EL
EDIFICIO MONTE CÚDINE, DE BELGRANO 2280
EL VIEJO EDIFICIO REMOZADO HOY COMO PASEO DEL MUEBLE |
Monte
Cúdine
fue una bebida amarga, “Amaro”, de origen italiano,
que se popularizó en Buenos Aires a
principios del siglo XX.
El
barrio de Balvanera fue el lugar donde se
radicó Giosué Bonomi, hombre emprendedor nacido en un pueblito cercano
a Milán y al Monte Cúdine. Había recalado en las costas uruguayas en el año
1836. Con unos pocos ahorros y un pequeño crédito compró una nave que había
encallado en la costa debido a un fuerte temporal, con el fin de desguazarla y
vender la madera y otros aparejos navíos.
A este primer barco siguió un segundo
que había corrido igual suerte. El buen resultado de estas operaciones hizo que
Giosué se planteara que si existía un mercado para la madera usada, también
podía existir uno para la madera nueva, con lo que dio inicio a la importación
de tablas. El negocio fue un éxito, y le siguieron otros. Así fue como abrió
una barraca a la que llamaría "La Barraca del Pontón".
Con esta actividad logró cierta posición económica. Ingresó a nuestras tierras, coincidentemente con
las grandes inmigraciones europeas. Entonces adquirió un edificio en la calle
Belgrano 2280, cuya construcción data del año 1870; lo acondicionó e instaló
allí su empresa hacia
el año 1871.
Posteriormente
constituyó una sociedad con Juan Lamaison, para explotar una ferretería y un
almacén naval. Finalmente en 1876 comenzó con la
importación y envasado de su “Amaro”, que
distribuyó en las pulperías de la ciudad y
las poblaciones del interior.
El negocio resultó
fructífero, y logró imponer la bebida en el gusto de los argentinos de la
época; con el tiempo incorporó otros
productos, como nuevos licores, vinos y el azafrán.
Vale hacer un
poco de memoria sobre cómo era el país en aquella
época: la población total llegaba a 3.250.000 habitantes; la Ciudad de Buenos
Aires contaba con 430 mil almas, en una alta proporción inmigrantes.
El ejido
urbano llegaba hasta la Calle de las Tunas (hoy Entre Ríos-Callao), llamada así por los cercos de las casas y quintas que
delimitaban entonces las propiedades. Hacia el oeste se abrían en abanico
numerosas quintas, algunas para los fines de semana de la incipiente burguesía
local y otras, pequeñas unidades de producción de frutales y verduras,
salpicadas entre pantanos y terrenos yermos.
Los caminos
eran casi inexistentes a excepción del Camino
Real, la actual Rivadavia. El primer ferrocarril, el Camino de Hierro al
Oeste nacía por el año 1857, y las líneas de tranvías a caballo hacia
1868, entre ellas la de los hermanos Lacroze, que recorría desde Plaza de Mayo a
Once. Estos primitivos tranvías iban por la
calle Cangallo (hoy Perón) y regresaban por Piedad (hoy Bartolomé Mitre), por
cierto marcaron un antes y un después en el transporte y en los caminos.
Sobre el
citado Camino Real se levantaba el Teatro Doria, un amplio galpón con
techo a dos aguas, predecesor del Marconi, también desaparecido (era considerado como de “óperas baratas”). Por
entonces se abría el Colegio San José de los padres Bayoneses, en
Cangallo y Azcuénaga, y el Gran Mercado Spinetto –mayorista-minorista– que aglutinaba a amplios
sectores de la colectividad italiana.
En aquel
ámbito nació “Monte Cúdine”, en los
suburbios de una ciudad que avanzaba lentamente hacia el oeste, en las
inmediaciones de los barrios negros, los Barrios del tambor, como lo era
una amplia franja del sur de Balvanera donde proliferaba la raza negra, con admiradores
y protegidos de Rosas. Recién se revertirá esta
mayoría y casi desaparecerán
los negros, con la cruenta e injusta Guerra de la Triple “Infamia” contra el
Paraguay, donde éstos fueron utilizados como
“carne de cañón”.
VIEJO ALMANAQUE DE PROPAGANDA DE 1958 |
Después vinieron las grandes inmigraciones de
italianos y españoles que motivaron al gobierno de Roca a promulgar en 1884 la Ley
1.420 de Educación Laica, y en 1888 la Ley 2.393 de Matrimonio Civil. Hasta
entonces tanto la educación, como los
matrimonios y defunciones eran manejados por la Iglesia.
