viernes, 30 de junio de 2017

DORMIR EN LA CALLE...

...EN LAS VEREDITAS DE BALVANERA



 Avenida Díaz Vélez casi esquina Mario Bravo, las 8 de una mañana de otoño del mes de junio, con 2 grados de temperatura y menos aún de sensación térmica.
Son cuatro bultos que pasan inadvertidos para los centenares de personas que transitan por el lugar y para los miles y miles de automovilistas que circulan por la avenida.
Esos cuatro bultos pertenecen a cuatro personas, cuatro seres humanos que pernoctaron la noche anterior en plena intemperie sin que nadie los notara.
¿Ningún funcionario del Gobierno de la Ciudad pasó por el lugar?
Parece mentira pero es la realidad, es una cruda realidad que se puede ver todas las mañanas en muchísimos puntos del barrio, en muchísimos puntos de la ciudad, especialmente cerca de las estaciones (la del Once, en nuestro barrio).
Mientras tanto se discute si son mil o varios miles quienes duermen en la calle; para las estadísticas son sólo uno u otro número, no son seres humanos.
Y en esa discusión se agota el no hacer nada. En los últimos tiempos se nota un considerable aumento de este tipo de apariciones en las madrugadas de un invierno que amenaza ser cruel.
Luego vendrá para el anecdotario si son vagos, si son despedidos, pero sí son seres a los que la sociedad les dio la espalda vaya a saber con qué argumento, ninguno será válido, porque nadie debe ni puede dormir en la calle, y más en invierno.
Debemos todos hacer un mea culpa, y especialmente las autoridades que deben habilitar en forma inmediata, antes de que sea tarde, un lugar techado y resguardado del viento, la lluvia y el frío, para que estos seres olvidados pasen la noche, y además para que se les brinde un plato de sopa caliente, un colchón y una frazada, luego se deberá pensar en el aseo mínimo que también es necesario.
¡¡¡Alerta argentinos!!! Que esto pasa en la capital de la república, de una república que se precia de cristiana y democrática… ¡¡¡De qué estamos hablando!!!, ni pensemos lo que puede estar pasando en el interior profundo de este bendito país, en las villas miseria, en los rancheríos rurales y en las plantaciones de la gran pampa húmeda.
País rico y desigual, injusto y agresor de los débiles y desamparados.
Esta es otra de las grandes asignaturas pendientes que pocos ven o que algunos cierran los ojos para no ver.

                                                                 Marta Romero







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