viernes, 18 de agosto de 2017

LOS FUSILAMIENTOS DE TRELEW -45 AÑOS DESPUÉS

LA MEMORIA ES EL ÚNICO BIEN QUE PUEDAN ATESORAR LAS CLASES MÁS HUMILDES SIN TEMOR A QUE SE LAS EXPROPIEN, CLARO QUE PARA ELLO DEBERÁN HACER UN EJERCICIO AL QUE NO ESTÁN ACOSTUMBRADOS LOS ARGENTINOS, MUCHOS DE ELLOS MAS PROPENSOS AL OLVIDO QUE AL RECUERDO POLÍTICO.

LO QUE OCURRÓ EN TRELEW HACE 45 AÑOS ES UNA PORCIÓN MAS DE LA LARGA HISTORIA DE ACONTECIMIENTOS TERRIBLES, POR LO QUE VALE RECORDAR CON LA NOTA QUE SIGUE AQUELLA FECHA QUE SE CUMPLIRÁ EL 22 DE AGOSTO.

PUBLICADA POR EL PERIÓDICO PRIMERA PÁGINA EN  EL Nº 165
 

 

LOS FUSILAMIENTOS DE TRELEW

 

 













































22 DE AGOSTO DE 1972
LOS FUSILAMIENTOS DE TRELEW


“…La voz fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso cubriendo la Patagonia… 
Paco Urondo


Diecinueve fueron los fusilados, tres sobrevivieron, tal vez por que debían contar aquella historia guardada bajo siete llaves. Eran la 3.30 de la fría madrugada del 22 de agosto de 1972 en la Base Almirante Zar, de Trelew.
Todo comenzó una semana antes, el 15 de agosto, donde 100 detenidos políticos del Penal de máxima seguridad de Rawson planificaron una espectacular fuga, la que propinaría un duro golpe a la dictadura de Lanusse.
Fallaron los camiones que debían conducirlos al aeropuerto aunque un primer grupo pudo llegar a tiempo para abordar el avión de Austral previamente secuestrado por otro comando y viajar hacia el Chile de Salvador Allende.
Los 19 que llegaron minutos más tarde fracasaron en secuestrar otro avión que estaba por aterrizar que, avisado, continuó vuelo. Tomaron el aeropuerto, pero al ser éste rodeado rápidamente por fuerzas de seguridad optaron por rendirse.
Recibieron garantías por sus vidas en presencia de la prensa y del juez federal Alejandro Godoy. ¡No cumplieron!
Francisco (Paco) Urondo destapó el burdo argumento oficial de una nueva fuga.

El momento político

Se vivía la tercera fase de la dictadura militar autoproclamada “Revolución Argentina”, que había derrocado a Ilía el 28 de junio de 1966 y que encabezó Onganía. Ante divergencias internas y la reacción popular (el “cordobazo”, el “rosariazo”, el estallido en Mendoza y otras explosiones sociales) sucumbieron dos presidentes de facto; el tercero sería Lanusse.
Un rasgo de agudo pragmatismo envolvió a este último personaje, que inventó el llamado “Gran Acuerdo Nacional” (GAN), designó ministro del Interior al dirigente radical Arturo Mor Roig, anunció el levantamiento de la veda política, sepropuso devolver el gobierno a los civiles y llegó a invitar a Perón a que regresara al país. A pesar de todo, esas medidas no alcanzaron para cerrar las heridas abiertas en la sociedad, por lo que comenzaron a surgir las primeras guerrillas urbanas y rurales. Fue entonces cuando en el peronismo se produjo una profunda división que llegó a fracturar a la CGT vandorista al tiempo que se gestaba la llamada CGT de los Argentinos.
Perón adoptaba una táctica pendular entre la acción de los grupos armados juveniles de izquierda que procuraban “La Patria Socialista”, y la derecha peronista encaramada en el aparato oficial que replicaba “La Patria Peronista” Se proyectaría más tarde el eslogan “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, que tampoco calmaría los ánimos caldeados que coreaban en las calles: “…ya van a ver…ya van a ver… cuando venguemos los muertos de Trelew…”
En aquella temperatura de creciente descontento popular y muchos de presos políticos, gremiales y sociales, entre ellos uno de los líderes del Cordobazo, Agustín Tosco, se produce la fuga y los fusilamientos de Trelew.

