jueves, 7 de abril de 2011

NORBERTO BARLEAND


La potencia de una poesía anclada en los valores y la sensibilidad

Norberto Barleand es un escritor nacido en el Abasto en 1942 que sintió desde muy chico el llamado de la poesía.

Su primera lectura, una vez terminada la secundaria, en ese período entre el fútbol, el café y la barra de la esquina, fue un libro de poemas de Neruda. Posteriormente incorporó a Lorca, Vallejo y Alberti, quienes, junto a Neruda, le parecía que expresaban mejor el espíritu de la época. Otro autor que tomó como referente e influyó mucho en su obra es Tejada Gómez. Así explica su experiencia: “La vocación por la poesía surge por el amor a la justicia, a la libertad, a aquellos poetas que dejaron un signo, cuyas plumas fueron verdaderas espadas de lucha por esos valores que hacen a la dignidad del hombre. Fue en la primera adolescencia, en la década del sesenta, un mundo en plena ebullición y cambio”.

Barleand lleva editados cuatro libros de poemas: Presagio de utopías (1996); Cenizas de la tarde (2002); Finalmente el hombre (2006) y Duelo en la memoria (2010). Además tiene cuentos publicados en revistas literarias y en algunas antologías.

Su poesía sigue la construcción nerudiana y está ligada a una concepción humanista de la vida. Se trata –como él mismo lo definió en uno de sus escritos– de una poesía peregrina, militante, esperanzada, producto de una cultura que resiste, crece y se multiplica.

No adhiere a ninguna corriente, practica la “poesía libre”, sin ajustes a una métrica determinada: “La poesía es lo máximo de la estructura literaria porque es síntesis, reflexión, sugerencia. Plantea un juego de metáforas y de imágenes. Para mí, la poesía es buena o no, dice o no. Lo importante es que tenga contenido. La poesía es la que habla del amor, de lo cotidiano, de las cosas simples”, sentencia el escritor. Estas virtudes del género se contraponen al desalentador panorama actual que describe: “La poesía se vende poco, las grandes editoriales buscan más el negocio que la difusión. Ni siquiera se reedita a Neruda, Guillén, o argentinos como Tejada Gómez y Pedroni. El género está muy vapuleado, arrinconado en círculos restringidos. Las librerías son verdaderos shoppings, plagadas de libros de autoayuda, tarot, cocina e investigación periodística”.

El último libro, Duelo en la memoria, constituye una obra distinta dentro de su trayectoria, que por otro lado contó con una auspiciosa recepción en los circuitos literarios. Partiendo de una investigación histórica, posó la mirada sobre algunos personajes deliberadamente olvidados como Dorrego y José María Paz, entre otros, en cambio ponderados, como Rosas, Urquiza, y Sarmiento.

Barleand participa activamente en eventos culturales a través de las entidades que integra, tales Cultura, Arte en Movimiento –que desarrolla encuentros literarios, a veces con música e imágenes–, la Asociación Americana de Poesía y la Fundación Argentina para la Poesía. Esta última, conformada por destacados poetas, entrega distinciones y publica desde hace varios años la antología Poesía Argentina Contemporánea. Asimismo, Barleand se desempeña como colaborador del periódico ProTango, de la Asociación Civil Proyecto Tango. “El tango tiene que ver con mi vida. De chico, en mi casa se escuchaba tango. Yo iba a ver a la orquesta de Di Sarli. El tango es el ADN de los argentinos, está en las venas y en el corazón. La asociación se propone reinstalarlo en la familia y trata de innovar en la letra y en los cantores pero cuesta mucho porque no hay difusión del género en los medios”, se lamenta el poeta. Por ello, considera imperioso luchar en defensa del patrimonio cultural de la Nación.

Es creador y director de Marcha Poética, una iniciativa mediante la cual, desde 2002, se organizan mesas de lectura de poesía en diversas instituciones culturales, con una convocatoria amplia de poetas. Además, conduce junto a Lidia Vinciguerra un programa sobre literatura llamado La Biblioteca, los martes de 22 a 23 por Radio Cultura.

Por otro lado, el Abasto ocupa un lugar entrañable en su vida: “Conservo los mejores recuerdos del barrio. Sigo viviendo en Balvanera, en estas hermosas arterias de las cuales no me pude desprender nunca. Recuerdo el café La Rosalinda, en Corrientes y Ecuador, el potrero de Ecuador y Valentín Gómez. Era el barrio de la solidaridad y la mezcla de nacionalidades. Fue un tiempo muy bello”, evoca emocionado. Prueba de su amor al terruño, es el conmovedor poema Barrio Abasto, de fuente autorreferencial, de su nuevo libro Penumbras y candiles, a punto de publicarse: Querido Abasto/galerones de un amor/la sombra del gorrión frente a la higuera/tus madres murmurando en las hamacas/el sombrero engominá o/como un cuento perdido en la memoria.

Laura Brosio

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