Brasil: Nueva ofensiva del imperio
La ofensiva es incesante y no da respiro. El gobierno de
Dilma Rousseff vive sus horas más dramáticas, cercado por el ataque combinado
de los medios de comunicación y el poder judicial. Un modus operandi que se repite en varios puntos de América latina y
tiene como objetivo que los gobiernos populares pasen al rincón de los
recuerdos.
Para no dejar escape posible, el golpe blando que se está
llevando a cabo en Brasil tiene como objetivo liquidar a ambos líderes del
partido gobernante: Dilma y Lula. No sea cosa que el objetivo de destituir a la presidenta le traiga como consecuencia no deseada a la
derecha, el triunfo del líder petista.
Los gobiernos populares no han logrado penetrar los ámbitos
donde el poder fáctico se ha hecho fuerte y montó una firme trinchera: los
medios y la Justicia. Al no lograr penetrar esa base de poder, apenas afloraron
los problemas estructurales, los mandatarios que encarnaban los proyectos
entraron en problemas por el momento insolubles. Así como el gobierno de Brasil
resiste a duras penas, en Argentina el gobierno de derecha de Mauricio Macri
avanza sin frenos en un ajuste brutal.
En Brasil se está pagando muy caro el precio de haber
abandonado la política desarrollista con inclusión social de Lula, para entrar
en una fase de medidas ortodoxas que ajustaron a la economía. Ni con estas
medidas los poderes corporativos lograron aceptar la conducción de Dilma.
Además, la propiedad de los medios fue cuestionada en las palabras pero no en
las leyes. Es por eso que las corporaciones no
esperaron ni un segundo para caerle al PT cuando se conocieron los primeros
datos de la operación que involucró a Petrobras.
Las sombras se extienden sobre nuestro continente y de la
alegría de la década ganada pasamos a la impotencia y la desazón de la
restauración neoliberal, que se lanzó con furia revanchista sobre los líderes del pueblo. Las fuerzas populares asisten azoradas a
esta inesperada derrota y tiran manotazos en la
oscuridad, buscando una cuerda que las rescate de esta debacle impensada apenas
dos años atrás.
Pablo Salcito
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