martes, 4 de marzo de 2014

CARLOS GARDEL



Gardel y el Presidio de Ushuaia  


MURAL SOBRE UNA SELDA DEL PASILLO EN EL PENAL




El pasado 9 de octubre de 2013, estando de visita en Ushuaia, decidí conocer la famosa Cárcel y Presidio Militar. Para ello aproveché una visita guiada. Mientras esperaba que comenzara, pude recorrer el pasillo del Pabellón 4, donde están las celdas que ocuparon desde su construcción entre 1902 y 1911 hasta el cierre definitivo en 1947, los centenares de presos que pasaron por allí, muchos de los cuales fueron los mismos constructores del presidio. Esas celdas muestran (en pocos casos) hasta sus pisos originales, otras tienen figuras, casi reales, que representan a los que alguna vez las habitaron. Se encuentra la del Petiso Orejudo, asesino sádico de chicos y animales; la de Simón Radowitzky, que mató a Ramón Falcón y la que habitó Ricardo Rojas, escritor de ideas radicales enviado allí por no aceptar salir del país, ya que se oponía al golpe militar que derrocó al gobierno democrático del Dr. Hipólito Yrigoyen, entre otros más.
Entre esos otros más, en una de esas celdas, hay un dibujo hecho en la pared del frente utilizando la ventanita como el sombrero con la figura de Carlos Gardel, y sobre la pared de la izquierda un cuadro enmarcado con una foto suya, a los costados y también en la pared de la derecha, un escrito sobre vida e historia artística del cantante, en castellano e inglés.
Llegada la hora del comienzo de la visita guiada nos reunió la encargada de ésta para darnos las explicaciones de cómo iba a ser. No trato de juzgar, pero con algunos de los gestos de la guía me puse en la cabeza esta idea: no se te ocurra decir nada porque si no te quedas aquí dentro por un tiempo… ¡y era ese justamente un lugar adecuado para purgar una “culpa”!
Al término de su presentación pidió que nadie haga preguntas durante el recorrido, con tal avidez irónica que al finalizar dijo: “¿alguna pregunta?”. Hubo un silencio total de parte de los visitantes. Comenzamos a escucharla y después de explicar, muy bien, porque eso consta en los folletos de la Prisión y está vinculado al tren del Fin del Mundo, nos contó que la cárcel había sido construida por los mismos presos, trayendo desde lo que es ahora el Parque Nacional de Tierra del Fuego, madera y piedras. La madera procedía de los árboles que los penados cortaban durante una parte del día, y las piedras, de las rocas dinamitadas y rotas a pico y pala, ya que tienen una forma adecuada para poder hacerlo así, es decir, son parecidas a las lajas, o para imaginarlo mejor, a un postre milhojas.
Como se sabe, o se puede suponer, en esas latitudes en invierno los días tienen unas 5 a 6 horas de luz mientras que el resto es noche, por eso las tareas de los presos era limitada y “apurada”.
La guía no hizo ninguna mención sobre la celda que alberga la figura de Gardel, simplemente la pasó de largo. Entiendo que fue mejor así, porque tal vez no hubiese aceptado el stop de preguntas que nos propuso al principio de la visita; en mi caso me hubiese expresado de la forma que detallo más adelante.
Pero volvamos al tema en cuestión.
Al finalizar la visita, el único momento en el que podíamos preguntar, esperé la oportunidad para sacarme de encima un entuerto que vengo arrastrando desde hace años y le dije: Señorita, ¿me puede explicar el símbolo del por qué de la figura de Carlos Gardel en una de las celdas que pasamos al visitar el Pabellón Nro. 4?
Porque estuvo preso aquí -me respondió.
¿Hay documentos que avalen dicha afirmación? le dije.
No, pero había adulterado partidas de nacimiento de Uruguay y de Francia me contestó.
Claro, yo ya no podía seguir escuchando esas opiniones, como son las que nos quieren demostrar su origen “uruguayo” (tacuarense), entonces le seguí pidiendo documentación que lo acreditara.
Estuvo un día… me contestó.
Allí entonces le dije: Por favor, tome mis datos y diga que estuve preso un día, como Gardel en esta prisión.
