viernes, 3 de agosto de 2012

ADRIANA GRINBERG


LA COMUNIDAD SUBE A ESCENA
Adriana Grinberg
“Hacer teatro en el contexto actual es ofrecer y darse la oportunidad de expresar el mundo sensible en el cual vivimos. Es contar y pintar esa aldea que nos toca habitar”. Así lo afirma Adriana Grinberg, docente y directora teatral del barrio de Balvanera, quien, desde hace veinte años, coordina talleres de improvisación teatral con técnicas corporales y expresivas, dirigidos tanto a actores como a principiantes. En los talleres la gente puede aprender a improvisar, a actuar en función de crear escenas, para luego poder representarlas frente al público. Es muy divertido porque hay muchos juegos expresivos, mucha comunicación, aprendizaje de cómo instrumentar la palabra, desinhibición, desbloqueo de las tensiones. El teatro se aprende con el oficio. Por eso, apenas llega un actor, nosotros proponemos que a los dos, tres meses, ya suba al escenario para que empiece a tener una experiencia directa con el público, que muestre su trabajo”, comenta satisfecha la directora.
La labor de la docente parte de la siguiente premisa: la improvisación es la herramienta fundamental para el oficio de la actuación y sirve para que el alumno pueda recorrer toda la gama de posibilidades entre lo cómico y lo trágico. De esta manera, su teatro está lejos de la rigidez y apuesta a la experimentación, la creatividad, la soltura y el vínculo con el otro. Se apela a recursos como el naturalismo, la biomecánica, el distanciamiento, el clown, el ritmo y las energías. Generalmente, el taller empieza a principios de año con una improvisación basada en un tema elegido por los actores y a fin de año se termina conformando una obra completa; hay partes de la improvisación que quedan, y, al mismo tiempo, se van enriqueciendo con alternativas que surgen de nuevas improvisaciones.
Grinberg se ubica dentro de la franja de teatro comunitario porque opina que el teatro tiene que ser inclusivo. Cualquier persona puede hacer teatro como una vivencia personal que se busca y se desea. El teatro tiene que ser para todos, no para unos pocos”, sentencia. El grupo suele participar en actividades a beneficio en teatros o instituciones de la ciudad y el conurbano. 
Adriana y elenco
En 1996 constituyó la cooperativa La Sangre de Balvanera con integrantes de su taller, cuando el Instituto Nacional de Teatro –encabezado en ese momento por Lito Cruz- lanzó el Plan Cien Ciudades Cuentan su Historia. Ante el pedido del prestigioso actor, ella dirigió la historia de Balvanera a través de tres obras:  Espíritus de Balvanera (1996), espectáculo callejero y de salón; Cuerpos míticos (1997), homenaje a los desaparecidos, y Un infantil (1998), espectáculo callejero. La primera obra se refería a la fundación del barrio, duraba como cuatro horas y tenía sesenta actores en escena. Salíamos de un galpón situado en Sarmiento y Callao con una especie de murga, con todos los personajes que habitaron Balvanera: los monjes, Don Antonio Varela, el fundador. Recorríamos todo Perón, ingresábamos a la Plaza Miserere, donde se desarrollaba el momento de la fundación hasta el nacimiento de Gardel. El cantor aparecía representado por dos zanquistas que hacían malabares y cantaban ‘Mi Buenos Aires querido’”, recuerda Grinberg con una sonrisa.
Entre las obras ofrecidas por la cooperativa -que desde 2011 se llama La Bolsonera- se destacan Ejercicio País (Todos los años en su taller desde 1999); Impro teatral teatral, eh!? (2002-2004); Acto B (Comedia metafísica) (2003-2004); Quién mató a María Marta? (2005); Conventillo.com, neosainete en construcción (2006); Depto 8 (2007-2008); La ferretería, Escenas en construcción (2009); La playa (2009); El Ojo de la Verdad (2010); El borde del ser nacional (2010) y Pasiones encontradas en bares de Buenos Aires (2011). Las obras tratan sobre conflictos y devenires sencillos de nuestra gente y abarcan diversos géneros.
La cooperativa trabaja con la modalidad de Escenas en Construcción, un procedimiento de improvisación teatral: Nosotros hacemos improvisaciones y en un cierto momento le preguntamos al público qué decisión debe tomar el protagonista, que luego hace lo que la gente le contesta. Es una técnica que implementé yo, que está basada en la relación directa que el clown tiene con el público. Así, el espectador va construyendo el destino posible de los personajes. La gente responde maravillosamente, sobre todo los chicos”, explica la docente.
Actualmente, el grupo está presentando Sección Vermouth en el Teatro Verdi de La Boca una vez por mes. Asimismo, está ensayando un clásico de nuestra dramaturgia, Made in Lanús, que todavía no tiene sala ni fecha de estreno.
Grinberg cierra la charla con una definición contundente: “El público estructura y condiciona al teatro porque, en realidad, el que termina de armar la escena en su cabeza es el espectador. Para mí, el primer actor es el espectador porque sin la mirada de él no se puede construir la escena”.
                                                                                                           Laura Brosio

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