Los hechos

María Antonia Berger relatará posteriormente el infierno que se vivió aquella madrugada en la Base Almirante Zar de Trelew, en la que 19 presos recapturados en el aeropuerto de Trelew se hacinaban en pequeñas celdas en los sótanos de la Base.
Las voces inconfundibles del capitán Luis Emilio Sosa y del teniente Roberto Guillermo Bravo sonaron metálicas sobre las paredes, obligando a los presos a salir de sus celdas y formar doble fila en el pasillo. “Ya van a ver lo que es meterse con la marina, ahora van a ver lo que es el terror antiguerrillero”, dijeron.
Inmediatamente comenzó la balacera, los cuerpos iban cayendo. Berger sintió un impacto en el estómago y vio cómo sus compañeros heridos trataban de protegerse dentro de las celdas; Berger se arrojó en la suya. Escuchaba los gritos de dolor, las puteadas y las órdenes, y sobre todo los tiros de gracia.
A medida que se acercaban iban acallándose las voces y las quejas. Vio al teniente Bravo en el umbral de su celda apuntándole a la cabeza, sintió el disparo y su cabeza estalló, auque continuaba milagrosamente viva.
Continuó escuchando voces, sus dolores eran insoportables, veía como se desangraba por el estómago y la mandíbula, pero nadie la atendía…19 fueron los fusilados, y tres los que sobrevivieron para testimoniar.
“Horas se podría estar contando esta historia
y otras parejamente tristes
sin calentar un solo gramo del país
sin calentarle ningún pie.
¿Acaso no está corriendo la sangre
de los 16 fusilados de Trelew?
Por las calles de Trelew y demás calles del país
¿No está corriendo la sangre?
¿Hay algún sitio del país donde esa sangre
no está corriendo ahora?”.

Juan Gelman
Todo comenzó una semana antes, el 15 de agosto en el penal de Rawson donde más de 100 presos políticos, acusados de “actividades subversivas”, planificaron la fuga. La operación no era fácil, pero la proyectaron con lujo de detalles. Un comando externo, uniformado, tomaría el penal, mientras otro haría lo propio con un avión que estaba por aterrizar en el aeropuerto de Trelew.
Fallaron los camiones en que debían trasladarse los evadidos, sólo pudo hacerlo un primer grupo en un Ford Falcon, ellos eran Santucho, Mena, Gorriarán Merlo, Quieto, Osatinsky y Vaca Narvaja. El resto comenzó a llamar remises y taxis, en los que fueron subiendo a medida que llegaban.
Diecinueve de ellos lograron llegar de esa forma al aeropuerto, pero ya era tarde, el avión despegaba con los seis jefes evadidos. Tomaron las instalaciones e intentaron secuestrar un avión que se aprestaba a aterrizar, no pudo ser, éste cambió de rumbo al ser avisado de la situación.
El aeropuerto fue rápidamente rodeado por nutridas fuerzas de seguridad. La suerte estaba echada; resistir sería la muerte segura. Decidieron entonces entregarse, pero reclamaron seguridades. Convocaron a los medios de prensa y al juez federal Alejandro Godoy. Obtuvieron garantías de parte del juez y del capitán Luis Emilio Sosa, a cargo del operativo, de que sus vidas se aseguraban y de que serían devueltos al penal. No cumplieron. En lugar de llevarlos al penal fueron conducidos a la Base Almirante Zar.
El teniente coronel Muñoz, jefe de Operaciones, había dicho: “Estoy desilusionado. Veníamos a liquidarlos a todos y están vivos, si se hubieran animado a disparar un tiro, no dejábamos uno, pero se rindieron los muy cobardes”.
El 21 de agosto, en la Casa Rosada, en una reunión encabezada por Lanusse, se decidió la suerte de los detenidos: sería fraguada una evasión y se los aniquilaría en la madrugada del 22 de agosto.
El general Eduardo Betti dará la inverosímil noticia oficial: “Pujadas le había arrebatado el arma al capitán Sosa durante una inspección de rutina, produciéndose un tiroteo en el que 15 guerrilleros resultaron muertos y cuatro gravemente heridos”. Del lado militar no hubo ni un rasguño.
Nadie creyó la versión oficial. Claro que un decreto de la dictadura, el 19.797, establecía prisión de 3 a 6 años a quien propalara información de asociaciones ilícitas. Así las cosas.
Los 16 muertos
Alejandro Ulla (PRT-ERP)
Alfrerdo Khon (FAR)
Ana María Villareal de Santucho (PRT-ERP)
Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP)
Carlos Astudillo (FAR)
Clarisa Lea Plase (PRT-ERP)
Eduardo Capello (PRT-ERP)
Humberto Suárez (PRT-ERP)
Humberto Toschi (PRT-ERP)
José Ricardo Mena (PRT-ERP)
María Angélica Sabelli (Montoneros)
Mariano Pujadas (Montoneros)
Mario Emilio Delfino (PRT-ERP)
Miguel Angel Polti (PRT-ERP)
Pedro Bonet (PRT-ERP)
Susana Lesgart (Montoneros)

