Murió David Baigún, uno de los más grandes penalistas del país
“Su
deseo era que los restos volvieran a La Pampa, donde se crio con sus
nueve hermanos”, contó a Infojus Noticias una de sus sobrinas, la fiscal
general Gabriela Baigún. “Tute”, como le decían los conocidos, fue
premio Konex de Platino en Derecho y profesor titular consulto de
Derecho Penal de la UBA en la famosa “Cátedra Baigún”, por la que
pasaron reconocidos juristas. Durante la dictadura fue el primer abogado
que contactó Estela de Carlotto.
- El reconocido jurista falleció hoy a sus 89 años. “Su deseo era que los
restos volvieran a La Pampa, donde se crio con sus nueve hermanos”,
contó a Infojus Noticias una de sus
sobrinas, la fiscal general Gabriela Baigún, quien lo definió como “el
tipo más coherente” que conoció. “No hablo desde lo académico, que fue
brillante y lo hizo merecedor del premio Konex de Platino y numerosos
honoris causas, sino desde lo humano. Fue coherente en su forma de
vivir, en su concepción del ser humano”, detalló.
Su condición de jurista indiscutible, destaco por sobre todas las cosas su compromiso ideológico con un Derecho Penal no solo de garantías sino de igualdad”, dijo a Infojus Noticias Alejandro Slokar, integrante de la Cámara de Casación Penal. “Fue uno de los más grandes, en todo el sentido de la palabra, como abogado, como doctrinario y como persona, con un compromiso y una coherencia inquebrantables”, lo recordó hoy Mario Juliano, juez del Tribunal en lo Criminal 1 de Necochea y presidente de la Asociación Pensamiento Penal.
“Tute
dio muchas batallas para hacer del mundo un mejor lugar para vivir”,
indicaron en un comunicado las organizaciones en las que se desempeñó
Baigún a lo largo de su carrera: el Instituto de Estudios Comparados en
Ciencias Penales y Sociales (INECIP), el Centro de Investigación y
Prevención de la Criminalidad Económica (CIPCE), el Centro de Políticas
Públicas para el Socialismo (CEPPAS) y el Instituto Latinoamericano de
Seguridad y Democracia (ILSED). “Queremos despedirlo sin palabras de
ocasión, porque no las hubiera compartido. Simplemente queremos hacerlo
destacando todo lo que nos enseñó y lo que nos deja como una inmensa
herencia: que la realidad puede transformarse”, agregaron.
De La Pampa a Buenos Aires
Hijo de inmigrantes polacos, “Tute” Baigún abandonó la pequeña casa de
paredes blancas en una de las esquinas de Macachín para estudiar
abogacía en Buenos Aires. Llevó consigo el apodo que su padre le había
puesto de niño y que lo acompañaría a lo largo de su vida.
El Derecho se convirtió en su pasión. Se graduó en la Universidad de
Buenos Aires en 1948, se doctoró en Derecho y Ciencias Sociales y fue
profesor titular consulto de Derecho Penal de la UBA en la famosa
“Cátedra Baigún”, por la que pasaron reconocidos profesores como Julio
Maier, Marcelo Sancinetti, el juez de Casación Penal Mariano Borinsky,
el juez federal Daniel Rafecas y el ex fiscal Maximiliano Rusconi, entre
otros.
Años después -en
1995- Maier y Sancinetti le rendirían homenaje con el libro “El Derecho
penal hoy”, que contó con textos de Eugenio Raúl Zaffaroni, Alberto
Binder y Luis Marcó del Pont, entre otros destacados juristas. “De él
aprendimos la razón por la cual los seres humanos, cualquiera sea su
nacionalidad, su concepción política, su creencia, su idioma o su raza,
son naturalmente iguales y dignos y deben ser tratados de esa manera por
los demás. (…) Él dedicó su vida a este ideal, con las únicas armas que
posee un hombre civilizado: su razón, su forma de comunicarse con los
congéneres y su presencia; y nos enseñó no sólo su valor, sino, además, a
pelear por ese ideal y por esas armas”, escribieron sus colegas en el
prólogo.
