sábado, 2 de septiembre de 2017

EL MALEVO MUÑOZ



Carlos Muñoz del Solar, “el Malevo Muñoz”

Un malevo con la crencha engrasada por el empedrado del Once






Escritor, poeta, letrista y bohemio. Un caminador de Buenos Aires que pisó los adoquines del Once, en el que vivó en la calle Valentín Gómez 376 de la antigua numeración, entre Ecuador y Boulogne Sur Mer, y al que le dedicó el primer poema de su único libro “La crencha engrasada”

“Para vos, Barrio Once, este verso emotivo
con un cacho grandote de cielo de rayuela.
Yo soy aquel muchacho, el fulback de Sportivo
Glorias a Jorge Newbery, que alborotó la escuela…”


Carlos de la Púa…

Carlos Raúl Muñoz y Pérez su verdadero nombre, o Carlos Raúl Muñoz del Solar, aunque más conocido como Carlos de la Púa, o en rueda de amigos “el Malevo Muñoz” o simplemente “Malevo”, muchos bautizos para un solo personaje, y ¡qué personaje!.
Nació en la ciudad de La Plata el 14 de enero en 1898 y falleció en el Hospitalito Bosch el 5 de mayo de 1950, fecha en la que difieren algunas fuentes.
A poco de su alumbramiento la familia se trasladó a Buenos Aires, donde habitaron una casa en la calle Valentín Gómez 376 (de la antigua numeración), entre Ecuador y Boulogne Sur Mer, tomando desde entonces a “El Once” como su lugar de adopción, como le gustaba expresar siempre.
Fue un auténtico caminador del barrio, de sus cantinas, de sus estaños, de su mundo noctámbulo, que por entonces era intenso.
No alcanzó a completar sus estudios secundarios en el Colegio Dámaso Centeno del barrio de Caballito (Rivadavia al 5500), cuando se declaró un asiduo lector de Stendhal, Shakespeare, Bernard Shaw y otros clásicos, que lo cultivaron en una vasta formación autodidacta.





Incorporó a la jerga de su lenguaje palabras cotidianas de la expresión infantil y callejera, fusionadas con el habla del canillita, del carrero, de los personajes de las orillas, acrisoladas en el lunfardo. Con aquella conjunción elaborará sus memorables versos, transgresores al habla castellana. Se lo ubicará desde entonces como “el gran transgresor” de la literatura clásica y el mayor cultivador del lunfardo. (El Lunfa surgió en Buenos Aires y sus alrededores durante la segunda mitad del siglo XIX con el aporte de las distintas inmigraciones, sobre todo la italiana, más otras voces de origen indígena, africano, gauchesco y hasta carcelario).

Un Malevo en el diario Crítica

Se inició como “trabajador de las letras” en un diario barrial. De allí pasó al periódico La Montaña, donde tuvo su columna titulada “Carta de un conscripto”, con la que adquirió notoriedad. Colabora con la revista El Hogar y en el año 1924, con 26 años de edad, ingresa al diario Crítica, al que llevará todo su bagaje de conocimientos y vivencias de Buenos Aires.
Allí popularizará sus “brulotes” (relatos burlescos) de cafiolos, vivillos y guapos, mezclados con el gringo y el criollo laburante que traspiraba la camiseta en jornadas de más de doce horas en las fábricas de principios del siglo XX.
Traba relación con Francisco Loiácono, el pintoresco pibe ascensorista, que luego se convirtió en su secretario, De La Púa que le adjudicó el mote de Barquinazo, devenido luego en Barquina, por arrastrar un leve balanceo de compadrito al caminar.
Más tarde De la Púa compondría la bohemia periodística con los hermanos Tuñón, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Ulises Petit de Murat, Roberto Tálice, Edmundo Guibourg y Nicolás Olivari.