Los 3 sobrevivientes

Alberto Miguel Camps (FAR - desaparecido luego en 1977)
María Antonia Berger (FAR - desaparecida luego en 1979)
Ricardo René Haidar (Montoneros - desaparecido luego en 1982)
Durante el velatorio, el comisario Alberto Villar –futuro jefe operativo de la Triple A– declaraba: “No me dejan, pero si a mí me dan la orden (obediencia debida) yo tiro todo abajo y me llevo los cajones”. Alguien la debe haber dado, ya que una tanqueta irrumpió en la capilla ardiente y destrozó todo a su paso, propinándole una paliza indecible a los familiares que velaban a sus muertos.
El almirante Horacio Mayorga, jefe de la Aviación Naval y futuro Señor de la ESMA en la dictadura de 1976 diría: “Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa…” Así continuaban empeorando las cosas.

La Patria Fusilada

Con el tiempo, los fusilamientos de Trelew quedaron registrados en la memoria popular como “La Masacre de Trelew”.
La patria fusilada es un libro pequeño de 140 páginas, con un dibujo a pluma en su tapa salpicado de sangre, escrito por Francisco (Paco) Urondo. La primera edición de 10 mil ejemplares de 1973 se agotó rápidamente; a ella le siguieron varias reediciones. Contiene un patético testimonio de los tres únicos sobrevivientes de aquella trágica madrugada del 22 de agosto: Berger, Camps y Haidar, que salvaron milagrosamente su vida, una especie de clonación de la noche de José León Suárez, dieciocho años atrás.
El registro de Paco Urondo fue en otra madrugada, nueve meses después, en la cárcel de Villa Devoto, el 25 de mayo de 1973, día en que Cámpora asumía el gobierno y se liberaba por la noche a todos los presos políticos, entre ellos a los entrevistados y al entrevistador. Los mismos que poco tiempo después fueron víctimas de una nueva dictadura, la de Videla, en 1976.
Dos textos de Juan Gelman abren y cierran el libro: “Oh sangre así caída condúcenos al triunfo”.
Paco Urondo dejó una importante obra en prosa, teatro y poesía, entre ellas sus Poemas póstumos “Le han reprochado a Paco su capacidad de arriesgar la vida por un ideal [...] no podía vivir sin oponer su belleza a la injusticia, es decir, sin respetar el oficio que más amaba”.
A su vez, el documental Trelew, de Mariana Urruti, estrenado en esa ciudad en el año 2004, agrega nuevos y crudos testimonios para concluir con una anecdótica frase dirigida a la Marina: “Ninguno quiso contar la historia”; no le permitieron el acceso a ningún archivo.
Contrariamente a lo que ocurre en Crimen y Castigo (la obra de Dostoievski), a los asesinos de Trelew, el capitán Luis Emilio Sosa, el teniente Roberto Guillermo Bravo, y quienes lo planificaron, no les atormentó su crimen. Pasaron 35 años y se comenzó a hacer justicia, cuando por fin estos fueron calificados como de lesa humanidad.

Miguel Eugenio Germino

 

FUENTES

-Guajardo, Carlos, en Clarín, 29 de mayo de 2004.
-Pigna, Felipe, en Clarín,l 17 de febrero de 2008.
-Trelew, Suplemento de Página 12, 22 de agosto de 2002.
-Vidal Armando, en Clarín del 18 de agosto de 2002.
-http://www.portalplanetasedna.com.ar/gobierno_post_peronista.htm
-http://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro_Agust%c3%adn_lanusse
-http://es.wikipedia.org/wiki/masacre_de_trelew
-http://www.elortiba.org.trelew.html

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