la situación, se plantó con firmeza frente a las autoridades de su país y logró frenar los decretos de Alan García que amenazaban con alterar para siempre su hábitat.

Se trata de los indios que habitan los parajes cercanos a la Ciudad de Bagua, en la región de Amazonas, a unos 900 kilómetros de Lima. La modalidad de protesta elegida fue el corte de ruta, en el que participaron casi 5.000 personas. Alan García no toleró la situación y ordenó desalojar el camino a sangre y fuego, lo que dejó un saldo de muertos y heridos inciertos hasta el día de hoy. El efecto de la represión fue inverso al esperado por las autoridades puesto que la protesta se amplió a las ciudades y las movilizaciones en contra del gobierno se reprodujeron, como un reguero de pólvora, por todo Perú.

Los decretos presidenciales que ocasionaron semejante movimiento autorizaban la inversión privada para extraer el petróleo y el gas que abunda en la zona. Todo esto en el marco del Tratado de Libre Comercio que el presidente Alan García firmó con George W. Bush. Nadie contó con la resistencia de la tribu Awajún, tradicionalmente guerrera y que no pudo ser doblegada, ni siquiera por los incas. Además, cuánto iban a obedecer a unas autoridades que nunca se ocuparon de sacarlos de la extrema pobreza en la que viven, pese a que en 2008 Perú fue uno de los países que más creció a nivel mundial.

Los colectivos que agrupan a todos los pueblos originarios de la región salieron en defensa de sus hermanos reprimidos y asesinados por la policía. Así llegó la solidaridad desde Bolivia y Ecuador, y la fuerte crítica del presidente boliviano Evo Morales. Pero Alan García, rápido de reflejos, salió de punta contra Morales, buscando que un conflicto diplomático creado artificialmente distrajera a la opinión pública de su país y desviara las protestas. Esto se comprende aún más si se tiene en cuenta que la popularidad del presidente peruano está en franca declinación, con un gobierno que ha violado los pactos firmados y hasta su propia Constitución, que ordena proteger la vida y la tierra de los indígenas.

La protesta exitosa sienta un precedente: se puede frenar el avance de las multinacionales que emplean modalidades de explotación prohibidas desde hace rato en los países del primer mundo. Habrá que buscar ahora, que las protestas se articulen regionalmente y que no cuesten tanta sangre como en este conflicto.

Pablo Salcito

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