Carlos Muñoz del Solar, “el Malevo
Muñoz”
Un malevo con la crencha engrasada por
el empedrado del Once
Escritor, poeta, letrista y bohemio. Un
caminador de Buenos Aires que pisó los adoquines del Once, en el que vivó en la
calle Valentín Gómez 376 de la antigua numeración, entre Ecuador y Boulogne Sur
Mer, y al que le dedicó el primer poema de su único libro “La crencha
engrasada”
“Para vos, Barrio
Once, este verso emotivo
con un cacho grandote
de cielo de rayuela.
Yo soy aquel muchacho,
el fulback de Sportivo
Glorias a Jorge Newbery,
que alborotó la escuela…”
Carlos de la Púa…
Carlos Raúl Muñoz y Pérez su verdadero nombre, o Carlos Raúl Muñoz del
Solar, aunque más conocido como Carlos de la
Púa, o en rueda de amigos “el Malevo
Muñoz” o simplemente “Malevo”, muchos bautizos para un solo
personaje, y ¡qué personaje!.
Nació en la ciudad de La Plata el 14 de enero en 1898 y falleció en el
Hospitalito Bosch el 5 de mayo de 1950, fecha en la que difieren algunas
fuentes.
A poco de su alumbramiento la familia se trasladó a Buenos Aires, donde
habitaron una casa en la calle Valentín Gómez 376 (de la antigua numeración),
entre Ecuador y Boulogne Sur Mer, tomando desde entonces a “El Once” como su lugar de adopción, como le gustaba
expresar siempre.
Fue un auténtico caminador del barrio, de sus cantinas, de sus estaños,
de su mundo noctámbulo, que por entonces era intenso.
No alcanzó a completar sus estudios secundarios en el Colegio Dámaso
Centeno del barrio de Caballito (Rivadavia al 5500),
cuando se declaró un asiduo lector de Stendhal, Shakespeare, Bernard Shaw y
otros clásicos, que lo cultivaron en una vasta formación autodidacta.
Incorporó a la jerga de su lenguaje palabras cotidianas de la expresión
infantil y callejera, fusionadas con el habla del canillita, del carrero, de
los personajes de las orillas, acrisoladas en el lunfardo. Con aquella
conjunción elaborará sus memorables versos, transgresores al habla castellana. Se lo ubicará desde entonces como “el gran transgresor” de la literatura clásica y el mayor
cultivador del lunfardo. (El Lunfa surgió en Buenos Aires y sus alrededores
durante la segunda mitad del siglo XIX con el aporte de las distintas
inmigraciones, sobre todo la italiana, más otras voces de origen indígena, africano,
gauchesco y hasta carcelario).
Un Malevo en el diario Crítica
Se inició
como “trabajador de las letras” en un diario barrial. De allí pasó al periódico La Montaña, donde tuvo su
columna titulada “Carta de un conscripto”, con la que adquirió notoriedad.
Colabora con la revista El Hogar y en el año 1924, con 26 años de edad, ingresa al diario Crítica, al que llevará todo su bagaje de conocimientos y vivencias
de Buenos Aires.
Allí popularizará sus “brulotes” (relatos burlescos) de cafiolos,
vivillos y guapos, mezclados con el gringo y el criollo laburante que
traspiraba la camiseta en jornadas de más de doce horas en las fábricas de
principios del siglo XX.
Traba relación con Francisco Loiácono, el pintoresco pibe
ascensorista, que luego se convirtió en su secretario, De La Púa que le
adjudicó el mote de Barquinazo,
devenido luego en Barquina, por arrastrar un leve
balanceo de compadrito al caminar.
Más tarde De la Púa compondría la bohemia
periodística con los hermanos Tuñón, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal,
Ulises Petit de Murat, Roberto Tálice, Edmundo Guibourg y Nicolás Olivari.
La crencha engrasada
Publicó su
único libro: La crencha engrasada en 1928,
considerado la obra máxima de la lunfardía. Fue guionista de la primera
película argentina sonora: “Tango” (1933), y dirigió luego
otras dos: Galería de esperanzas
(1934) e Internado (1935).
A medida
que pasaron los años se acrecienta el renombre de Carlos de la Púa, auténtico,
puro, poeta popular porteño. En sus versos deberán ir a abrevar los
historiadores, los lingüistas, los rastreadores de la semántica, cuando se haga
el gran libro que compendie la fisonomía sentimental y sicológica de Buenos
Aires.
Esta ciudad única, que pareciéndose a
muchas grandes ciudades del mundo es distinta porque es ella misma, en su
pasado y en su presente, porque cultivó sus poetas, porque tiene sus cantores también
únicos, los letristas de tango que impusieron un modo distinto de hablar dentro
del español, y al que Jorge Luis Borges, con coraje porteño, osó llamar “el
idioma de los argentinos”.
