El movimiento cooperativo y el Barrio de Balvanera
Sede del Hogar obrero de Cangallo 2070, circa 1950
Tras diversas experiencias frustradas nace en Rochdale, Inglaterra, en
1844, “el cooperativismo”, como una nueva forma comunitaria de organización que compitiera
con el capitalismo individualista o corporativo con fines de lucro en beneficio
de uno pocos.
Las primeras experiencias de ese tipo en la Argentina surgen en la
última década del siglo XIX, incentivadas por la
entrada masiva de inmigrantes europeos, que llegaron al país con el fin de “hacer
la América”, comenzando con ellos a cimentarse las primeras organizaciones mutuales
solidarias de cooperación, que además permitieron desarrollar actividades
políticas y sociales con la aspiración de acceder a los bienes y servicios
básicos por fuera del sistema dominado exclusivamente por el capital –con un Estado ausente– y construir una sociedad libre,
democrática y soberana.
Tomarán las ideas que también entraron con los inmigrantes del
pensamiento de la época vinculados al anarquismo
y el socialismo. Con ésta corriente nacen diferentes modos cooperativistas a
fin de procurarse productos de consumo a valores solidarios, beneficio mutuo
(solidario y equitativo).
Las primeras organizaciones obreras
comenzaron a crearse poco después de la mitad del siglo XIX, también impulsados por grupos socialistas y anarquistas llegados en la gran ola de
inmigración, primero como mutuales y luego como sindicatos, para proteger además las condiciones
de trabajo, por entonces casi esclavistas.
Pero también el consumo, sobre todo de
productos básicos e indispensables, que le
era esquivo en aquella época a los que recién
llegaban al país. Era
una aspiración vital, ligada a la necesidad de alimentarse y sobrevivir en una
época en la que el hambre acechaba a cada paso; una
aspiración ajena al sentimiento del consumismo moderno, ese deseo compulsivo de
adquirir todo lo que se ofrece en el mercado. Un lujo que, en todo caso, se
podían dar entonces sólo las familias acomodadas de la oligarquía, que viajaban
regularmente a París –hasta
con sus propias vacas–,
haciendo ostentación de sus fortunas y gastar a chorros sus dineros en
artículos suntuarios.
En las clases pobres, por el contrario, el consumo era otra cosa, por
eso, las primeras manifestaciones del movimiento cooperativo en nuestro país
correspondieron a ese rubro. Por el año 1885 se constituyó en la Capital Federal una
cooperativa de consumo que respondió al sugestivo nombre de Les Egaux (Los Iguales),
promovida por una asociación de inmigrantes franceses
con ideas revolucionarias que habían abandonado su país por la ola represiva
que siguió a la derrota de la Comuna de París. La entidad estaba ubicada en la
manzana actualmente ocupada por el Congreso Nacional y comercializaba todo tipo
de artículos.
Un nuevo ensayo efímero en Buenos Aires fue el de la Cooperativa Obrera de Consumo, que se
fundó en 1898 por iniciativa del dirigente socialista Juan B. Justo, quien redactó al mismo tiempo sus estatutos. Entidad que funcionó, hasta su cierre en 1902, en el
local del Partido Socialista.
Este primer ciclo de ensayos cooperativos podría
decirse que se cerró en 1905 con el alumbramiento de El Hogar Obrero, creado a instancias, otra vez, de Juan B. Justo,
quien fue uno de los dirigentes que más pugnó por desarrollar el cooperativismo
en el país. Esa iniciativa coincidió con la resolución adoptada por el Tercer
Congreso de la Unión General de Trabajadores, de tendencia socialista, que
invitó a los obreros sindicalmente organizados a constituir cooperativas con el
objetivo de “mejorar las condiciones de trabajo y hacer más intensa la
propaganda obrera, excluir de ellas el sentimiento de estrecho espíritu de
corporación y contribuir a robustecer su resistencia al capitalismo”.
Los 100 años de la Fundación de la Caja Mercantil - Primera Cooperativa de Crédito en Villa Crespo
En aquella corriente también se inscribe una nueva forma de
cooperativismo: “el cooperativismo financiero”, a fin de promoverse entre sus miembros el
uso del crédito accesible, económico y sin las trabas burocráticas que
imperaban en los “bancos”, nacidos en los años 1100-1300 con los caballeros templarios que gestionan la primera banca
con actividad en Europa y el Medio Oriente.
La primera experiencia de este tipo en el radio urbano fue la “Primera Caja
Mercantil” que naciera en el barrio porteño de
Villa Crespo un 2 de febrero de 1918. Se inició así una de las más emblemáticas actividades del movimiento cooperativo de
crédito, entidad que a 100 años sigue viva como filial de un banco, obligado a
formarse durante la última Dictadura Militar, aunque la persecución al
movimiento arranca desde la dictadura de Onganía, en 1966, que impulsó reglamentaciones absurdas y abusivas al movimiento
cooperativo en pleno crecimiento.
una acción cooperativa |
En marzo de
1976 se interrumpe nueva y violentamente la continuidad institucional en
nuestro país, las Fuerza Armadas dan otro golpe institucional, más regresivo y
genocida que los anteriores. En este contexto, el Ministerio de Economía encabezado por José Alfredo Martínez de Hoz elabora
un anteproyecto de Ley de Entidades Financieras que apuntó directamente a
liquidar al cooperativismo de crédito al plantear la eliminación de la forma
jurídica cooperativa como base de estructura de servicios bancarios.
Nace así años
después, en 1979, el Banco Credicoop que tiene su origen en las viejas Cajas de Crédito. Ello
impulsó una acción defensiva que llevó a la fusión de las cooperativas de
crédito con el fin de sobrevivir, a partir de la fusión de las 44 cajas de
crédito que existían en la Capital y en el Gran
Buenos Aires, que en su momento de auge llegaron a superar
las 1.500.
La Primera Caja Mercantil, parte de ese
amplio movimiento cooperativo, fue partícipe y fundador de este banco cooperativo. Localizada en el barrio porteño de Villa Crespo fue fundada entre otros por
Isaías Kohan, Marcos Eldestein y Jaime Bujman, quienes figuran en las primeras
actas como los iniciadores de la entidad, la primera en su tipo en una zona
urbana, fruto de la necesidad de encontrar ayuda para el progreso y el
desarrollo de los trabajadores, comerciantes y vecinos, en su mayoría
inmigrantes de origen judío, sin capital propio que necesitaban del apoyo de
pequeños créditos para poder concretar emprendimientos productivos, entre otras
necesidades. El antecedente a esta Primera Caja fue la Sociedad de Ayuda Mutua de Villa Crespo, fundada en 1916, una de
las tantas organizaciones mutuales que agruparon a los inmigrantes llegados
desde fines del siglo XIX a la Argentina.
Marta Romero
Fuentes:
-http://negociosymanagement.com.ar/?p=1498
-http://www.centrocultural.coop/revista/2/los-desafios-del-movimiento-cooperativo-en-la-construccion-social-y-politica
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