LA
LEGENDARIA FARMACIA STELLA MARIS DE MORENO 2299
ENTRADA A LA LEGENDARIA FARMACIA |
La legendaria Farmacia Stella
Maris fue una de las más antiguas de Balvanera,
perduró en el tiempo hasta su definitivo cierre en el año 2009. En un barrio de
tranvías a caballo y todavía con algunas calles de tierra, había sido
inaugurada en 1880 por Tomás Perón, abuelo
paterno de quien fuera tres veces presidente del
país.
Las farmacias antiguas,
como las lecherías, los corralones y las carbonerías, con
los años fueron siendo borradas del damero porteño, corridas por “el
progreso”, aunque muchas veces ese progreso trajo consigo el desplazamiento del
viejo boticario y del trabajo artesanal, reemplazado por la concentración de la
actividad, el supermercadismo y las grandes cadenas de farmacias.
INTERIOR DE LA FARMACIA, UNA DE LAS QUE YA NO QUEDAN |
Hoy la actividad farmacéutica clásica fue absorbida en más del 60% por aquellas cadenas. Una de ellas copó especialmente el mercado argentino, y vale llamarla por su nombre: Farmacity; domina a su vez a las grandes droguerías e incursiona también en la atención de las obras sociales sindicales, que cayeron mansamente bajo su imperio (tal vez cuando éstas reaccionen ya sea tarde).
Inciden también
en la desaparición de dicha actividad profesional
el alto valor de los alquileres que debe afrontar
el modesto farmacéutico barrial, el gran despliegue publicitario del monopolio y
hasta cierta complacencia del consumidor, cada día más adicto al súper.
Sin embargo y a pesar de
todo, subsiste una vieja farmacia, “La Estrella”, en la histórica esquina SO de Alsina y Defensa, que funcionó ininterrumpidamente
desde su fundación en 1885. En aquel lugar pueden verse, junto a antiguas fotos
de Buenos Aires, viejos envases de pastillas,
frascos y otras piezas casi únicas, indicativas del uso
y costumbres de una época.
EBANISTERÍA Y LABRADO DE MUEBLES DE ROBLE |
La Farmacia Stella Maris había sido inaugurada en la esquina SE de Pichincha y Moreno y trasladada luego a la esquina de enfrente, la NE, de Moreno 2299. Era otra de las que se fue salvando de desaparecer, pero lamentablemente llegó el fin en el año 2009. Durante su larga vida tuvo cuatro dueños diferentes. A Tomás Perón le sucedió José Patiño Gómez, que la administró durante 40 años. Este hombre de baja talla y simpáticos modales, incorporó en el establecimiento un refinado moblaje, fabricado por un artesano del barrio, de la calle Rioja 575. Junto a los muebles colocó preciosos vitrales, molduras, bisagras, cerraduras y otros enseres que dotaron al negocio de una fisonomía que, además de particular y de buen gusto, era de una calidad excepcional. A todo ello se agregaba un buen número de aquellos clásicos frascos marrones para guardar las drogas que se utilizaban en la preparación de recetas magistrales. Éstos habían sido importados de Alemania en cantidades tales que podían equipar tres farmacias más.
El establecimiento
conservó durante toda su existencia la
ambientación propia de un siglo atrás. Podían
hallarse tisanas, ungüentos, emplastes, ventosas y otros antiguos
instrumentales almacenados en vitrinas y mostradores de roble americano, preservados hasta con su lustre original. El
trabajo de ebanistería y labrado de estos muebles ha
sido apreciado y exaltado por más de un ebanista que visitó el lugar.
La broncería se importó de Europa y funcionó a la perfección. Las puertas y cajones tenían una ensambladura
perfecta, al igual que sus vitrinas
de cristales biselados, con decenas de
puertas y cajones que después de 100 años abrían, cerraban
y se deslizaban silenciosamente.
En los altos vitrales se
observaban figuras de amapolas que rodeaban la clásica Copa de Higia (símbolo
de la actividad farmacéutica), franqueada por laureles. De la misma época databa la
caja registradora, de pulcro color plateado, últimamente
callada, ya sin uso pero atesorada como otro
símbolo de tiempos pasados.
El tercer propietario fue el
Dr. Pedro Calek, que la adquirió en sociedad con Agustín Borghiale. Ellos la administraron durante
corto tiempo, para luego transferírsela al cuarto y último de los dueños,
Mario Schitter, quien se enamoró del
local y en tan solo 15 minutos decidió
comprarlo.
