LA MIREYA
DEL TANGO
¿Habrá sido el tango la respuesta rebelde de los años 1890 en
Buenos Aires? La rebeldía de quienes habitaban las orillas y suburbios de una
urbe que pugnaba por expandirse, pero que al mismo tiempo expulsaba a los más
humildes: carreros, cuarteadores, gauchos, peones, artesanos, inmigrantes
europeos, muchos de ellos hombres jóvenes que se vieron obligados a dejar su
familia y aventurarse a tierras lejanas en busca de la subsistencia que en
aquellas le negaban.
¿El tango nació machista, o así lo pintaron sus propulsores?
¿Fue el tango la música prohibida para una sociedad discriminadora
y para la mujer, ya entonces relegada? Son éstos algunos puntos oscuros de una
época de la que no abundan precisiones.
Muchas letras lo pintan enfangado en las calles de Pompeya,
Mataderos, Palermo, Patricios y Barracas, barrios montaraces y rústicos. Otras
lo presentan únicamente como música de tauras y cafishos, que relegan el papel
de la mujer al de cruel percanta, o la confinan a una franja secundaria, como
sumisa víctima de un destino fortuito, y en el mejor de los casos la elevan a
heroína de una historia de final trágico, o feliz.
Ejemplos no faltan, como lo expresan tantas letras: Felicia,
Grisel, Malena, María, Milonguita, de una lista interminable de ejemplos para
armar y desarmar. Muchas veces nombres impuestos por una cultura europeizante,
tales como: Ninón, Mimí, Manón, Griseta, Ivonne. Y La Rubia Mireya, una
deformación de Mirelle, que posiblemente no fue rubia, sino pelirroja.
¿Fue Mirelle o Mireya una realidad o una ficción literaria?
Son muchas las líneas investigativas y los relatos memoriosos, sin
embargo no hay pruebas concluyentes de su existencia real, aunque es un tema
que atrapa por lo mítico de su figura y que le dio letra al tango de Manuel
Romero Tiempos Viejos en 1926, también a películas, sainetes, piezas teatrales
y hasta óperas, pero
¿Quién era aquella mujer, a la que le “formaban rueda pa’ verla
bailar…”?
Línea investigativa Toulouse Lautrec
El célebre pintor francés (1864-1901) descubre en un burdel
parisino a una pelirroja provinciana de la misma pequeña ciudad de la que él
también era oriundo, Albi; se enamora de ella y la lleva a su atelier para
dejarla plasmada en el cuadro “Le salón de la rue des Moulins”.
Pero no sabe defenderla de la Madama. La muchacha emigra, se tiñe
el cabello y llega a un burdel de Buenos Aires, para dejar que el tango se
apodere de su cuerpo.
Lautrec, que nunca vino al país a rescatarla de su vida
licenciosa, hacia 1897 sufre su segundo ataque de delirium tremens, del que no
se recuperará hasta su muerte en 1901.
Línea investigativa Julio Cortázar
En un libro con dibujos de Hermegildo Sábat titulado Un gotán para
Lautrec, Cortázar desgrana el tema del pintor y Mirelle:
…Lautrec con sus patitas mermadas, esa fiaca de gran señor que tan
temprano lo llevó a vivir en los prostíbulos porque allí todo estaba al alcance
de la mano, modelos, salones con espejos, camas propicias, fiestas, temas
pictóricos, mujeres madres, mujeres hermanas, mujeres mujeres; él, que un día
le dijo a un amigo que un cuerpo de mujer era algo demasiado hermoso para hacer
el amor, como si las servidumbres de esos muslos y esas nalgas y esos tremendos
senos que se usaban entonces le parecieran por debajo del esplendor esencial que
tantas veces su lápiz y sus pinceles fijaran para siempre fuera del tiempo.
Hay dos maneras de acercarse a Lautrec; la de los que miran sus
cuadros en los museos y la de los que silban viejos tangos sin pensar para nada
en él… En el museo de Albi hay uno de los cuadros más hermosos de Lautrec, ‘Le
salón de la rue des Moulins’, pintado en 1894 en el prostíbulo donde el artista
pasaba largas temporadas. El primer plano muestra a una de las pupilas sentada
en un sofá rojo y mirando más allá del cuadro, el perfil un poco perdido en la
distracción o la espera del próximo cliente, una pierna tendida y otra
replegada. El pelo rubio rojizo, el cuello poderoso, la masa del cuerpo
adivinable bajo un vestido que más parece un camisón transparente…esa mujer se
llama Mirelle y fue una de las amigas de Toulouse Lautrec”.
Todo termina para Lautrec cuando Mirelle decide tomar el camino de
Buenos Aires, tentada con falsas promesas, ya no volverá a verla más; de allí
aquella Mirelle se transformará fonéticamente en la posible Mireya de Tiempos
Viejos, de Romero y Canaro, en el que:
“Yo y vos solo quedamos, hermano/ Yo y vos solo para recordar…”
Línea investigativa Alicia Dujovne Ortiz
Inspirada en la realidad o la fantasía de Cortázar, Alicia Dujovne
retoma el tema en su novela histórica Mireya, volviendo sobre las vicisitudes
de aquella musa predilecta del pintor francés.
