lunes, 21 de septiembre de 2015

GRECIA: LAS ELECCIONES Y "EL SÍNDROME HELENICO"



 EL HACER EL TRABAJO DEL ENEMIGO  ENGAÑANDO A SU PROPIO PUEBLO




ALERTA ROJA EN GRECIA:

Las elecciones no son más que un eslabón en la cadena de golpes de Estados perpetrados contra la democracia en Grecia desde el referéndum.

UN CASO PARA PENSAR Y MEDITAR 


No existe victoria mayor que transformar en instrumento y propagandista en la práctica de vuestra política al propio jefe de los adversarios rebeldes, en este caso los griegos que se rebelaron pacíficamente contra el régimen neocolonialista de los memorandos, votando a Syriza y Anel en enero de 2015, y votando NO, por una mayoría aplastante, en el referendum de julio.


No existe éxito mayor que obligar a un partido que se dice «de la izquierda radical» a aplicar el plan neoliberal de la derecha más extrema jamás aplicado en Europa. No existe éxito mayor que obligar a los dirigentes de un partido, cualesquiera que sean las acusaciones se le puedan hacer, a donar ríos de sangre por la democracia y la independencia nacional del país; a pisotear, por primera vez en su historia, los principios más fundamentales. A despreciar tan violentamente el mandato del 5 de julio, a introducir en pleno verano, apenas traducidas “por Google“, cientos de páginas de legislación aprobada en el transcurso de degradantes noches en blanco, para que la burbuja de «representantes del pueblo griego» valide la voluntad de los extranjeros que remata la transformación del país en colonia, en protectorado y propiedad de esos mismos extranjeros. A utilizar el partido como una propiedad de su jefe. Todos los que dieron su vida por la democracia y la independencia de Grecia se están revolviendo en sus tumbas.



¿Por qué Tsipras ha caído en la trampa?


No existe éxito mayor que obligar a un partido que se dice «de la izquierda radical» a aplicar el plan neoliberal de la derecha más extrema jamás aplicado en Europa. A utilizar el partido como una propiedad de su jefe.

Tan solo entraremos un poco en el interesante asunto de los factores complejos que explican la transformación ovidiana del Primer Ministro, esa obra de Circe que Homero, si viviera, incluiría ciertamente en su Odisea.

Alexis Tsipras no creyó nunca en las fuerzas de su partido, ni del país, ni en su poder para llevar a buen puerto la obra de resistencia y renacimiento nacional que él mismo reivindicó al tomar el poder. Pero no se trata en absoluto de un imbécil, como podría decirse de otros primeros ministros. El sabía que tenía que encontrar algo contra Merkel. Evidentemente, se apoyó en lo que pensaba que podía resolver el problema: una parte del establishment financiero estadounidense e internacional. De allí venían –o al menos él lo pensaba- las garantías que mantuvieron su superoptimismo, a propósito de un acuerdo, hasta el último momento. Ignoró el sentido común, las advertencias de todos nosotros, incluso las advertencias de Lafontaine y los dirigentes de Die Linke, que estaban mejor situados que nadie para prever exactamente lo que harían Merkel y Schäuble. Tuvo miedo, no quiso prepararse y no se preparó, no preparó la ruptura que provocaría casi ineluctablemente la reivindicación de interrumpir el recorrido de los memorandos, o que haría necesario salvar el país.

Ahora, su gobierno y él mismo, personalmente, tienen los pies y las manos atadas, prisioneros de las potencias que les han «engañado» o, para ser más precisos, que les han ayudado a “engañarse”. Por eso, el vicepresidente, Giannis Dragasakis, expresa su agradecimiento al gobierno de los EEUU.







Tsipras en tanto que arma del memorándum

La comunicación de Tsipras y la utilización del hombre como el arma más poderosa contra su propio partido y su nación, es uno de las grandes realizaciones de la tecnología política.

