Fieles lectores de Cora Cané
Hace ya un tiempo, exactamente el
16 de abril de 2016, nos invadió una gran tristeza cuando ella dejó la
trinchera…
La esperanza nos brotaba cuando
aparecía de a ratos con ese lenguaje perfumado con el que sabía mimarnos.
Ahora que se fue definitivamente,
muchos sentiremos su orfandad por su partida final.
Cora Cané nos seguirá alumbrando
desde el mismo lugar, desde lo más alto.
Fue un ejemplo de vida y obra.
¡Qué tristeza siento a pesar de saber que fuiste feliz! Felicidad que
extendiste a todos a través de tus maravillosos escritos.
Ella nos transmitió como nadie la
sabiduría que se esconde detrás de las cosas cotidianas.
Cora ha perdido su pluma pero ha
dejado sus artículos para que otros puedan seguir su camino de añoranzas,
tradiciones y costumbres de nuestra cultura tan atacada por la globalización.
Sus recuerdos y sus reflexiones
así como sus libros, conforman una lectura muy agradable para nuestra alma.
Desde su rinconcito en la
contratapa del diario Clarín –que
escribía desde el año 1957–, llamado
“Clarín Porteño” y más antiguamente “Notas del Amanecer”, nos hacía sentir como
en casa.
Algunas de sus frases reflexivas:
“Cuando se cruzan los límites,
nunca se vuelve atrás”.
“Límites son los que guardan: las
finezas del amor, la gracia de las palabras, el ensueño y la ilusión”.
“Lo importante: no olvidar los
valores que los mayores supieron transmitir con su palabra y su ejemplo para
hacernos mejores personas”.
En 1967 el Círculo Femenino la distinguió como la “Mujer
del año en periodismo”.
Integró la Academia Nacional de
Periodismo como miembro emérito y tiene su sitial en la Academia
Argentina de la Comunicación y la Academia Porteña del
Lunfardo.
En 2005 fue reconocida como Personalidad Destacada de la
Cultura por la Legislatura de
la Ciudad de Buenos Aires.
En diciembre de 2014, a los 91 años, dejó de escribir su columna en el
diario Clarín: “Ya no puedo escribir a máquina porque estoy
operada de la vista, me ayuda mi nieta Cecilia en la computadora; tampoco
tendría fuerzas para escribir a máquina y han sido cincuenta y siete años.
Clarín Porteño ha sido una prisión, una prisión agradable, pero una prisión. Me
han achacado algunos males y pasé por algunos quirófanos; en la terapia
intensiva pensaba en la sección. Cuando quería relajarme un poco y adelantaba
una semana, ya a los tres días tenía que retomar porque ya se fueron tres días
de adelanto… Y yo no he hecho una columna fría, de oficio; ha sido muy
personal, de mucho afecto, muy familiar con los lectores. Yo creo que todo
cumple un ciclo en la vida. Mi cansancio es físico, no intelectual; tengo EPOC
porque fumé como una bestia, aunque hace ya treinta y cuatro años que no fumo,
me fatigo si tengo que caminar. Creo de verdad que el ciclo está cumplido. Y se
divide en dos: mi profesión de periodista y mi vocación por la literatura:
tengo catorce libros publicados, pero la literatura nunca me dio de comer;
nadie come de la literatura, salvo Borges, ahora María Kodama, García Márquez,
unos pocos. Y he tenido la suerte enorme de poder tener esta sección que ha
sido como un diarito dentro del diario, en la que escribí siempre con total
libertad. Creo que ya es necesario respirar”.
Querida Cora, periodista,
escritora, poeta, esposa de Luis Cané, defensora del idioma… tu pluma, tu vieja
máquina de escribir y tus lectores te extrañaremos.
Natan Blum
la extraño terriblemente.... ella, mi abuela, me hace mucha falta.
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