El Abasto, lugar histórico de la integración
En pleno año
2020, la imagen que tenemos del Abasto
Shopping es la de un lugar que logra, de cientos de formas, la unión de diferentes tipos de personas. Esta
notable tarea, no es algo propio de esta época,
sino que viene desde sus inicios.
Como pasa hoy
en día, los hechos que suceden en Europa siempre han repercutido en nuestro
país. En épocas de la Revolución Industrial (tanto la primera como la segunda),
los ciudadanos europeos se vieron obligados a buscar nuevos rumbos donde el
trabajo y la prosperidad sean una garantía. Argentina, por su baja densidad de
población y su inmenso suelo disponible, se convirtió en un refugio ideal para
aquellas personas.
A medida que
la población crecía, era necesaria la implementación de nuevos sitios. En el
barrio de Balvanera, desde noviembre de 1888, la intendencia y el Consejo
Deliberante analizaron la posibilidad de implementar un mercado de
abastecimiento por pedido de los hermanos Devoto, que habían adquirido el
terreno unos años antes. Tras un período de análisis, en enero de 1889 se
aprobó la petición y el Mercado del
Abasto se consolidó como un sitio en donde se podrían vender y comprar
frutas y verduras.
Desde
aquellos primeros años de vida, el Abasto sirvió no sólo como un mercado, sino
también como un lugar en donde miles de personas de diferentes nacionalidades
podían relacionarse, aunque reglamentariamente, el único fin del lugar era el
tráfico de los alimentos mencionados.
La constante
evolución de la época, hizo que el mercado deba reinventarse. Para la década
del ‘30, ya contaba con la estación Carlos Gardel del Subte B, lo que lo
hacía un lugar de integración aún más grande. Además, en 1934, de la mano del
arquitecto esloveno Viktor Sulčič, el edificio fue remodelado bajo las
influencias del Brutalismo (estilo
arquitectónico del Movimiento Moderno) y obtuvo una apariencia similar a la que
conocemos en la actualidad.
Durante esa
década, se implementaron actividades de ocio como el teatro y los naipes, entre
otras cosas, que lograron una mayor integración de personas de diferentes
nacionalidades bajo el techo del Abasto.
A finales de
siglo, el Mecado Central de Buenos Aires
ya se encontraba habilitado, por lo que en 1984, el Abasto cerró sus puertas y
comenzó a transitar la peor época de su historia. Un año después, el Concejo Deliberante declaró Patrimonio Cultural
de la Ciudad al ya abandonado mercado,
impidiendo así una desgracia asegurada, ya que por esa zona hubiese pasado una
autopista impulsada por el intendente de facto, Osvaldo Cacciatore. Luego de
catorce años con la idea de hacer un centro comercial, el 10 de noviembre de
1998, el Shopping del Abasto abrió
sus puertas con cientos de propuestas diferentes como comidas kosher de la comunidad judía, alimentos árabes, cocina
italiana, asiática y por supuesto, alimentos autóctonos de nuestro país, entre
otros. Hoy en día, su cine y sus miles de productos extranjeros y locales, lo
convierten en un salto al mundo exterior en el corazón de Balvanera. Y siempre,
por sobre todo, ofreciendo un mismo servicio que lo definió durante toda su
historia: la integración.
LUCAS GIANNOTTI
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