martes, 2 de octubre de 2018

EL CÓDIGO DE PLANEAMIENTO Y DE EDIFICACIÓN


El Código de Planeamiento y de Edificación y el déficit de espacios verdes en la Ciudad


LOS  ESCASOS PARQUES COLAPSADOS  LOS DOMINGOS



La ciudad de Buenos Aires está segunda en el ranking de las peores de América Latina en cuanto a la cantidad de metros cuadrados de espacios verdes por habitante, sólo 4 metros cuadrados para cada uno de los 3 millones de porteños, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda tener entre 15 y 20. La falta de espacios verdes en la ciudad se incrementa año tras año y desde el 2007 ya se perdieron 300 hectáreas.
Ahora con el nuevo Código de Planeamiento y de Edificación que se intenta aprobar sin consenso, la situación se agravará en forma exponencial.
El Gobierno porteño asegura que en la ciudad hay seis metros cuadrados de espacios verdes por habitante –contando la Reserva Ecológica– ¡¡¡mentira!!! La OMS asegura que los espacios verdes ayudan a conservar un ambiente saludable y prevenir enfermedades provocadas por la contaminación atmosférica, ya que el efecto negativo que produce esta falta de espacios afecta al medioambiente y desata consecuencias en la salud física, la salud mental y la sociabilización de los ciudadanos.
Los espacios verdes son fundamentales para la vida de una ciudad, tanto para la interacción social como para una óptima calidad de vida, ya que son el único contacto con la naturaleza que tienen los habitantes urbanos.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires asegura que aumentó en casi diez hectáreas los espacios verdes en 2017 en referencia al año anterior. Según datos oficiales hoy la Ciudad cuenta con 1.837 hectáreas en total. Y aun así, no se llega a los metros cuadrados recomendables por habitante.
El gobierno local considera espacio verde a canteros, plantas colgantes, macetones, plazoletas secas, suman cualquier cosa, como los jardines de la Gral. Paz que desde que la ensancharon ya no existen. Cuentan polideportivos que están concesionados, clubes de amigos que no son espacios públicos. Considera “parque” a la pequeña plazoleta recién inaugurada en Medrano y Bartolomé Mitre, todo un despropósito. La situación de la Ciudad en materia de conservación de espacios verdes públicos se viene perdiendo desde hace muchos años, y en muchos casos se gastan fortunas en remodelar algunos innecesarios, como lo es la Plaza Fumarola, en la que los vecinos hicieron dos plantaciones de especies autóctonas en el presente año.
Balvanera, San Cristóbal, Almagro y Boedo son los barrios que menos espacios verdes tienen, no llegan a un metro cuadrado por habitante, además los espacios verdes están mal distribuidos.
A su vez el nuevo Código –rechazado por la inmensa mayoría de los vecinos– se constituye en un pingüe negocio inmobiliario, construyendo lujosos edificios y descartando viviendas económicas para centenares de miles de inquilinos que carecen de vivienda propia, permite a su vez, construir más edificios en torre, sin variar tampoco la infraestructura de agua corriente, cloacas, luz y gas, aumentando la polución ambiental por el incremento de la densidad poblacional.
Los espacios verdes regulan la temperatura y la humedad, producen oxígeno y filtran la polución, absorben contaminantes, crean un aire más limpio, amortiguan ruidos, almacenan carbono para contrarrestar las consecuencias del cambio climático. Además de ser un lugar de paseo, de relajación o de ocio y ayudar en el esparcimiento, en la prevención de enfermedades y el estrés, filtran el agua de las lluvias y funcionan como espacio absorbente para disminuir los riesgos de inundaciones, como el adoquinado regula la velocidad del tránsito.
El arbolado urbano no es repuesto permanentemente, como corresponde, ni siquiera se deja libre el espacio para el árbol en las calles que se embaldosan, ya sea por la obra pública o privada.
La población crece y va a crecer velozmente, con los nuevos códigos pretenden duplicar los 3 millones actuales, falta una planificación urbana sustentable, lo que incrementa y afecta grave y directamente sobre los recursos naturales, de los que dependen los ciudadanos para una buena salud y un mejor bienestar.
Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) las ciudades de hoy ocupan un 2 % de la superficie del planeta, pero se utiliza el 75 % de sus recursos naturales. Y se estima que para el 2050 el 70 % de la población mundial vivirá en ciudades, se marcha así hacia el colapso ambiental.
Un sostenible desarrollo urbano y una conciencia responsable, con una planificación inteligente y una búsqueda efectiva en pos de una mejor calidad de vida de los habitantes debe ser una política de Estado, que además debe controlar y trabajar para obtener los mejores resultados, cosa que hoy no está ocurriendo.

                                                       Marta Romero






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