FRENTE DEL NEGOCIO |
Al
haberse fundado en 1907 y haber
estado siempre en el barrio, la Ferretería
Nanzer está unida en forma indisoluble a Balvanera. Ubicada en avenida
Belgrano 3220, es el negocio más antiguo de la zona y uno de los más
antiguos de la ciudad. Justamente, por su larga historia y por pertenecer desde
sus orígenes a la misma familia, aquella que le da su nombre, su propietario, Carlos Nanzer, de 72 años, se hizo
acreedor de dos reconocimientos en 2018 y 2019, otorgados por la Federación de
Comercio de Buenos Aires (FECOBA) y la Asociación Civil Balvanera al Sudoeste
(Balsud). En el caso del año pasado, fue distinguido como “Comerciante
Referente de la Cultura del Trabajo en la zona”. “Me siento orgulloso por recibir
estos reconocimientos. Yo no he hecho otra cosa que cumplir con esa bajada de
línea que recibí en la infancia, es decir, el respeto por el trabajo, el cuidar
y respetar a aquellos que fueron iniciadores de esta tarea”, expresa
Nanzer con humildad.
Los
comienzos del comercio fueron en avenida
Belgrano 3189, donde funcionó hasta diciembre de 1998. A partir de 1999 se instaló
en su ubicación actual. El fundador del negocio fue el tío mayor de Nanzer,
quien vino de Suiza a Argentina con apenas 19 años, junto a dos hermanos. Ellos
iniciaron su actividad como “almacén de ramos generales”, una especie de
polirubro. Con el correr de los años la denominación pasó a ser lo que hoy en
día se conoce como “ferretería”. En esa época, como era costumbre, en la parte
de adelante estaba el negocio y en la parte posterior, la vivienda.
Al
vivir en la parte de atrás del comercio, en la infancia, Nanzer jugaba más en
la ferretería que en su casa. Además, el negocio era el tema principal de la
charla en las reuniones familiares. Así fue mamando de a poco todos los
conocimientos necesarios para atender el local, del cual se haría cargo en 1968
al fallecer su padre.
INTERIOR DE LA FERRETERÍA |
Apenas
se entra a la ferretería sorprenden las grandes dimensiones del local, que
tiene 90 m², y la enorme variedad de productos. “En primera instancia somos
ferretería general (herramientas, bulonería, tornillería); en segunda
instancia, ferretería semiindustrial con la venta de máquinas eléctricas
manuales. Asimismo, tenemos repuestos de sanitarios, gas, electricidad y
pintura en forma completa, y materiales de construcción”, explica el
propietario.
La
disposición del negocio fue ideada por el propio Nanzer. Tomando las medidas
correspondientes, fue pensando la forma más adecuada de realizar las instalaciones:
la ubicación del mostrador, las vitrinas, las estanterías, el lugar de
circulación de los clientes. Hay dos vitrinas con puerta corrediza a los
laterales del local donde se exhiben toda clase de productos. Las estanterías
están por doquier: arriba de las vitrinas, sobre el mostrador, detrás del
mostrador, contra la pared. A esto hay que sumarle los miles de elementos que
se encuentran en la parte posterior, en grandes habitaciones que funcionan como
depósito. La propiedad tiene en total 550 m² entre la parte de atención al
público, el depósito y el sótano, cuya superficie es de 210 m². En este momento
se están efectuando refuerzos en el techo del sótano. Una vez terminada esta
obra, se van a armar más estanterías en el lugar para poder traer productos nuevos.
“El
secreto del buen ferretero es la atención personalizada, que es fundamental,
igual que el buen trato. Eso lo aprendí de mis padres. Llega un momento en que
el cliente deja de ser un cliente de paso para llegar a ser casi un amigo. En
algunos casos con los viejos vecinos del barrio tenemos una amistad a tal punto
de saber cómo está integrada cada familia porque toda nuestra vida transcurrió
en el lugar”,
remarca Nanzer.
LA NUEVA GENERACIÓN |
En
la actualidad dos de sus seis hijos, el mayor y el menor, son quienes están al
frente de la ferretería. Nanzer, quien ya lleva unos años jubilado, va un rato
a la mañana y otro a la tarde. Próximamente,
asegura, se realizará el traspaso a sus hijos para continuar la línea. “Y si
Dios quiere, después van a venir los nietos porque ya están con ganas de
participar en el negocio”, afirma con una sonrisa. El local abre de lunes
a viernes de 8 a 20 en forma corrida y los sábados, de 8 a 15. Se trabaja
permanentemente, inclusive cuando llega el período de vacaciones. Los hijos de
Nanzer se turnan en enero y febrero para atender el comercio. En tanto, Nanzer
se suele tomar unos días de descanso en marzo.
Afable
y de aspecto juvenil, Nanzer es un vecino de Balvanera con todas las letras: “Yo
vivo en la zona. Toda mi vida transcurrió trabajando y viviendo en la zona.
Cuando me casé, después del fallecimiento de mi papá, empecé a vivir en la
parte de atrás del negocio. Después construí mi casa a una cuadra y media de
distancia. En el negocio viejo nacieron mis tres hijos mayores, los tres más
chicos nacieron en donde vivimos en la actualidad. Siempre trabajamos y vivimos
en el barrio y seguimos viviendo y trabajando en el barrio”.
¿Cómo
vislumbra el futuro cercano el propietario de la tradicional ferretería?: “Mientras
tenga fuerza y energía, y la salud me lo permita, voy a seguir viniendo al
local. Progresivamente me voy convirtiendo en ayudante de mis hijos, en un
referente. Ellos están más al tanto de todo lo que son herramientas, productos
nuevos y modernos, y yo estoy más al tanto de lo que son cosas antiguas. Así
como ellos en su momento fueron colaboradores míos, ahora yo soy colaborador de
ellos. Se fueron invirtiendo los papeles”.
Laura Brosio
Es bueno que los comercios tradicionales resistan los embates de grandes como Easy, ikea y demás. Ahora practicamente cualquiera pone una ferretería online pero estos fallan mucho a la hora de aconsejar sobre piezas y demás. Es el plus que brindan los comercios de toda la vida que no se consigue con los medios modernos.
ResponderEliminar