EDITORIAL:
La enfermedad de la Presidenta coincidió con las
elecciones legislativas de medio término del 27 de
octubre, las cuales fueron tomadas desde
las usinas mediáticas como un ensayo general de elecciones presidenciales
anticipadas.
Se instaló así un nivel de agresividad y virulencia pocas veces visto en la historia de las
campañas políticas, inspirado por ciertos candidatos opositores que devalúan al
máximo la acción de gobierno en los últimos años,
la que se incrementó a partir del segundo mandato de Cristina Kirchner.
Los mismos personajes que fueron testigos
silenciosos o apoyaron las políticas neoliberales vaciadoras, liquidadoras,
endeudadoras, represivas y de recorte de conquistas sociales de los gobiernos
de Menem, De La Rúa y Duhalde, hoy critican las estatizaciones, el desendeudamiento,
las políticas de inclusión y de derechos humanos del Gobierno
Nacional. Quienes callaron frente a la entrega
del patrimonio nacional, la soberanía política y hasta la soberanía jurídica
frente a las trasnacionales, pretenden ahora constituirse
en custodios de los valores democráticos y en salvadores
de la patria.
Sin proyectos concretos en el orden local, y mucho
menos en el orden internacional, blindados por la corporación mediática, vociferan
insultos y practican denuncias infundadas de presuntos ilícitos, sin pruebas y
sin concretar la correspondiente denuncia judicial.
Instalan la mentira, la infamia y el insulto, amparados
por ciertos medios que se suman al coro descalificador y desestabilizador,
ocultando el verdadero fin, que es proteger las haciendas de los sectores
poderosos de aquellos que gobernaron desde las sombras frente a los nombrados
presidentes, débiles y dóciles a la penetración extranjerizante y destructora
de la industria nacional.
Todo vale en una cancha embarrada previamente para
que la zancadilla surja efecto a la hora del empujón final y el zarpazo
definitivo, el que pretenden aplicar como broche de oro a su larga campaña de
infundios y de intrigas. Se llegó así al absurdo de instalar dos nuevos “síndromes”
aplicables a la presidenta; el de “hubris” (hibris o hybris) y el
de “Moria”, recogidos internacionalmente con
predispuesta malicia. Son las mil caras de las telarañas del Imperio que trata
de dominar el mundo.
Sin embargo son muchas las voces que se alzan frente
a ellas, como la de los Curas en la Opción por los Pobres,
que salieron a denunciar la bajeza y la infamia. Estos
sacerdotes afirman que no renunciaron a las enseñanzas del Concilio Vaticano II:
“No
imaginamos ni queremos un proyecto que no pretenda ser cada vez más inclusivo,
en el que los pobres sean no solamente destinatarios de buenas políticas sino
verdaderos protagonistas… recordar las consecuencias funestas del
neoliberalismo de los 90, continuación de lo empezado en la dictadura cívico-militar”. Las palabras alertan sobre
los intentos “visibles o encubiertos” que intentan regresar a esa
“noche oscura”.
El documento reconoce y resalta los logros en materia social, pero es además una declaración para profundizar el
camino pues habla de “la necesidad de una más justa distribución
de la renta y la movilidad social ascendente que siga disminuyendo los niveles
de pobreza, como también la incidencia negativa del empleo no registrado…”.
Aseguran que en las
campañas electorales “muchos candidatos y candidatas intentan
convencer al público que resolverán todos los problemas” pero “son
en realidad globos inflados sin sustancia o sin proyecto visible y público”. En
ese sentido, invitan a distinguir entre las propuestas y los “slogans
pegadizos y agradables a los oídos pero vacíos de contenido”, como cuando
se habla livianamente de la “inseguridad” o de “la plata de los jubilados”.
Finalmente recuerdan que estas elecciones definen cargos legislativos y
no ejecutivos, por lo que “debemos exigir como ciudadanos que los
candidatos propuestos digan clara y explícitamente qué van a hacer, cómo
lo van a hacer y con qué recursos, y que –escuchando atentamente– sepamos
elegir la propuesta que según nuestro criterio, mejor defienda a los pobres”.
El pueblo argentino no mastica más el vidrio que le convidan. Ya se quitó la venda que le ocultaba la realidad,
desconfía, piensa y difícilmente continúe siendo
presa fácil del engaño.
Estas
elecciones del 27 de octubre pasado no cambiaron la relación de fuerzas
en el Parlamento.
Y los agoreros de la desestabilización, que
hablan “de lo nuevo” pese a ciertos logros
puntuales, extendidos en distintas provincias y por diferentes fuerzas, deberán
esperar hasta el 2015 “para probar suerte” y pergeñar
estrategias y tácticas que les den mejores frutos, claro que éstos no serán precisamente en beneficio de los
sectores más humildes. Así las cosas y así se presenta
el futuro abierto.
Hasta la próxima
No hay comentarios:
Publicar un comentario