martes, 2 de diciembre de 2014

CRITICA DE CINE: REFUGIADO



 REFUGIADO


 
Laura y Matías una madre y su hijo recorren una Buenos Aires oscura y tenebrosa, escondiéndose de un marido/padre violento, que no aparece en escena, pero del que siempre está presente su amenaza omnipotente, ambos se ven obligados a abandonar inesperadamente la casa donde viven tras una nueva reacción violenta de Fabián (el padre). Matías tiene 7 años y Laura transita los momentos iniciales de un embarazo. Comienzan, así repentinamente, un deambular en busca de un lugar donde puedan sentirse protegidos y amparados. Ambos andan por una ciudad dura, anodina, violenta, en la que una madre y su hijo intentan atravesar para sobrevivir.
Tal vez esta película sea la mejor de la carrera de Diego Lerman, la que toca temas que podrían ser catalogados como “políticamente correctos” (la “violencia de género”), y lo hace con sabiduría, inteligencia y talento, sin recurrir a lugares comunes, discursos ni frases hechas.
Julieta Díaz, está en su mejor papel, en el que acompaña a su pequeño hijo en un derrotero que la lleva de los monoblocs en los que vive con su pareja golpeadora a un refugio para mujeres y de ahí a las calles porteñas, siempre buscando escapar de la amenaza. Tironeada por su relación con su marido, pendiente de su niño, tratando de superar un hecho violento que es el punto de partida del filme, la protagonista se encuentra a sí misma en esa complicada supervivencia.
El film tiene su grado de tensión y suspenso, siguiendo las desventuras cotidianas de madre e hijo. Una primera etapa del filme se centra en el refugio en el que ambos paran: el niño se siente bien y acompañado (la niña colombiana con la que comparte aventuras es un hallazgo), pero la madre entra en una severa depresión y decide escapar antes de enfrentar la situación legal con su pareja, a la que sigue temiendo y de quien no parece poder desprenderse del todo. De ahí en adelante está entregada a su suerte, a las dependencias que ambos tienen con el ex y a la posibilidad de sobrevivir y de formar una nueva vida con pocos recursos y bajo una amenaza permanente.
Con una notable dirección de fotografía del polaco Wojciech Staron (El premio) que transforma a las zonas marginales de Buenos Aires en un símil cinematográfico de ciudades del Este de Europa (oscura, gris, nublada, densa) y con un trabajo extraordinario del niño Sebastián Molinaro que junto a Julieta Díaz son el objetivo persistente de la narración, Lerman logra un filme que trasciende las limitaciones de su tema: es una pintura urbana, pura, dura y sin concesiones, de las dificultades de sobrevivir a una relación violenta y codependiente, que nunca termina de permitir que las personas se liberen del todo de lo que las lastima.
El clima es sin dudas lo mejor logrado del filme, la historia de una familia que es desmembrada, como tantas y en la que la figura del padre ausente en el film es la que ejerce una fuerte presión en los demás. El amor es más complicado parece decir el filme que entrar y salir de situaciones difíciles e incómodas. Es saber encontrarse a uno mismo y poder, a partir de ahí, vivir con los demás. Y eso es lo que tratan de hacer aquí los protagonistas. Otra película del cine nacional reciente, que deja bien parado a nuestro cine, últimamente con una abundante producción y notable calidad. El largo plano secuencia de su “declaración” en el refugio, merece los premios obtenidos, ganadora en el III Concurso Itamaraty para el Cine Sudamericano en San Pablo. Selección Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes 2014 y que puede aspirar a otros que se entreguen a la actuación en la Argentina este año.

Marta Romero




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