En un clima que recuerda el Proceso de Kafka, el propio Tsipras se ha convertido en el mayor argumento contra el pueblo griego. Es como si en 1940 se hubiera obligado a Ioannis Metaxas (Primer ministro griego al que Mussolini pidió que dejara pasar sus tropas y, por tanto, invadir Grecia. Metaxas se negó y eso fue el comienzo de la Segunda Guerra mundial para los griegos, Ndlr.), tras el NO y un mes de guerra, a firmar la rendición y explicar hasta qué punto era imposible y catastrófica la “ruptura” con Mussolini. ¿Qué habría sucedido en el frente tras una declaración así?


La señal que “emite” Tsipras, es decir sus consejeros en comunicación, es: “Mirad a este bravo muchacho. Ha luchado durante seis meses y ha hecho lo que ha podido. ¿Es posible que este chico sonriente, en el que habéis creído, al que habéis apoyado y votado, os haya engañado hasta ese punto? ¿Puede ser un traidor, él, un hombre de izquierdas? ¿Es posible que os haya embaucado hasta este punto? ¡No! Si Tsipras y Syriza no lo han conseguido, si no han podido liberar al país de sus ataduras, quiere decir que nadie puede hacerlo. Sería simplemente catastrófico que cualquier otro lo intentara. Por tanto, es necesario bajar la cabeza y aceptar lo que nos dictan europeos y estadounidenses, intentando hacer las cosas lo mejor posible”.


Como base auxiliar se da a entender que es forzoso y obligatorio que continúe en el poder, para salvarnos, dulcificar los efectos… perniciosos del acuerdo que él mismo ha firmado. Se da a entender, vale decir, que fundamentalmente en lugar de continuar en Maximou (Palacio residencia del primer Ministro griego, Ndlr.) discutiendo con Hollande y Merkel, preferiría regresar a las tabernas populares de Galatsi o, al menos, a los establecimientos de Ekali (barrio rico residencial de Atenas, Ndlr) y sufrir para el resto de sus días el odio o el desdén de una parte nada despreciable del pueblo griego; porque, naturalmente, todos los sueños, buenos o malos, terminan y en un momento dado todo el mundo se recupera del shock, por fuerte que haya sido. (Los amigos y consejeros fatales en quienes confía le dicen que debe permanecer en el timón, porque él es alguien entre Mitterrand y De Gaulle. Que es el nuevo “Andreas Papandreu”, como si fuera posible -cualquiera que sea la opinión que se pueda tener sobre Andreas y el Pasok y el enorme rol, bueno y malo para Grecia, que han jugado- reducirles a una colección de trucos y engaños exitosos).

Incluso aunque el pobre ciudadano griego, que recibe bombardeos políticos y comunicativos sucesivos antes de recibir los tiros económicos del tercer y peor memorandum , no crea en todo esto ¿qué conclusión sacará ? ¿Qué ya se ha jugado todo, que no se puede hacer nada y por tanto “debo ver como sobreviviré porque ni siquiera tiene sentido ir a votar, venga, todo lo más votaré por Leventis (antiguo miembro del Pasok que creó su propio partido, muy poco considerado durante varias décadas y muy crítico con los políticos de todas las tendencias. Como en sus programas de TV tiene la costumbre de beber café helado y gritar, se le consideraba un payaso de la política (ahora se piensa que entrará en el Parlamento… Ndlr.) que repentinamente se ha convertido en el preferido de los medios de comunicación de los oligarcas”. Y como “el imperio” es omnipresente y todopoderoso, probablemente se alberga en algún hotel ateniense, nos escucha y reacciona al menor incidente. En Internet se ha lanzado la información errónea de que las elecciones serán nulas si la participación es inferior al 50%: una forma de hinchar la abstención.



La comunicación en la era del totalitarismo

Nosotros, los griegos, nos hemos convertido en los conejillos de indias de una gran experiencia en la historia europea. ‘Cómo convencer a toda una nación de suicidarse’, porque de eso se trata.

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