Don
Mario había venido al país desde Polonia en 1930, se radicó en Basavilbaso (Entre Ríos). Estudió Farmacia en la Universidad de La Plata de donde
egresó a sus 27 años. Dijo don Mario: "Estudiar me costó mucho, porque no
conocía el idioma. Mi mejor amigo de la infancia era el hijo del farmacéutico
de mi pueblo. Y cuando yo podía entrar en el laboratorio de su papá, para mí
era un día de fiesta".
Aquella
apremiante compra la hizo por 500 mil pesos, precio que pagó
el 50% al contado y el saldo en 60 cuotas. Llevó adelante su apostolado durante
50 años, hasta que en el 2009, cuando cumplió 90 años y sus fuerzas no
respondían, se retiró. En el año 1986 el Museo de la Ciudad de Buenos Aires,
dirigido entonces por el arquitecto José María Peña, le otorgó un diploma por
la preservación del
mobiliario original, estilo art nouveau,
que del piso al techo exhibía todo el esplendor de antaño.
Un proyecto en la Legislatura
declaraba patrimonio histórico el moblaje y los vitrales del interior, por su conservación en estado original. Actualmente no se
sabe dónde se encuentran tales reliquias. Como no fue tratado aún en la Legislatura, seguramente ya se perdieron para la
memoria de Buenos Aires. Deben haberse sumado a tantos otros patrimonios
históricos que la ciudad abandona y destruye
debido a la falta de respaldo a la protección a este tipo de bienes, por cierto irrecuperables. No
está exenta la posibilidad de que hayan
caído en manos de coleccionistas particulares, o tal vez fueron mal vendidos como simples
muebles antiguos.
Hoy la metrópolis está
llena de modernas farmacias, de luminosos
carteles azules con la típica cruz verde. Las que
proliferan con más rapidez son las de la cadena antes mencionada, al
tiempo que las farmacias explotadas de manera profesional
cierran, privándonos de la posibilidad de un
viaje al pasado, como el caso de la Farmacia Stella Maris.
La revista
Kairos, en el número del año 1968, publicó
un reportaje singular hecho en esta
farmacia, que introdujo al lector en el “túnel
del tiempo.”
Hace un tiempo el último dueño publicaba, tal vez
como legado póstumo:
“Stella Maris es el lugar donde un
farmacéutico proporciona servicio de salud a un paciente ofreciéndole consejo, dispensándole
medicamentos fruto de este consejo o por receta del médico y otros productos de
parafarmacia como productos de cosmética, alimentos especiales, productos de
higiene personal, ortopedia, etc. Stella Maris es un equipo de trabajo abocado
a brindar la mejor y más completa información sobre productos, accesorios de
farmacia y perfumería. En Stella Maris somos un equipo de trabajo que se interesa
por su salud, la calidad del servicio profesional que le damos y el precio
justo de sus medicamentos. La misión de Stella Maris es ayudar en la calidad de
vida de nuestros clientes por medio de la atención personalizada de nuestro
equipo profesional y ayudar en la economía de nuestros clientes brindándoles un
precio justo en los medicamentos y productos de cuidado personal. La visión de
Stella Maris es ser una empresa en crecimiento y que nuestros clientes sean
nuestra motivación. Los valores de Stella Maris son: Trato con respeto y cariño
a nuestros clientes, Compromiso con el desarrollo de nuestra sociedad,
Responsabilidad, Confiabilidad y Credibilidad en nuestro desempeño profesional;
Honestidad y Perseverancia en nuestro trabajo cotidiano.”
Miguel Eugenio Germino
NÓMINA DE
ALGUNAS ANTIGUAS FARMACIAS DE BALVANERA
La
mayoría desaparecieron, otras se
transformaron:
Farmacia
Italiana, luego Besio - Bmé. Mitre 2357 (año 1890);
Farmacia
Canale - Corrientes 3202 esquina SO con
Anchorena;
Farmacia
De Luca - Alberti esquina SE con Alsina;
Farmacia
Kasinsky y Eiriz - Lavalle 2030 (1921);
Farmacia
Tronge - Rivadavia 1953 (1921);
Farmacia
Nebbia y Hoffman - Sadi Carnot (hoy Mario Bravo) 34 (año 1921);
Farmacia
Muller - Pueyrredón 49 (1921);
Farmacia
Levit y Ci. - Cangallo (hoy Perón) 1956 (1921);
Farmacia
Soldati - Rivadavia 2904 (1921);
Farmacia
Arnaboldi - Belgrano 3101 (1927);
Farmacia
Sinsilevich - Rivadavia 1953 (1921).
Fuentes:
--Coni Molina, Mabel, Apuntes sobre antiguas farmacias, Junta
Estudios Históricos de Balvanera.
--http://www.secretosdebuenosaires.com/2007/08/farmacia-stella-maris-pichincha-y.html
Moreno-2299/
--Periódico
Primera Página nº 151 de mayo de 2007
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