lunes, 22 de julio de 2019

El Archivo Histórico del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

El Archivo Histórico del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que encabeza Horacio Rodríguez Larreta está al borde del colapso, tal vez en el umbral de su cierre definitivo, con sus colecciones de más valor inaccesibles y tiradas en un salón convertido en el “obrador” de las tareas de reforma comenzadas en julio de 2017, cuando las autoridades dispusieron una “mudanza interina” a la sede de Los Patos 2151, en Parque Patricios.
El “compactus” cubierto de desechos y las cajas de cartón con documentos del Siglo XIX.
Con la falta de control gubernamental de las obras de refacción, se produjeron daños de difícil reparación.
El mismo día de su asunción en reemplazo de Mauricio Macri, Rodríguez Larreta presentó el proyecto, aprobado el 15 de diciembre de 2016 como “DECRETO Nº 363/GCABA/15”, de rediseño de la “estructura orgánico funcional dependiente del Poder Ejecutivo” de la CABA. Además de disponer la enorme cantidad de “horas retributivas” que cobraría el funcionariado porteño a partir de su asunción, incluyó, a través de una norma posterior, la reconversión de la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico en la de Patrimonio, Museos y Casco Histórico, a partir de una fusión que deja a al Archivo Histórico y Biblioteca, no solo sin su rango “gerencial”, sino por debajo de una subgerencia de Investigaciones perteneciente a la Gerencia Operativa de Patrimonio.
Esta medida implica quitarle sus funciones específicas, los recursos y hasta la razón de ser a la estructura encargada de “conservar, custodiar, organizar y acrecentar la documentación de valor histórico producida por el Gobierno comunal de nuestra Ciudad”, y de brindar “servicios de referencia, orientación y acceso a la documentación histórica de la Ciudad compuesta por documentos textuales, manuscritos, cartográficos, hemerográficos”, según lo publicitan las propias autoridades locales. Con la falta de control gubernamental de las obras de refacción, se produjeron daños de difícil reparación.
El Archivo Histórico de la Ciudad está instalado sobre el inmueble adquirido por el Gobierno local en octubre de 2010, en forma de martillo y con salidas a la calle Bolívar 466 y a República Bolivariana de Venezuela 469. En el lugar se negociaron los términos de la rendición del general inglés William Beresford, tras la fallida invasión de 1806  resistida por los porteños, con actuación destacada de Santiago de Liniers, quien vivió en el lugar siendo el penúltimo virrey español en el Río de la Plata entre febrero de 1807 y julio de 1809.
“Falta de ventilación”, “altos niveles de humedad existentes, cambios abruptos de temperatura” y dificultades de acceso.
El decreto que dispone la adquisición de la propiedad establece una serie de condiciones actualmente violadas, ya que la inversión se justifica en “que no existe en la Ciudad un lugar que reúna las condiciones” que combinan “el valor histórico patrimonial con una infraestructura edilicia que permite desarrollar en un mismo ámbito todas las actividades que hacen a la misión de investigar, difundir y preservar la historia de la Ciudad y sus habitantes”. La propia Auditoría General de la Ciudad señaló a lo largo de años las deficiencias en las condiciones de guarda de la documentación histórica.
Entre las críticas recibidas por el lugar, figuran “falta de ventilación”, “altos niveles de humedad existentes”, “cambios abruptos de temperatura”, junto a las dificultades que presenta el acceso, según las denuncias hechas hace siete años, avaladas por la representación gremial.
En julio de 2017 el gobierno de Rodríguez Larreta comunicó la mudanza “interina” a la sede de Parque Patricios para proceder a una serie de reformas a las que no se adjudicó el presupuesto correspondiente del Estado municipal, sino que se acudió al programa de “Mecenazgo”.
Allí hay documentos de texto y gráficos que cubren temáticas como abasto, agua, alumbrado, calles, edificios y epidemias.
Ante la falta de control y de la conducción administrativa, arquitectónica, de conservaduría, archivística y ambiental que requiere un trabajo de estas características, los responsables del convirtieron al corazón del museo en “un obrador de albañilería y depósito” de material de descarte, ante el absurdo de que ese espacio de guarda de la documentación histórica no fue refaccionado. Se alteró el espacio que alberga al tesoro documental, se generó una “atmósfera sucia ”cargada de polvos nocivos para ese material sensible e histórico; las partículas en suspensión dañaron incluso el sistema de cierre de las puertas de acceso al armario modular que contiene la totalidad de la documentación producida en el siglo XIX. La gestión Cambiemos no invirtió en la compra de ese artefacto, conocido como “compactus” en la jerga de los archivistas, que debía ser adecuado a los tiempos y a la importancia de su contenido, según las recomendaciones internacionales de gestión documental.
En realidad, la estantería que ahora está bloqueada por material en desuso y a la espera de un arreglo de no más de $ 50.000, fue “capturada” por una gerenta operativa de Patrimonio del material de rezago de otra dependencia. En su interior hay documentos de texto y gráficos que cubren temáticas como abasto, agua, alumbrado, calles, celebraciones, comercio, edificios, enfermedades y epidemias, higiene de la ciudad, hospitales, impuestos, industria, parques, paseos, prostitución, sociedades de socorros, terrenos y transporte, que dan cuenta de las acciones del gobierno municipal y de las relaciones mantenidas por las instituciones con los ciudadanos durante los siglos XIX y XX.
El Archivo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, en San Telmo.
A las/os ciudadanos y estudiosos nacionales y extranjeros se les niega el acceso. Los trabajadores del lugar enfrentan los riesgos para su salud generados por una “diversidad de factores” contaminantes, según el informe confeccionado y suscripto por personal idóneo de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires ya en 2008. Sin resguardar el patrimonio histórico de la Ciudad ni de la Argentina, y con un archivo convertido en depósito de descartes, el Gobierno de la Ciudad tampoco ha reconocido los derechos que otorga a sus empleados la realización de “tareas insalubres y riesgosas”.




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario