sábado, 30 de marzo de 2019

GARDEL Y CHARLES CHAPLIN


Carlos Gardel, figura inolvidable del Abasto



A más de ochenta años: nueva risa de Gardel en fotos “recientes” con Charles Chaplin

Como la inaccesible incógnita en la comisura de Mona Lisa, el fijo gesto del payaso creado por Víctor Hugo para El hombre que ríe, o la desesperación de Marcel Marceau por arrancar una perenne alegría de su rostro, Carlos Gardel ha quedado hasta en la trágica mueca de su óbito exhibiendo aquella dentadura impecable que lució el cuarto menguante de su sonrisa eterna.




Estereotipo acaso cultivado por él, ya que en su profusa iconografía apenas sólo una vez apareció Gardel entre un grupo de amigos excediéndose hacia la carcajada. Hasta que recientemente apareció al fin la carcajada misma.
Tan excepcional y espontáneo festejo necesitó de un genio para provocarlo, según ha trascendido al difundirse el archivo personal de Charles Chaplin (en su momento y por mucho tiempo “el hombre más famoso del mundo”) desde su residencia de Corsiere-sur-Vevey (Suiza) ahora hecha museo, mediante nuevas fotografías del encuentro con Gardel en Niza.






Como es sabido, en 1931 Chaplin efectuó una gira europea presentando su flamante película Luces de la ciudad, alternando en ese periplo con diversas personalidades. Desde Mohandas Gandhi (el famoso Mahatma), al futuro primer ministro británico Winston Churchill, pasando por la naciente Marlene Dietrich o el dramaturgo irlandés George Bernard Shaw. Y entre todos ellos también con Carlos Gardel que estaba actuando en Niza. Aunque solo muy accidentalmente parece haber pasado Chaplin por allí, según su interés sentimental por la bailarina húngara May Reeves a la que dedicó después dos o tres páginas de sus memorias recordando aquellos días, e ignorando a nuestro artista en una omisión para no sorprender si incurrió en otras mucho más trascendentes dentro de su vida artística y personal. Ella en cambio sí recordó a Gardel cuatro años después al editar su intimidad con Chaplin: “...un cantor argentino cantó en su honor mientras Chaplin (...) cortaba una torta enorme con un cuchillo descomunal”.
Esas fotografías permiten suponer que hubo más de un encuentro entre Gardel y Chaplin, mostrando algunas cierta intimidad, otras un amplio salón y siempre con la compañía de la acaudalada Sadie Wakefield, quien mucho iba influir en los contactos de Gardel con la Paramount para acceder al cine sonoro de largometraje, que ese mismo año iba concretar con Las luces de Buenos Aires. Destacando entre las primeras un Chaplin componiendo mímicas ante las que Gardel ríe inicialmente para después estallar en risotada, como nunca mostró ni iba a mostrar en el profuso registro gráfico de su vida.
De aquel momento, Julio De Caro iba a rescatar que con su orquesta interpretó el tango El monito bailado por Chaplin, mientras sirvió a Gardel para evocar el Abasto en carta escrita a su madre: “...ayer me presentaron a Charlie Chaplin, es un hombre bajito, muy simpático y casi completamente igual al Charlot que nos hacía reír hasta hace poco en el cine de la calle Anchorena...”.

Juan Carlos Portas
Lector de Primera Página de Lago Puelo (Chubut)

Fuentes:
-Carlos Gardel, Simón Collier, Sudamericana, Bs. As., 1986.
-Charles Chaplin intíme, May Reeves, Gallimard, Paris, 1935.
-El tango en mis recuerdos, Julio de Caro, Centurión, Bs. As., 1964.
-Gardel, la biografía, Julián y Osvaldo Barsky, Taurus, Bs. As., 2004.
-Mi autobiografía, C. Chaplin, Debate, 1989.
-Un comerciante descubre el mundo, C. Chaplin, Confluencias, España, 2014.






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