domingo, 4 de noviembre de 2012

PRIMERA PAGINA NOVIEMBRE DE 2012



EDITORIAL NOVIEMBRE Nº 2012

LAS INFINITAS CABEZAS MORTALES DE LA HIDRA


Según la mitología griega “La Hidra” era un monstruo acuático despiadado, representado con forma de serpiente, de pisadas mortales y aliento venenoso. Sus bocas lanzaban fuego, custodiaba la entrada al inframundo (de la Ilíada y la Odisea de Homero), y se escondía bajo las aguas del lago de Lerna.
Uno de los doce trabajos encomendados a Hércules, hijo de la princesa Alcmena y del dios Zeus, consistió en acabar con esa alimaña. Pero ésta tenía la virtud de que por cada cabeza que se le cortaba, le crecían otras dos, de modo que llegaba poseer innumerables cabezas, todas mortíferas.
 Bajo la inspiración de Atenea y antorcha en mano, Hércules quemaba los muñones que surgían tras cada decapitación, y así completó su hazaña, al cortarle su única cabeza inmortal.
Hoy se reedita aquella escena mitológica al surgir en el país una Nueva Hidra moderna y mediática, conformada entre otros por los resabios de la dictadura criminal, que aún conservan poder destructor, y cuyas innumerables cabezas se lanzan amenazantes contra el sistema democrático y republicano de gobierno emanado de la Constitución, actuado con infames fines desestabilizadores y golpistas.
Aliada a sectores políticos decadentes, escasos de votos y de propuestas superadoras, se confabulan en la mera crítica hueca, apuntalados por jueces que perduran desde la época infame   del 76 al 83, para denostar a la democracia lograda con la sangre de treinta mil desaparecidos.
Subsisten aún estos opacos magistrados, ya longevos unos, jubilados otros… que en su momento juraron por el nefasto “Estatuto de Reorganización Nacional” (remanente del eje histórico Roca-Mitre). Aquel Estatuto en su artículo 14° expresaba: “Los gobiernos nacional y provincial ajustarán su acción a los objetivos básicos que fijó la Junta Militar, al presente estatuto y a las constituciones nacional y provinciales en tanto no se opongan a aquellos.” (¡De terror!)
Ni se apartaron, ni los apartaron, ni se jubilaron, ni se murieron, subsisten como una de las cabezas ponzoñosas de una hidra moderna, para continuar denigrando y desatando una guerra contra la sociedad toda.
Aprovecharon la inamovilidad de los jueces, que establece la Constitución que pisotearon sin un mínimo de vergüenza. Continúan poniendo palos en la rueda a las reformas modernas de los medios de información, a la llamada “Ley de Radiodifusión”.
Actúan como agentes desenmascarados de los medios hegemónicos, mal habidos sobre el asesinato de David Graiver y la incautación de “Papel Prensa”.
Hoy estos señores “jueces”, resaca viviente de la dictadura, se arrogan facultades para “impartir justicia” en casos como derechos humanos, libertades públicas, Ley de Medios, aborto no punible, etc., etc. Sin pesares de conciencia continúan fieles a los patrones que los ungieron.
Pretenden perdurar como cabezas recicladas de la Nueva Hidra, alineados junto a políticos, periodistas y empresarios poco santos, pero desconocen que Hércules exterminó al reptil, hace ya muchos siglos, con la sagacidad del ingenio, y hoy son meros figurones al amparo de quienes desde el poder pretenden gobernar por sobre la constitución y las leyes.
No señores, ¡a su casa, a la cárcel, o a su tumba!
La Corte Suprema ya dio su veredicto inapelable, y por más que maniobren como gerenciadores de los multimedios que los alimentan y de los periodistas vergonzantes que les hacen el juego (no hacemos nombres, pero todos los conocemos); caerán por su propio peso.
Ningún juez inferior puede torcer la voluntad de un organismo superior como es la Corte Suprema, y de pretenderlo la propia Corte pondrá las cosas en su justo lugar, como lo hizo en el caso del aborto no punible. Falta cortarle la última cabeza sobreviviente a la nueva alimaña, ¡debe hacerse Justicia!
Se debe a la vez desalambrar el país, desmonopolizar la Nación, se debe también terminar con los oligopolios y cárteles que someten la vida de la población.

                                                                                      Hasta la Próxima

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