viernes, 4 de abril de 2014

PRIMERA PÁGINA Nº 227 DE ABRIL DE 2014



EDITORIAL 



La desestabilización en los países de América Latina que rechazaron las fórmulas imperiales viene de afuera, del exterior, pergeñada desde el mismo antro del imperio, a través de sus ONG (como la CADAL, y otras), con más la complacencia de algunos caciques nativos captados con su oro sucio, y la infaltable asistencia de los medios locales, socios de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa).
Se decía en nuestra edición de marzo: “¡Ojo!, que Venezuela es un espejo en el que debe mirarse la Argentina” ¡y hoy lo reafirmamos! ante la andanada de acciones desestabilizadoras que se mueven en las sombras y a plena luz.
La economía del país aún se encuentra controlada en gran medida por las empresas multinacionales, los grandes hipermercados con asiento en el exterior, los laboratorios medicinales y los grandes importadores que son agentes formadores de precios, o más bien deformadores de precios, que controlan el mal llamado “mercado”.
Como en la canción-juego de los niños, la del Antón Pirulero, hoy cada adulto atiende su juego y se niega a pagar la prenda por su enriquecimiento desmedido, en detrimento de los sectores consumidores más humildes e indefensos.
Tal como lo denunciara Alberto Samid, vicepresidente del Mercado Central y empresario de la carne, “los supermercados nos están afanando” (afano=robo sin violencia). Eso para distinguirlo de aquellos robos con mayor o menor violencia, de los que tanto se quejan ciertos sectores de la población, y que son magnificados por los medios, casualmente los mismos que reciben millonadas en publicidad de los supermercados. Se trata de la fijación de márgenes de ganancias de entre el 200% y el 900%.
Valdría la pena al menos investigar, examinar los márgenes de comercialización de los supermercados. Muchos de ellos tienen sus propias fábricas y campos de producción (pastas, enlatados y otros, marca Coto por ejemplo).
Hasta el momento los llamados “precios cuidados” no están produciendo el efecto deseado; constantemente son vulnerados por desabastecimiento, acaparamiento y especulación, además de la falta de interés empresarial por mantenerlos, a pesar de que fueron “precios consensuados”, en valores superiores a los vigentes al momento del acuerdo. ¡Toda una patraña!
Pide Samid, además de muchos otros funcionarios y el consumidor en general, la instalación de anexos del Mercado Central en los barrios, con “verdaderos precios cuidados”.
Ante la amenaza del cobro de multas por parte del gobierno, los supermercadistas se ríen, apelan por años y jamás las pagan.
Se hace urgente sancionar como ley las drásticas medidas que se encuentran en el proyecto del diputado nacional Héctor Recalde, que crea nuevas reglas de juego, para terminar con el divertimento empresarial. No es posible que el libremercadismo burle sistemáticamente todas las normas vigentes. Entre esas nuevas medidas proyectadas están los cambios en las Leyes de Abastecimiento, Lealtad Comercial y Defensa del Consumidor, a fin de que dejen de ser “letra muerta”. Es hora de sancionar a los infractores.
Además de multas (primero pague, luego apele), ¡hacen falta clausuras, y hasta prisión para los agiotistas, especuladores, acaparadores y transgresores sistemáticos! ¡Basta de sanata, que la paciencia ciudadana se termina!
Señores diputados y senadores: manos a obra y a sancionar urgente las leyes “Recalde”, que el pueblo los eligió para que legislen en su beneficio, rápidamente, sin dilaciones. Asimismo urge abrir decenas de bocas de expendio del Mercado Central en los barrios, con auténticos precios cuidados.
Como es válido pedir “mano dura” para los distintos tipos de robos, también debe haberla para el “afano” suave, indoloro, pero cruel del empresariado.
El Antón Pirulero vale para la recreación infantil, pero no para los vivos adultos que jamás pagan las prendas.

Hasta la próxima





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