La crencha engrasada

Publicó su único libro: La crencha engrasada en 1928, considerado la obra máxima de la lunfardía. Fue guionista de la primera película argentina sonora: “Tango” (1933), y dirigió luego otras dos: Galería de esperanzas (1934) e Internado (1935).
A medida que pasaron los años se acrecienta el renombre de Carlos de la Púa, auténtico, puro, poeta popular porteño. En sus versos deberán ir a abrevar los historiadores, los lingüistas, los rastreadores de la semántica, cuando se haga el gran libro que compendie la fisonomía sentimental y sicológica de Buenos Aires.
Esta ciudad única, que pareciéndose a muchas grandes ciudades del mundo es distinta porque es ella misma, en su pasado y en su presente, porque cultivó sus poetas, porque tiene sus cantores también únicos, los letristas de tango que impusieron un modo distinto de hablar dentro del español, y al que Jorge Luis Borges, con coraje porteño, osó llamar “el idioma de los argentinos”.
Allí aparecerá el principal poeta popular que con su lenguaje en su entero vuelco emocional se incrustará en la gran ciudad, en sus expresiones de un pasado que nunca será remoto, éste será indudablemente Carlos de la Púa, con su único libro: La crencha engrasada, y con su lenguaje lunfa. Le hablará a aquellas capas desatendidas de la urbe porteña y a los distintos barrios:
Al Once: “…Barrio mío, en tus calles está toda mi historia / Es una piedra-libre y una gata parida”.
A Barracas: “Barrio corralero…”
A Puente Alsina: “Sos como un tajo en la jeta de la ciudad…”
Al Bajo Belgrano: “Barrio de timba fuerte y acomodo…”
A la Cortada Carabelas: “Refugio mistongo de curdas y cafañas…”
A la Línea 9 de tranvías: “Bondi de línea requemada y guarda batidor, cara de rope…”
Despreciará a “la yuta”, le hablará al “orre” (ladronzuelo), al cuentero, al burrero, a la engrupida, a la pebeta de Chiclana, a la fabriquera…

“…Para vos estos versos rantifusos
hechos de zurda, sí: de corazón;
como a tu vida triste los impuso
el arruyo de un tango compadrón”


PLAZOLETA  CARLOS DE LA PUA DE ARTIGAS Y RIVAROLA



Algunas anécdotas del Malevo

La vida del Malevo Muñoz fue una anécdota viviente, Enrique Cadícamo, uno de sus compinches, relataba:

La colimba: le tocó Campo de Mayo, donde un sargento se pasó de la raya, cosa cotidiana en los cuarteles, pero el Malevo recluta no supo aguantar y le aplicó un cross de izquierda, y al milico le contaron los diez segundos. Lo mandaron castigado al Chaco, además de cuatro años de recargo por la cabeza. La respuesta del malevo: se hizo desertor.

El morfón: era de muy buen comer, cierta vez en lo de “Don Carlos” de Billinghurst y Valentín Gómez, luego de devorar una explosiva tripichelaripiena, seguida de unos fetuccinis a la matricana, escucha al camarero ordenar dos busecas; el Malevo sin poder contenerse dice desilusionado: ¿Cómo, había buseca y no me avisaron?

Carlitos, largá la canzoneta: en el cine Broadway, en la representación de Gardel, luego de interpretar varios tangos cantó una canzoneta. Al día siguiente en sus brulotes del diario Crítica el Malevo le dedica uno: “Carlitos, largá la canzoneta” descontento por su entonación tana. Cuando Cadícamo le reprocha: “¿Malevo porque te tirás contra Carlitos?”, le contesta: “Por exceso de cariño”.

El ateo: ya internado en el Hospital Bosch, Helvio Botana (hijo de Natalio), que lo visitaba casi diariamente y que acababa de convertirse al catolicismo tras largos años de ateísmo igual que el Malevo, le dice: Malevo, no es por asustarte pero en todo caso conviene quedar bien con Dios. ¿Me dejás que te traiga un sacerdote? El Malevo, en su letargo, entendió y le dijo trabajosamente: Sí, total… siempre conviene tirarse un lance.

Fue inhumado en el Cementerio de la Recoleta, donde Cátulo Castillo lo despidió con estas palabras:
“Este personaje fabuloso en nuestra admiración se fue por una absurda escotilla hurtándose a sí mismo, privando a la ciudad de un porteño convicto y confeso de la poesía lunfardesca”.

Desde el año 2000, cada 5 de septiembre, se festeja el Día del Lunfardo conmemorando la publicación de Lunfardía, de José Gobello el primer libro que trató sobre el lunfardo desde un punto de vista lingüístico, reivindicando a todos sus antecesores en la materia.

                                                 Miguel Eugenio Germino


Fuentes:
-Cadícamo, Enrique, La Luna del bajo fondo, Freeland, 1964.
-De la Púa Carlos, La crencha engrasada, Schapire Editor, 1970 y Corregidor, 1995.
-http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2012/01/14/escenariosysociedad/SOCI-05.html
-http://www.nuestrospoetas.telam.com.ar/?p=170
-http://www.terapiatanguera.com.ar/Notas%20y%20articulos/barquina.htm
-Periódico Primera Página, nº 27 de enero-febrero de 1996.
-www.elortiba.org/crencha.html



Algunos términos lunfardos:
Cafaña: hombre rústico, inculto.
Gataparida: juego de muchachos.
Mistongo: humilde,
Orre: reo.
Pajería: picardía, astucia.
Rantifuso: deformación de fantasía de 'rante'.
Remanyado: muy conocido.
Rope: perro.











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