viernes, 3 de mayo de 2013

FARMACIA STELA MARIS



LA LEGENDARIA FARMACIA STELLA MARIS DE MORENO 2299

ENTRADA A LA LEGENDARIA FARMACIA






La legendaria Farmacia Stella Maris fue una de las más antiguas de Balvanera, perduró en el tiempo hasta su definitivo cierre en el año 2009. En un barrio de tranvías a caballo y todavía con algunas calles de tierra, había sido inaugurada en 1880 por Tomás Perón, abuelo paterno de quien fuera tres veces presidente del país.

Las farmacias antiguas, como las lecherías, los corralones y las carbonerías, con los años fueron siendo borradas del damero porteño, corridas por “el progreso”, aunque muchas veces ese progreso trajo consigo el desplazamiento del viejo boticario y del trabajo artesanal, reemplazado por la concentración de la actividad, el supermercadismo y las grandes cadenas de farmacias. 


INTERIOR DE LA FARMACIA, UNA DE LAS QUE YA NO QUEDAN

Hoy la actividad farmacéutica clásica fue absorbida en más del 60% por aquellas cadenas. Una de ellas copó especialmente el mercado argentino, y vale llamarla por su nombre: Farmacity; domina a su vez a las grandes droguerías e incursiona también en la atención de las obras sociales sindicales, que cayeron mansamente bajo su imperio (tal vez cuando éstas reaccionen ya sea tarde).

Inciden también en la desaparición de dicha actividad profesional el alto valor de los alquileres que debe afrontar el modesto farmacéutico barrial, el gran despliegue publicitario del monopolio y hasta cierta complacencia del consumidor, cada día más adicto al súper.

Sin embargo y a pesar de todo, subsiste una vieja farmacia, “La Estrella”, en la histórica esquina SO de Alsina y Defensa, que funcionó ininterrumpidamente desde su fundación en 1885. En aquel lugar pueden verse, junto a antiguas fotos de Buenos Aires, viejos envases de pastillas, frascos y otras piezas casi únicas, indicativas del uso y costumbres de una época. 



EBANISTERÍA Y LABRADO DE MUEBLES DE ROBLE

La Farmacia Stella Maris había sido inaugurada en la esquina SE de Pichincha y Moreno y trasladada luego a la esquina de enfrente, la NE, de Moreno 2299. Era otra de las que se fue salvando de desaparecer, pero lamentablemente llegó el fin en el año 2009. Durante su larga vida tuvo cuatro dueños diferentes. A Tomás Perón le sucedió José Patiño Gómez, que la administró durante 40 años. Este hombre de baja talla y simpáticos modales, incorporó en el establecimiento un refinado moblaje, fabricado por un artesano del barrio, de la calle Rioja 575. Junto a los muebles colocó preciosos vitrales, molduras, bisagras, cerraduras y otros enseres que dotaron al negocio de una fisonomía que, además de particular y de buen gusto, era de una calidad excepcional. A todo ello se agregaba un buen número de aquellos clásicos frascos marrones para guardar las drogas que se utilizaban en la preparación de recetas magistrales. Éstos habían sido importados de Alemania en cantidades tales que podían equipar tres farmacias más.

El establecimiento conservó durante toda su existencia la ambientación propia de un siglo atrás. Podían hallarse tisanas, ungüentos, emplastes, ventosas y otros antiguos instrumentales almacenados en vitrinas y mostradores de roble americano, preservados hasta con su lustre original. El trabajo de ebanistería y labrado de estos muebles ha sido apreciado y exaltado por más de un ebanista que visitó el lugar.

La broncería se importó de Europa y funcionó a la perfección. Las puertas y cajones tenían una ensambladura perfecta, al igual que sus vitrinas de cristales biselados, con decenas de puertas y cajones que después de 100 años abrían, cerraban y se deslizaban silenciosamente.

En los altos vitrales se observaban figuras de amapolas que rodeaban la clásica Copa de Higia (símbolo de la actividad farmacéutica), franqueada por laureles. De la misma época databa la caja registradora, de pulcro color plateado, últimamente callada, ya sin uso pero atesorada como otro símbolo de tiempos pasados.

El tercer propietario fue el Dr. Pedro Calek, que la adquirió en sociedad con Agustín Borghiale. Ellos la administraron durante corto tiempo, para luego transferírsela al cuarto y último de los dueños, Mario Schitter, quien se enamoró del local y en tan solo 15 minutos decidió comprarlo.