Allí
aparecerá el principal poeta popular que con su lenguaje en su entero vuelco
emocional se incrustará en la gran ciudad, en sus expresiones de un pasado que
nunca será remoto, éste será indudablemente Carlos de la
Púa, con su único libro: La crencha engrasada, y con su
lenguaje lunfa. Le hablará a aquellas capas
desatendidas de la urbe porteña y a los distintos barrios:
Al Once: “…Barrio mío, en tus calles está
toda mi historia / Es una piedra-libre y una gata parida”.
A Barracas: “Barrio corralero…”
A Puente Alsina: “Sos como un tajo en la
jeta de la ciudad…”
Al Bajo Belgrano: “Barrio de timba fuerte
y acomodo…”
A la Cortada Carabelas: “Refugio mistongo
de curdas y cafañas…”
A la Línea 9 de tranvías: “Bondi de línea
requemada y guarda batidor, cara de rope…”
Despreciará a “la yuta”, le hablará al “orre”
(ladronzuelo), al cuentero, al burrero, a la engrupida, a la pebeta de
Chiclana, a la fabriquera…
“…Para vos estos
versos rantifusos
hechos de zurda, sí:
de corazón;
como a tu vida triste
los impuso
PLAZOLETA CARLOS DE LA PUA DE ARTIGAS Y RIVAROLA |
Algunas anécdotas del
Malevo
La vida del Malevo Muñoz fue una anécdota viviente, Enrique Cadícamo, uno de sus compinches, relataba:
La colimba: le tocó Campo de Mayo,
donde un sargento se pasó de la raya, cosa cotidiana en los cuarteles, pero el Malevo
recluta no supo aguantar y le aplicó un cross de izquierda, y al milico le
contaron los diez segundos. Lo mandaron castigado al Chaco, además de cuatro
años de recargo por la cabeza. La respuesta del malevo: se hizo desertor.
El morfón: era de muy buen comer,
cierta vez en lo de “Don Carlos” de Billinghurst y Valentín Gómez, luego de
devorar una explosiva tripichelaripiena, seguida de unos fetuccinis a la
matricana, escucha al camarero ordenar dos busecas; el Malevo sin poder
contenerse dice desilusionado: –¿Cómo, había buseca y no me avisaron?
Carlitos, largá la
canzoneta: en el cine Broadway, en la
representación de Gardel, luego de interpretar varios tangos cantó una
canzoneta. Al día siguiente en sus brulotes del diario Crítica el Malevo le dedica uno: “Carlitos, largá la
canzoneta” descontento por su entonación tana. Cuando Cadícamo le reprocha:
“¿Malevo porque te tirás contra Carlitos?”, le contesta: “Por exceso de
cariño”.
El ateo: ya internado en el
Hospital Bosch, Helvio Botana (hijo de Natalio), que lo visitaba casi
diariamente y que acababa de convertirse al catolicismo tras largos años de
ateísmo igual que el Malevo, le dice: –Malevo, no es por asustarte pero en todo caso
conviene quedar bien con Dios. ¿Me dejás que te traiga un sacerdote? El Malevo,
en su letargo, entendió y le dijo trabajosamente: –Sí, total… siempre
conviene tirarse un lance.
Fue inhumado en el Cementerio de la Recoleta, donde Cátulo Castillo
lo despidió con estas palabras:
“Este personaje fabuloso
en nuestra admiración se fue por una absurda escotilla hurtándose a sí mismo,
privando a la ciudad de un porteño convicto y confeso de la poesía
lunfardesca”.
Desde el año 2000, cada 5 de septiembre,
se festeja el Día del Lunfardo conmemorando la publicación de Lunfardía, de José Gobello el
primer libro que trató sobre el lunfardo desde un punto de vista lingüístico,
reivindicando a todos sus antecesores en la materia.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-Cadícamo, Enrique, La Luna del
bajo fondo, Freeland, 1964.
-De la Púa Carlos, La crencha
engrasada, Schapire Editor, 1970 y Corregidor, 1995.
-http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2012/01/14/escenariosysociedad/SOCI-05.html
-http://www.nuestrospoetas.telam.com.ar/?p=170
-http://www.terapiatanguera.com.ar/Notas%20y%20articulos/barquina.htm
-Periódico Primera Página, nº 27 de enero-febrero de 1996.
-www.elortiba.org/crencha.html
Algunos términos
lunfardos:
Cafaña: hombre rústico, inculto.
Gataparida: juego de muchachos.
Mistongo: humilde,
Orre: reo.
Pajería: picardía, astucia.
Rantifuso: deformación de fantasía
de 'rante'.
Remanyado: muy conocido.
Rope: perro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario