martes, 2 de junio de 2015

EDITORIAL PRIMERA PAGINA Nº 240



EDITORIAL Nº 240 JUNIO 2015






La vieja, insistente  y aburrida muletilla de los grandes medios de información, especialmente la TV (ya que el costo de los diarios los hacen privativos para muchos), es el tema de “LA INSEGURIDAD”,  considerada ésta únicamente la producida por los delitos contra las personas.

Siempre la misma cantinela, repetida, desde el año 2004,  remanida “la inseguridad está cada vez peor, nos están matando. Cuando salimos de casa no sabemos si vamos a volver. Tu vida no vale nada, te matan por una zapatilla o un celular. En este país nadie va preso por nada. Los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra. Los menores te matan y al otro día salen libres porque no son imputables. Hay que bajar la edad de imputabilidad. Debido al narcotráfico te matan por nada: ya estamos como Colombia o México. Nadie hace nada, ¿dónde está la “década ganada” y la inclusión si hay cada vez más inseguridad?”

Sin embargo vale preguntarse a cuántas ascienden las muertes producidas por este flagelo. No abundan las estadísticas, y menos las confiables; mientras tanto, por otra parte se ocultan, se silencian, se  eluden las estadísticas de accidentes producidos en la vía pública por el endemoniado tránsito, las negligencias en el manejo y ni qué hablar de los producidos por las motocicletas.

Se publicaba en los diarios del 9 de mayo pasado un informe de la Cámara de Fabricantes de Moto Vehículos (CAFAM):"durante el mes de abril, el total de unidades patentadas fue de 41.489, lo que muestra un incremento del 16% en comparación con 2014”. Cabe tener presente que las motos constituyen el mayor peligro para el peatón y para los propios motociclistas.

Valdría más que fomentar la fabricación de motos y coches particulares, promover la fabricación en el país de vagones, locomotoras, camiones y micros, o sea priorizar el transporte colectivo por sobre éstos últimos el individual, especialmente trenes y subtes, no contaminantes.

                      Otro dato escasamente difundido es que Argentina ostenta uno de los más altos índices de mortalidad por accidentes de tránsito, y sin entrar en una maraña de números baste una cifra desnuda: 21 personas mueren por día; hay 7.485 víctimas fatales por año y unos 120 mil heridos de distinta gravedad.

                                La organización civil Luchemos por la Vida aconseja, con buen tino, usar el casco en las motos y el cinturón en los coches, los chicos atrás… pero ¿alcanza con estos recordatorios? Los accidentes se suceden, las muertes se suceden, los heridos se suceden, los incapacitados se suceden.

                                Sin embargo  no son estas  las  víctimas que interesan al acontecer politiquero, que solo lucra con  las producidas por robos y  hurtos, como los únicos dignos de ser llamados “inseguros”. Dos chiquitos se incineraron el mes pasado en un taller clandestino de Flores por falta de control del Gobierno de la Ciudad. ¿Acaso no es este hecho parte de la inseguridad? ¿Cuántos trabajadores se accidentan producto de la imprevisión y la negligencia patronal? ¿Cuánta gente sobrevive con un trabajo informal? ¿Cuánta gente  se intoxica y muere producto del uso de los agro tóxicos (de venta legal) en el campo? ¿Qué ocurre con la contaminación por la minería a cielo abierto  y las talas indiscriminadas de bosques? , en los incontables casos de femicidio  y abuso de menores,  Y qué decir por la acción  de las desbocadas barras bravas, el último grave hecho de la cancha de Boca es un mudo testigo.

                             De esto no debe hablarse. Solo debe visibilizarse lo que entiende  por  inseguridad  la oposición y así endosarle culpas al gobierno y pretender justificar  más policía, más “control de la población”. ¿Y a qué lleva ese mayor control? Lleva a una mayor represión. Lleva a que la gente, especialmente la más humilde no se exprese, no reclame por sus derechos. Se busca la dominación por el miedo, que también es un buen negocio para los traficantes de seguridad: alarmas, rejas, perros bravos, candados…y sobre todo vivir encerrados en sus casas ante las primeras sombras de la noche.

En épocas dictatoriales se prohibían las huelgas y las manifestaciones, amén de los asesinatos producidos desde las entrañas del poder oficial. ¿Podemos olvidarnos acaso de los 30 mil desaparecidos de la última de las dictaduras?

El tema pasa por tildar al gobierno de “mano débil”, de “blando”; pocos hablan de las otras inseguridades, las del tránsito, las del trabajo no registrado, de las de la falta de responsabilidad empresarial en el cumplimiento de los reglamentos vigentes.

Se trata de usar políticamente un problema sentido por la sociedad, introducir el miedo que inmoviliza,  la cuestión es inmovilizar, acobardar ¿pero en beneficio de quién?

Estamos ante un ensayo final, para preparar el terreno de un posible gobierno represor, un gobierno que elimine las conquistas logradas sin que haya reacción, y…por si acaso… una policía brava presta a escarmentar y poner en vereda a los díscolos quejosos.

Los candidatos “opositores”,  que callaron durante la dictadura y

 durante el ajuste de Menem, hoy ladran, gruñen y aúllan reclamando seguridad, ¿será tal vez este su único futuro plan de gobierno?

El país se apresta a votar, ¿a votar por qué?¿Por una mejor calidad de vida con mayores conquistas sociales o por vivir enclaustrados y temerosos hasta de la propia sombra?



                                                  Hasta la próxima











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