Don Mario había venido al país desde Polonia en 1930, se radicó en Basavilbaso (Entre Ríos). Estudió Farmacia en la Universidad de La Plata de donde egresó a sus 27 años. Dijo don Mario: "Estudiar me costó mucho, porque no conocía el idioma. Mi mejor amigo de la infancia era el hijo del farmacéutico de mi pueblo. Y cuando yo podía entrar en el laboratorio de su papá, para mí era un día de fiesta".

Aquella apremiante compra la hizo por 500 mil pesos, precio que pagó el 50% al contado y el saldo en 60 cuotas. Llevó adelante su apostolado durante 50 años, hasta que en el 2009, cuando cumplió 90 años y sus fuerzas no respondían, se retiró. En el año 1986 el Museo de la Ciudad de Buenos Aires, dirigido entonces por el arquitecto José María Peña, le otorgó un diploma por la preservación del mobiliario original, estilo art nouveau, que del piso al techo exhibía todo el esplendor de antaño.

Un proyecto en la Legislatura declaraba patrimonio histórico el moblaje y los vitrales del interior, por su conservación en estado original. Actualmente no se sabe dónde se encuentran tales reliquias. Como no fue tratado aún en la Legislatura, seguramente ya se perdieron para la memoria de Buenos Aires. Deben haberse sumado a tantos otros patrimonios históricos que la ciudad abandona y destruye debido a la falta de respaldo a la protección a este tipo de bienes, por cierto irrecuperables. No está exenta la posibilidad de que hayan caído en manos de coleccionistas particulares, o tal vez fueron mal vendidos como simples muebles antiguos.

Hoy la metrópolis está llena de modernas farmacias, de luminosos carteles azules con la típica cruz verde. Las que proliferan con más rapidez son las de la cadena antes mencionada, al tiempo que las farmacias explotadas de manera profesional cierran, privándonos de la posibilidad de un viaje al pasado, como el caso de la Farmacia Stella Maris.

La revista Kairos, en el número del año 1968, publicó un reportaje singular hecho en esta farmacia, que introdujo al lector en el “túnel del tiempo.”

Hace un tiempo el último dueño publicaba, tal vez como legado póstumo:

“Stella Maris es el lugar donde un farmacéutico proporciona servicio de salud a un paciente ofreciéndole consejo, dispensándole medicamentos fruto de este consejo o por receta del médico y otros productos de parafarmacia como productos de cosmética, alimentos especiales, productos de higiene personal, ortopedia, etc. Stella Maris es un equipo de trabajo abocado a brindar la mejor y más completa información sobre productos, accesorios de farmacia y perfumería. En Stella Maris somos un equipo de trabajo que se interesa por su salud, la calidad del servicio profesional que le damos y el precio justo de sus medicamentos. La misión de Stella Maris es ayudar en la calidad de vida de nuestros clientes por medio de la atención personalizada de nuestro equipo profesional y ayudar en la economía de nuestros clientes brindándoles un precio justo en los medicamentos y productos de cuidado personal. La visión de Stella Maris es ser una empresa en crecimiento y que nuestros clientes sean nuestra motivación. Los valores de Stella Maris son: Trato con respeto y cariño a nuestros clientes, Compromiso con el desarrollo de nuestra sociedad, Responsabilidad, Confiabilidad y Credibilidad en nuestro desempeño profesional; Honestidad y Perseverancia en nuestro trabajo cotidiano.”



 Miguel Eugenio Germino






 
NÓMINA DE ALGUNAS ANTIGUAS FARMACIAS DE BALVANERA





La mayoría desaparecieron, otras se transformaron:

Farmacia Italiana, luego Besio - Bmé. Mitre 2357 (año 1890);

Farmacia Canale - Corrientes 3202 esquina SO con Anchorena;

Farmacia De Luca - Alberti esquina SE con Alsina;

Farmacia Kasinsky y Eiriz - Lavalle 2030 (1921);

Farmacia Tronge - Rivadavia 1953 (1921);

Farmacia Nebbia y Hoffman - Sadi Carnot (hoy Mario Bravo) 34 (año 1921);

Farmacia Muller - Pueyrredón 49 (1921);

Farmacia Levit y Ci. - Cangallo (hoy Perón) 1956 (1921);

Farmacia Soldati - Rivadavia 2904 (1921);

Farmacia Arnaboldi - Belgrano 3101 (1927);

Farmacia Sinsilevich - Rivadavia 1953 (1921).



Fuentes:

--Coni Molina, Mabel, Apuntes sobre antiguas farmacias, Junta Estudios Históricos de Balvanera.



--http://www.secretosdebuenosaires.com/2007/08/farmacia-stella-maris-pichincha-y.html

 Moreno-2299/
--Periódico Primera Página nº 151 de mayo de 2007











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