Solo atiné a sugerir que debían rever ese tema quienes están a cargo de la información que proporcionan, y que consideraba una falta de respeto hacia la memoria de Carlos Gardel utilizar su figura en un lugar donde estuvieron los peores hasta ese entonces, asesinos y delincuentes.
Al salir de ese lugar, que trae tristeza y horror, me permito pensar que Carlos Gardel es casi seguro, según la información recibida de parte de la guía, viajó desde Buenos Aires (¿como preso?) durante el tiempo que se tardaba en esa época para llegar en barco (entre 2 a 3 meses) y si había problemas de orden climático ese viaje podía demorar hasta 5 meses.
En ningún libro escrito por verdaderos y muy serios investigadores de la vida de Carlos Gardel (Miguel A. Morena, Eduardo Visconti, Hamlet Peluso, Simón Collier y muchos muy bien documentados), ha sido mencionado este “viaje”. Pero como yo soy demasiado “ingenuo“, me pregunto: ¿no habrá sido que Carlos Gardel viajó a Ushuaia para estar un día en la prisión, para alegrar con su canto a los presidiarios, guardianes y autoridades, como lo han hecho durante tantos años yendo al frente de batalla donde estaban las tropas de los EE.UU. en distintas épocas, artistas como: Marilyn Monroe, Bing Crosby, Bo Hope, Louis Amstrong y tantos otros más?
Claro que ese gesto altruista de Gardel le hubiese costado mucho en lo físico y lo anímico, ya que viajar tres meses (por lo menos) para “alegrar” con su canto a los habitantes de la Isla, era mucho ¿no? A pesar de que hubiese sido un bálsamo para esos separados del mundo escuchar al Zorzal en vivo y en directo.
Comento esta “anécdota”, en primer lugar con el deseo de que llegue a quienes tienen la liviandad de decir lo que se les ocurre y sobre todo por esto que forma parte del texto del artículo “Gardel pionero”, de mi autoría, publicado en el libro escrito por el cantautor argentino, radicado hace más de dos décadas en Italia, Diego Moreno, Cada día canta mejor mi Don Carlos Gardel, editado en italiano y español.
Según Moreno, “Carlos Gardel poseía una imagen y una conducta que el tiempo no ha podido empañar y con total seguridad se pueda afirmar que se trata de uno de los pocos sino el único, que no tiene motivos para ser juzgado por nada ni por nadie. Ojalá hubiese muchos “Gardel” en nuestro país”.
Esta es mi forma de ver la vida y trayectoria de Carlos Gardel, al que lamento no haber podido conocer. Por eso pienso que antes de opinar algo en desmerecimiento de una persona, sea quien sea, se debe estar seguro de lo que va a decirse. Es más, ahora recuerdo una frase de la guía del presidio… “es un fanatismo” (el que corría de mi parte), y es verdad porque yo estoy muy orgulloso de ser fanático de Gardel
Me queda como experiencia “algo amarga” haber recorrido, al tiempo que me adentraba en su historia, un lugar emblemático en el mundo, un presidio comparado con Alcatraz y con algún otro, por su nivel de seguridad, ya que fugarse de allí era imposible por las inclemencias del clima, las distancias, la dificultad para llegar a algún lugar donde hallar cobijo y, sobre todo, por la lejanía con el continente.
Visitar un museo nos debe dejar un caudal importante de conocimiento y no salir de allí con falencias en la información. Por ello solicito y reclamo a quienes tienen a su cargo la tarea de organizar el discurso del recorrido de la prisión de Ushuaia, que nos brinden la historia fidedigna de los tesoros que guardan las paredes de esos museos.
Me pregunto: ¿cuál es el objetivo, el fin o no entiendo qué otro motivo se tiene, para hacer figurar que Carlos Gardel estuvo en esa prisión? Lo único que sé y entiendo es que Gardel no necesita que nadie le confiera trascendencia, él lo logró por mérito propio, no de esta manera. Pido entonces que se considere esta situación para que dejen de cometerse errores cuando se informa la historia del presidio y de sus reclusos a los futuros visitantes, argentinos y del mundo. 

                                                     Hector Rebasti 




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