Con este
escenario volvemos a Monte Cúdine, un amargo que caló fuerte en la población de
entonces. Era importado, de origen italiano, desembarcado por Bonomi en las
orillas bonaerenses y transportado en carretas
hasta el gran caserón de Belgrano al 2200, donde
era embotellado y distribuido.
En sus
comienzos el establecimiento tenía piso de tierra. Más tarde adoquinaron una
calle interior que llegaba hasta más allá de la mitad de la manzana. Allí se
almacenaba el producto en grandes sótanos, algunos de los cuales aún hoy
subsisten como depósitos del actual Pasaje del Mueble. En los fondos, y por la
calle Venezuela, se hallaban las caballerizas.
Hacia el
centro de la manzana, la familia Bonomi había construido su residencia de tres
pisos, con ascensor, uno de los primeros de Buenos
Aires; toda una novedad en las afueras de la ciudad de entonces.
Sobre
Venezuela funcionaba también un cine, según recuerdan vecinos memoriosos, del que
no contamos con precisiones; sí las hay del cine Guaraní que estaba en Belgrano
y Pasco.
ANTIGUAS BOTELLAS DEL PRODUCTO PARA COLECCIONISTAS |
Todavía en las
primeras décadas del siglo XX subsistían sobre la avenida Belgrano algunos de
los amplios caserones que supieron albergar instituciones barriales, como el Registro
Civil hacia la calle Pichincha, vereda impar, y una escuela primaria
hacia Matheu, vereda par. En la esquina NE se levantaba una sucursal del bazar Dos Mundos, otra de los grandes emporios desaparecidos
de la ciudad, y la tradicional zapatería El Cañón, por Pichincha a pocos
metros de Belgrano. En esa esquina, en su
pronunciada curva, resonaba diariamente el chirrido de las ruedas del tranvía,
junto al chispazo del trole al rozar el electrificado conducto aéreo.
Con el correr del tiempo varios
fabricantes independientes de bebidas se agruparon y crearon Licorerías Unidas,
S.A. (LUSA). Uno de sus fundadores fue precisamente
Luis G. Bonomi, quien aportó su negocio de Amaro. Finalmente esta
sociedad fue adquirida por Martini & Rossi, y la familia Bonomi se
concentró en el negocio de las especias y los condimentos.
Con el tiempo los
gustos de Buenos Aires fueron variando, y el famoso Amargo Monte Cúdine
desapareció como tantas otras bebidas tradicionales: Pineral, Amargo Obrero,
Hesperidina, Hierro Quina Bisleri, hoy guardadas en el cofre de los recuerdos. Siempre existe algún coleccionista que pone en venta por Mercado
Libre aquellas botellas a valores considerables, pero atractivos para el
antiguo bebedor porteño.
Finalmente la
cuarta generación de la familia de Giosué Bonomi emigró hacia
Uruguay, donde continuó explotando la marca, claro está que con otros
productos, especialmente sabores y condimentos, pero el tema será motivo de
otra historia.
Fuentes:
http://www.yelp.com.ar/biz/galer%C3%ADa-monte-cudine-buenos-aires
Hola soy cintia. Tengo dos almanaques de los años 1944 y 1947 de monte cudine completos y en muy buen estado. Quisiera saber su valor.
ResponderEliminarLa historia de los Bonomi es cierta en parte, empezaron en Uruguay, donde continuan con las especias y otros productos, leer la historia en: Monte Cudine (Uruguay), aquí se instalaron los sobrinos del primer Bonomi que llegó de Italia.
ResponderEliminarLa historia empresarial de la familia Bonomi es prácticamente tan antigua como la de Uruguay. Giosué Bonomi nació en un pueblecito cercano a Milán, cerca del lago Magiori y del Monte Cudine. Su espíritu emprendedor le llevó a embarcarse hacía América, en busca de las oportunidades que brindaban las nuevas repúblicas americanas, estableciéndose en Montevideo.
ResponderEliminarhttp://www.montecudine.com/compania_historia.php
ResponderEliminarQue gran historia!!!
ResponderEliminarVi una muy antigua publicidad en La Modelo de La Plata. Me dio curiosidad y me encontre con esta historia increible, apasionate, llena de muchisimo amor por lo que una persona puede hacer. Felicito al equipo que rescato este hermoso relato...
ResponderEliminarQue buen relato! Gracias
ResponderEliminarFui vecino del lugar me trae gratos recuerdos y mucha nostalgia
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