11 de noviembre de 2019
El golpe en Bolivia: cinco lecciones
Por Atilio A. Boron
La tragedia boliviana enseña
con elocuencia varias lecciones que nuestros pueblos y las fuerzas sociales y
políticas populares deben aprender y grabar en sus conciencias para siempre.
Aquí, una breve enumeración, sobre la marcha, y como preludio a un tratamiento
más detallado en el futuro.
Golpe en Bolivia: se robaron
la perla cultivada
Primero, que por más que se
administre de modo ejemplar la economía como lo hizo el gobierno de Evo, se
garantice crecimiento, redistribución, flujo de inversiones y se mejoren todos
los indicadores macro y microeconómicos la derecha y el imperialismo jamás van
a aceptar a un gobierno que no se ponga al servicio de sus intereses.
Segundo, hay que estudiar los
manuales publicados por diversas agencias de EEUU y sus voceros disfrazados de
académicos o periodistas para poder percibir a tiempo las señales de la
ofensiva. Esos escritos invariablemente resaltan la necesidad de destrozar la
reputación del líder popular, lo que en la jerga especializada se llama
asesinato del personaje (“character assasination”) calificándolo de ladrón,
corrupto, dictador o ignorante. Esta es la tarea confiada a comunicadores
sociales, autoproclamados como “periodistas independientes”, que a favor de su
control cuasimonopólico de los medios taladran el cerebro de la población con
tales difamaciones, acompañadas, en el caso que nos ocupa, por mensajes de odio
dirigidos en contra de los pueblos originarios y los pobres en general.
Tercero, cumplido lo anterior
llega el turno de la dirigencia política y las elites económicas reclamando “un
cambio”, poner fin a “la dictadura” de Evo que, como escribiera hace pocos días
el impresentable Vargas Llosa, aquél es un “demagogo que quiere eternizarse en
el poder”. Supongo que estará brindando con champagne en Madrid al ver las
imágenes de las hordas fascistas saqueando, incendiando, encadenando
periodistas a un poste, rapando a una mujer alcalde y pintándola de rojo y destruyendo
las actas de la pasada elección para cumplir con el mandato de don Mario y
liberar a Bolivia de un maligno demagogo. Menciono su caso porque ha sido y es
el inmoral portaestandarte de este ataque vil, de esta felonía sin límites que
crucifica liderazgos populares, destruye una democracia e instala el reinado
del terror a cargo de bandas de sicarios contratados para escarmentar a un
pueblo digno que tuvo la osadía de querer ser libre.
Cuarto: entran en escena las
“fuerzas de seguridad”. En este caso estamos hablando de instituciones
controladas por numerosas agencias, militares y civiles, del gobierno de
Estados Unidos. Estas las entrenan, las arman, hacen ejercicios conjuntos y las
educan políticamente. Tuve ocasión de comprobarlo cuando, por invitación de
Evo, inauguré un curso sobre “Antiimperialismo” para oficiales superiores de
las tres armas. En esa oportunidad quedé azorado por el grado de penetración de
las más reaccionarias consignas norteamericanas heredadas de la época de la
Guerra Fría y por la indisimulada irritación causada por el hecho de que un
indígena fuese presidente de su país. Lo que hicieron esas “fuerzas de
seguridad” fue retirarse de escena y dejar el campo libre para la descontrolada
actuación de las hordas fascistas --como las que actuaron en Ucrania, en Libia,
en Irak, en Siria para derrocar, o tratar de hacerlo en este último caso, a
líderes molestos para el imperio-- y de ese modo intimidar a la población, a la
militancia y a las propias figuras del gobierno. O sea, una nueva figura
sociopolítica: golpismo militar “por omisión”, dejando que las bandas
reaccionarias, reclutadas y financiadas por la derecha, impongan su ley. Una
vez que reina el terror y ante la indefensión del gobierno el desenlace era
inevitable.
Quinto, la seguridad y el
orden público no debieron haber sido jamás confiadas en Bolivia a instituciones
como la policía y el ejército, colonizadas por el imperialismo y sus lacayos de
la derecha autóctona. Cuando se lanzó la ofensiva en contra de Evo se optó por
una política de apaciguamiento y de no responder a las provocaciones de los
fascistas. Esto sirvió para envalentonarlos y acrecentar la apuesta: primero,
exigir balotaje; después, fraude y nuevas elecciones; enseguida, elecciones
pero sin Evo (como en Brasil, sin Lula); más tarde, renuncia de Evo;
finalmente, ante su reluctancia a aceptar el chantaje, sembrar el terror con la
complicidad de policías y militares y forzar a Evo a renunciar. De manual, todo
de manual. ¿Aprenderemos estas lecciones?
EEUU apoya golpe de Estado o asesinato de Evo
Morales
NOAM CHOMSKY
10 de noviembre de 2019.- El politólogo Noam Chomsky
denuncia que EE.UU. está detrás del golpe de Estado de la oposición en Bolivia
para derrocar al presidente Evo Morales.
“El golpe es promovido por la oligarquía boliviana (…) y
cuenta con el total apoyo del Gobierno de Estados Unidos, que desde hace mucho
tiempo está ansioso por expulsar a Evo Morales y a su movimiento del poder”,
advirtió el reconocido politólogo estadounidense.
En un comunicado emitido el sábado, Chosmky alertó que el
centro de operaciones de la embajada de Estados Unidos en La Paz (capital
boliviana) ha dejado entrever dos planes en el país suramericano: “el 'plan A',
un golpe de Estado, y el 'plan B', el asesinato de Morales”, indicó.
Conforme al politólogo, la oposición boliviana prepara un
golpe de Estado tras el fracaso que sufrió en los comicios del pasado 20 de
octubre frente al Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Morales.
Tales acciones constituyen una grave violación de la Carta
de las Naciones Unidas y de todas las normas internacionales, ha lamentado,
antes de expresar su esperanza de que el pueblo y el Gobierno bolivianos
frustren los complots en su contra.
El viernes, Morales anunció que elementos de la oposición
buscan sacarlo del poder, con acciones como el reciente motín de policías en
tres ciudades centrales del país. Ante tal situación, el líder indígena convocó
al diálogo a los partidos políticos para “defender la democracia” y pacificar
Bolivia.
No obstante, grupos de la oposición no cesaron sus planes
golpistas y asediaron el mismo sábado el edificio donde funcionan la Red Patria
Nueva y el canal Bolivia TV (BTV), en un intento por “acallar la prensa” para
demandar la renuncia del jefe de Estado en desconocimiento de su mandato
constitucional, tal y como avisa Morales.
Por su parte, la Cancillería de Bolivia ha señalado que las
acciones de grupos radicales de oposición contra medios de comunicación del
país constituyen una vulneración a la libertad de prensa y al derecho a la
comunicación y a los principios básicos del estado de derecho.
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