Aquí en Buenos Aires no sólo aprenderá a bailar el tango,
inventará también nuevos pasos y posiblemente terminará cotizando la gloria de
iniciar sexualmente a un adolescente de peso excedido y cabello lacio, que no
es otro que Carlos Gardel.
No faltarán en su historia malevos trenzados en duelo a muerte, ni
las disputas lógicas de aquellos años y aquellos ambientes por los favores de
una mujer.
En el último capítulo de la obra de Alicia Dujovne, Mireya regresa
a su ciudad natal Albi, se despide de un suelo inestable, extraño y
desconocido, para convertirse en una exiliada marginal.
También en París, Jacobo Román y José Zulueta, bajo la fascinación
del personaje crearon una ópera: “Un tango para Lautrec”
“¿Te acordás hermano, la Rubia Mireya
que quité en lo de Hansen al loco Cepeda?...”
Aquí se introduce otro personaje “El Loco Cepeda” y un antiguo
lugar “Lo de Hansen”.
El periodista Osvaldo Bazán recuerda que El Loco Cepeda era Andés
Cepeda, amigo de Gardel en la realidad, llamado “poeta de las prisiones”, un
anarquista, malevo y homosexual, que pasó gran parte de su vida en las
cárceles. Tuvo muchos enfrentamientos a facón y muere en uno de ellos
disputando los amores de un jovencito en la calle México y Paseo Colón. Cuando
la policía llega al lugar, aún estaba con vida pero no delata a su agresor,
como era propio de los guapos de entonces.
Gardel en homenaje a su amigo, cuando cantaba Tiempos Viejos
cambiaba al Loco Cepeda por el Loco Rivera.
En cuanto a “Lo de Hansen”, según el historiador A. Taullard en
Nuestro antiguo Buenos Aires relata: "Era uno de los pocos lugares de
Buenos Aires donde la jarana se permitía, lejos del centro, entre la arboleda
silenciosa. El Hansen tenía aspecto de merendero andaluz y cervecería alemana.
Desde varias cuadras, a medianoche, descubríase su ubicación por las líneas de
luces de los faroles de los carruajes y los farolitos de colores que alumbraban
las glorietas; en esas glorietas se cenaba entre risas y farándulas, y en el
gran patio los parroquianos bebían bajo un techado frondoso de glicinas y
olorosas madreselvas. La orquesta tocaba milongas, polcas y valses".
Estaba emplazado en las actuales avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento.
Línea investigativa Blas Matamoro
Matamoro brinda versiones diferentes acerca de la Mireya de los
versos de Romero. La primera se trata de una chica criolla que vive amoríos con
un muchacho de familia bien, a quien la familia lo obliga a dejarla, por lo que
Mireya termina sus días en el cabaret.
Otra versión es la de una muchacha de buena familia, de ideas
avanzadas, que se casa con un personaje de época y que, maltratada por él, se
entrega a una vida licenciosa.
Ricardo Llanes y Germinal Nogúes opinan que Mireya pudo haber sido
Margarita Verdier o Verdiert, una uruguaya de familia francesa que hacia 1907
vivía en Castro Barros al 400 (más precisamente en un conventillo conocido como
el de “María La Lunga”, en el número 433, edificación que aún perdura). Se la
identificaba como “La Oriental” o “Mireya”, como una mujer de compadres que
bailaba el tango en sitios frecuentados por patoteros y que finalizó sus días
tuberculosa en el barrio de Nueva Pompeya.
“…Casi me suicido una noche por ella
y hoy es una pobre mendiga harapienta…”
Mireya en el espectáculo
La letra de Manuel Romero se estrenó en el Teatro Porteño de la
calle Corrientes angosta, el 11 de marzo de 1926 en el espectáculo “La
maravillosa revista” de Bayón Herrera y el mismo Romero. Poco después Enrique
Muiño la reedita en “Los muchachos de antes no usaban gomina” el 21 de octubre
de 1926, esta vez en el Teatro Buenos Aires, y Carlos Gardel grabó el famoso
tango también 1926.
En 1948 el mismo Manuel Romero lleva el tema al cine en “La Rubia
Mireya”, con la actriz Mecha Ortiz como protagonista. En 1969 en el film de
Enrique Carreras “Los muchachos de antes no usaban gomina” interpretará aquel
papel Susana Campos y en 1989 es encarnado en el teatro por María Aurelia
Bisutti.
Realidad, ficción o mito, lo cierto es que el personaje interesó a
decenas de historiadores y artistas, pero Mireya es parte de un tema mucho más
vasto, el de la prostitución y el sometimiento de la mujer a la categoría de
mercancía.
Miguel
Eugenio Germino
FUENTES
-Dujovne Ortiz, Alicia, Mireya, Alfaguara, 1998.
-Matamoro, Blas, Historia del Tango, CEAL, 1971.
-Nogués, Germinal, Buenos Aires Ciudad Secreta, Sudamérica, 2003.
-http://128.121.102.250/nota-hansen.html
-http://inmyliteratura.galeon.com/aficiones1948066.html
-http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=213691
-http://www.todotango.com/spanish/biblioteca/CRONICAS/mireya.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario