sábado, 3 de mayo de 2014

UCRANIA



Ucrania y el fracaso de la Unión Europea




 Mientras las operaciones de prensa intentan presentar a Vladimir Putin como a un imitador de Hitler, que planea quedarse con todos los países cercanos a la frontera rusa, pocos se atreven a preguntarse cuáles son los motivos reales que impulsan a los pueblos a abandonar la Unión Europea para pasarse a la órbita de Rusia.


El pronunciamiento del pueblo de Crimea fue claro: la mayoría quiso volver a formar parte de Rusia. Otros movimientos separatistas pugnan por seguir este ejemplo y hasta arriesgan la vida con tal de abandonar a la Unión Europea. La explicación que ofrece la prensa Occidental es que Putin es un hábil y totalitario mandatario que busca crecer territorialmente, como si fuera un Hitler del siglo XXI.
Pero desde aquí preferimos ofrecerles otra idea: los pueblos quieren formar parte de Rusia porque les conviene más un gigante en crecimiento que una Unión contra natura y en proceso de decadencia, que depende exclusivamente de las políticas que decida Alemania. 


Para los ucranianos, Rusia significa su principal comprador. De ocurrir un cierre o de persistir el conflicto con los rusos, el resto de Europa no suplantará los mercados que perdería Ucrania. Esto significaría un abrupto crecimiento del desempleo, para un continente europeo donde el trabajo no abunda.
Además, muchos europeos del Este añoran un pasado donde se sentían más protegidos bajo el ala soviética que les proporcionaba un Estado que no los dejaba a la intemperie. Hoy Rusia ya no es ese estado comunista, pero es un país capitalista que está en crecimiento y que no se vio afectado por el fantasma de la crisis que recorre al resto de Europa.
Por eso el caso de Crimea no fue algo aislado. Ya hay otras regiones que impulsan plebiscitos para consultar al pueblo sobre su deseo de volver a pertenecer a Rusia o por los menos, independizarse de una fracasada Unión Europea.
La amenaza de guerra fue puro fuego de artificio. Estados Unidos amagó con sanciones económicas que todavía no llegaron a concretarse. Es que la teoría del progreso permanente, que formó parte del relato del capitalismo occidental desde su nacimiento, se ve en penumbras. En cambio, Rusia ofrece una realidad efectiva luminosa, que seduce a pueblos hartos de promesas incumplidas.

Pablo Salcito 





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