jueves, 1 de agosto de 2013

EVO MORALES



Manotazo colonial contra Evo Morales





              
La retención del avión del presidente Evo Morales fue tratada por algunos medios como una suerte de error o desinteligencia entre gobiernos europeos. Sin embargo, el disfraz intentado no alcanzó para esconder lo que fue una clara maniobra donde el error estuvo ausente y la advertencia evidente.

             Es difícil creer que las agencias de espionaje más importantes del mundo cometieron el infantil error de suponer que el hombre más buscado del planeta estaba en el avión de un mandatario latinoamericano. Descartada esta posibilidad, hay varios motivos para amenazar a Evo Morales.

             Una de las cosas que tal vez más inquiete a la Casa Blanca, es la constitución de una suerte de OPEP del gas que auspicia Rusia. De esa reunión venía el presidente boliviano y está claro que Estados Unidos no va a permitir que ninguno de los combustibles que mueve al mundo caiga en manos de gobiernos hostiles a Washington. Los iraquíes pueden dar testimonio de ello. Por eso no es inconcebible pensar que todo este operativo fue un aviso para que ningún país avance en una asociación que perjudique los intereses energéticos norteamericanos.

              Por otro lado también hay motivos de geopolítica latinoamericana. Fracasado el ALCA, la diplomacia norteamericana busca contrarrestar o no dejar que crezca el poder de la UNASUR y para eso se sirve de los países del continente más afines ideológicamente al gobierno de Obama, como pueden ser Colombia, Perú o Chile. Metida esta cuña en el continente, el próximo objetivo es minar a los gobiernos populares que lograron grandes avances en la última década. Morales encarna a uno de ellos y el zamarreo aplicado a su investidura bien puede tomarse como un aviso.

             Por último, Washington desea dejar bien claro que no tolerará ni le hará la vida fácil a quienes atenten contra los mecanismos de Inteligencia estadounidenses, por más ilegales y aberrantes que estos sean. Los norteamericanos no pueden permitir que florezcan más personas como Edward Snowden o Julian Assange. Si surgieran imitadores en otras instituciones del dispositivo militar-industrial del gran país del norte, el mecanismo ilegal que sustenta el poderío yanqui se vería en peligro.



                                                                           Pablo Salcito 



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