Por la “Cátedra
Baigún” también pasó la sobrina de Tute. Primero como alumna y luego
como profesora adjunta. “Cuando tenía que rendir el examen él no me lo
quiso tomar. Lo hizo Sancinetti, quien me puso un diez. Después mi tío
me bajó la nota a un nueve. Decía que un Baigún no podía tener un diez
en esa cátedra”, recuerda Gabriela entre risas.
Compromiso, militancia y amor
“Afiliado
al Partido Comunista Argentino, estudioso del pensamiento marxista y
conocedor de las discusiones de la izquierda europea, sus primeros años
de ejercicio profesional fueron de intensa actividad como defensor de
presos políticos y militantes perseguidos”, explicó el juez Marcelo
Alfredo Riquert cuando Baigún recibió el título de profesor
extraordinario en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de
Mar del Plata.
“Durante la dictadura fue el primer abogado que
contactó Estela de Carlotto. Él presentó los reclamos por los nietos
desaparecidos”, contó su sobrina. Con el regreso de la democracia,
Alfonsín lo designó en el Banco Central, donde creó el Centro de Asuntos
y Estudios Penales. Desde ese espacio –que cerraría el menemismo en los
’90- dirigió investigaciones por delitos financieros. También estuvo al
frente del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y
Sociales (INECIP) y fue vicepresidente del Centro de Investigación y
Prevención de la Criminalidad Económica (CIPCE).
En su paso
por la facultad como docente Tute conoció a Cecilia Groisman (titular de
Derecho de Familia), la mujer que lo acompañaría hasta el día de su
muerte. Él tenía dos hijos de un matrimonio anterior. “Formaron un
familia ensamblada perfecta”, contó su sobrina, una de las pocas en la
familia que heredó la pasión por el Derecho.
Otro de los que siguió sus pasos fue Santiago -hijo de unas de las
hijas de Cecilia- a quien Tute crio como a uno de sus nietos. “Él y
Cecilia me enseñaron de chico a entender el Derecho como una herramienta
de transformación. Él fue abogado de presos políticos durante la
dictadura e impulsó los juicios por el robo de bebés. En ese entonces yo
tenía 15 años y lo acompañaba a Comodoro Py”, recordó el joven, que hoy
trabaja en la Defensoría General. “Después, cuando empecé a estudiar,
me di cuenta que en la Facultad todo el mundo lo conocía. No solo desde
el lugar académico, también como persona”.
Pipa, boina y maletín gastado
Sus amigos y familiares coinciden en que Tute era un hombre muy activo.
“Siempre me sorprendió su ‘juventud’, sus ganas de seguir haciendo
cosas, de proyectar, de tratar de contribuir a los cambios”, escribió el
juez Juliano en su muro de Facebook.
Una de sus salidas
preferidas era ir al club Hindú -a unas pocas cuadras de la casa- donde
jugó al tenis hasta hace unos cuatro años. También solía ir a bailar
tango con Cecilia, su entrañable amigo Julio Maier y la mujer de él.
De boina, pipa y con un maletín gastado. Así lo recuerdan quienes lo
frecuentaban. Uno de sus lugares preferidos era la biblioteca del primer
piso de la casona de Villa De Mayo, en el partido de Malvinas
Argentinas. En esa sala, parecida a un aula de la Facultad de Derecho,
pasaba horas sentado leyendo libros de historia, derecho y filosofía.
También le gustaba escribir. Entre su obra se cuentan una decena de
libros, numerosos artículos, notas, prólogos de libros y colaboraciones
en revistas especializadas en todo el mundo. Pero el Derecho no era su
único tema de interés. “Hace un tiempo estábamos con mi abuela revisando
cosas. Ella sacó de un cajón un sobre con miles de poemas que Tute
había escrito desde 1964 hasta hace dos años”, recordó Santiago.
A los 89 años, ya alejado del tenis, el tango y la poesía, Tute murió
en la quinta de Villa De Mayo en la que vivía junto a Cecilia y sus
perros. Después de la despedida de familiares, amigos y colegas, sus
cenizas se mezclarán con la sal de su Macachín natal. Ahí en esa pampa
desierta donde de niño corría y jugaba con sus hermanos, bajo el sol
radiante o a la sombra de los eucaliptus.
Sebastián Ortega
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