El
saneamiento del Riachuelo con presupuesto disminuido
El tema del saneamiento del Riachuelo viene de
lejos, ya era típico vivir en La Boca o en la Isla Maciel y sentir el
particular olor proveniente del volcado de todas las aguas servidas de las
industrias no controladas registradas a su vera.
Trascendió cuando María Julia, la ex ministra de Menem,
amenazó con darse un chapuzón en el Riachuelo recuperado, pasaron los años y… nada.
Todo se acelera cuando la Corte
Suprema de Justicia hace la intimación el 10 de agosto del año 2010, firmada por los siete jueces de entonces, que eran: Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Carlos Fayt, Enrique
Petracchi, Juan Carlos Maqueda, Eugenio Zaffaroni y Carmen Argibay. La ACUMAR,
conformada por los gobiernos nacional, porteño y bonaerense, presentó ante la
Corte un informe de situación sobre los "avances" realizados en el
saneamiento de la cuenca, entre los que destacó la urbanización de villas,
ampliación de las redes de agua potable y erradicación de basurales. Pasaron
los años y… nada.
Ahora cuando poco o nada se avanzó, el gobierno reduce el presupuesto 2018 en 1.500 millones, a pesar que, en diciembre
pasado, el máximo tribunal había ordenado a la Autoridad de la Cuenca
Matanza-Riachuelo (ACUMAR) que intensificara el cumplimiento de la sentencia,
situación que se torna difícil con los fondos asignados para el año próximo. Así limpiar la mayor
cuenca anti ambiental del país parece un horizonte cada vez más lejano, y pareciera ser que nadie le
puede poner “el cascabel al gato”.
El ministerio que tiene el mayor presupuesto
para el saneamiento es el de Ambiente, a cargo del rabino Sergio Bergman. Sus obligaciones van desde obras de
infraestructura hasta planes sanitarios. En 2017 se destinaron al Riachuelo tres programas, que sumaron $ 2.590.409.250. En cambio,
para el ejercicio 2018 le quitarán dos programas, y apenas figura el del
"Desarrollo sustentable de la Cuenca Matanza-Riachuelo", que contará
con 1.918.896.295 pesos: $ 671 millones menos para el Riachuelo.
Con esos fondos,
Ambiente debe llevar a cabo “obras de infraestructura, minimización de las
descargas industriales, la prevención de los daños con suficiente y razonable
grado de predicción, saneamiento de basurales, plan sanitario de
emergencia", entre otros objetivos, para los que el presupuesto resulta
más que apretado.
Una necesidad
soslayada es el mejoramiento de los desagües cloacales. La propia cartera
afirmó que "hay aproximadamente 2.500.000 habitantes en la zona sin
servicio de cloacas, que descargan en tanques sépticos o en letrinas con pozos
negros". Aunque el principal conflicto yace en "la considerable"
cantidad de industrias que descargan sus efluentes en el Riachuelo, con una
"notoria falta de cumplimiento de la legislación normativa existente",
según admitían el año pasado. Esa conclusión ya no figura
en el texto para 2018.
ACUMAR se ve privado de
los fondos más que necesarios para encarar estas obras fundamentales, que hacen
a la salubridad de la población. La resolución 46/2017 regula los límites
admisibles de vertido de efluentes líquidos de las empresas, y permitió nueve
contaminantes que estaban prohibidos hace años, especialmente agro tóxicos.
Figuran sustancias como DDT, Endosulfán y Heptacloro, que difícilmente pueden
ser diluidas con agua, y que difícilmente pueda hacerlo esta cuenca, que es
prácticamente un estanque; por más que diluyan en agua va a generar
impacto. A pesar de la exigencia de la Corte, en lugar de mejorar, la normativa
empeora, no visualizándose hasta el momento una voluntad de control de las
industrias contaminantes.
Es de recordar que uno de los
principales factores que motivó la sentencia de la Corte fue el tema de salud
de quienes viven alrededor del Riachuelo, aún desoído. Si bien diferentes
estudios comprobaron la presencia de plomo en sangre en poblaciones cercanas a su trazado, se desconoce cuál es la
población de riesgo. La ACUMAR nunca elaboró “un diagnóstico de base para todas
las enfermedades que permita discriminar patologías producidas por la
contaminación del aire, suelo y agua, de otras patologías no dependientes de
aquellos factores y un sistema de seguimiento de los casos detectados para
verificar la prevalencia y supervivencia de tales patologías”, tal como lo
dispuso la Corte en 2008.
Difícilmente la situación pueda
ser revertida para un gobierno que buscó siempre economizar en los temas más sensibles para las
clases más postergadas.
Marta Romero
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