El tango es un género
musical de naturaleza urbana que permite ser interpretado por una variedad de
formas y nociones instrumentales, donde se destaca una coreografía sumamente
sensual y compleja, que hace al patrimonio cultural de Argentina y Uruguay. Paradójicamente
el término proviene de etnias del Congo, Golfo de Guinea y Sudán, significaba para los esclavos "espacio
cerrado" o círculo, y cualquier espacio
privado al que para entrar hubiera que pedir
permiso, y no siempre fuera admitido. De allí
tal vez su complejidad, misticismo y belleza.
Eduardo Arolas a los 18 años, en 1910
En esencia el tango es una expresión artística de
fusión, de naturaleza netamente urbana y raíz suburbana que responde al proceso
histórico concreto del mestizaje, biológico y cultural rioplatense pre-inmigraciones
(indígenas, negras, mulatas y criollas) y la inmigración masiva, mayoritariamente
europea, que reconstituyó completamente las
sociedades rioplatenses a partir de las últimas décadas del siglo XIX. El tango es hijo directo de ese intenso mestizaje.
El tango primitivo - su origen prostibulario
Hacia el año 1875, el tango primitivo con su
carácter "orillero" y de clase, se ubica en los extramuros de la
ciudad, en los llamados barrios reos, despreciados por una sociedad burguesa,
que tras la epidemia de fiebre amarilla se traslada de San Telmo a Recoleta.
El barrio sur comienza a envejecer convirtiéndose
en refugio de la creciente inmigración. Alumbra la figura del conventillo, que
se extiende por los arrabales hacia La Boca y los Corrales Viejos, por el oeste
hacia Miserere y por el norte hacia Palermo y Belgrano.
la vieja Cortada en 1926 (hoy Carlos Gardel) y Anchorena
Nace así el "quilombo" (africanismo que
designó al refugio de los negros, calificados de cimarrones, salvajes) y la
prostitución como un nuevo negocio, explotado por los rufianes. El tango
animará aquellos tugurios y se convertirá en la música prohibida, bailada entre
hombres solos, como diversión contestataria de las clases bajas de las orillas.
Debe tenerse en cuenta que la inmigración de fines
del siglo XIX, en su mayoría de sexo masculino, produce un desequilibrio con la
consiguiente "escasez" de mujeres, alentando el ambiente
prostibulario, el sector de Junín y Lavalle, por ejemplo, era conocido como
"El tenebroso Junín".
Así proliferarán las llamadas
"Academias", salones generalmente regenteados por mujeres y animados
por un tango que vegeta en la oscuridad y el anonimato, como santo y seña de
una sociedad secreta de músicos cobijados tras seudónimos y como protección de
la otra sociedad, la de las clases altas, que sin embargo también alimenta sus
propios prostíbulos–claro
está, de cierta categoría– en
el Barrio Parque (hoy Tribunales).
GARDEL EN EL PATIO DE SU CASA DE JEAN JAURES |
Primeros personajes y temas
El Arrabal, identificado con el "lumpen"
por las capas poderosas que detentan el poder, representa para ellas un peligro
de enfrentamiento fatal. Este "enemigo" es la clase obrera incipiente
que comienza a agruparse en asociaciones, atrapada en el yugo de las fábricas
con 14 horas diarias de labor, que se mezcla con los que no tienen ocupación
fija y que vive al margen del mundo artificial creado por una oligarquía que
empieza a ver en riesgo sus posiciones dominantes.
La aparición del radicalismo, el anarquismo y el
socialismo agregará a la compleja situación un condimento adicional, con un
estado de agitación y huelgas. Como consecuencia, en 1902 se sanciona la ley 4.144,
que permite la deportación de los "elementos peligrosos". El tango
adquirirá en sus comienzos un marcado perfil de clase, aun cuando sus letras no
lo reflejen.
Con el “quilombo” aparecen nuevos personajes: el rufián (fioca o
canfinflero), las pupilas o taqueras (que "taconeaban" la calle), y
el compadre, guardaespaldas de los rufianes y caudillos políticos, que tenía
una aceitada relación con la policía. Un ejemplo en la ficción es el personaje “Ecuménico”,
en la obra de Samuel Eichelbaum Un guapo del 900, llevada al cine
por Leopoldo Torre Nilsson, que es un reflejo de la vida de Cielito Traverso,
uno de los dueños del café O'Rondeman en el Abasto. El cafishio
parece confundirse, en el mundo del tango, con la indumentaria exagerada de
Eduardo Arolas.
Las primeras letras de tango
Las primeras letrillas del tango combinaban la
picardía con el tema sexual y prostibulario, con títulos metafóricos que
encubren ambientes, órganos y actos sexuales en un mundo machista en el que la
mujer adquiría solamente la dimensión de "objeto".
Un paseo por aquellos legendarios títulos nos muestra
la actitud de la época: Dame la lata (la chapita que recibía
la prostituta del cliente por su servicio); El choclo, El
serrucho y La budinera (en abierta alusión a órganos corporales); Con
qué trompieza que no dentra, Dos veces sin sacarla, Embadurname
la persiana, Colgate del aeroplano, Golpiá
que te van a abrir, Sacámele el molde y muchísimos otros
que encubren figuras netamente pornográficas de aquel submundo. Aún en nuestros
días se logra escuchar, como rareza, alguno de aquellos lejanos títulos, que el periodista Ricardo Horvath
refleja en su libro “Esos malditos tangos”.
Muchas de aquellas letrillas eran cantadas por la
concurrencia en la antesala de los burdeles, lo que configuraba una prohibición
tácita de aquella música, vergonzante para la alta sociedad y la llamada
"gente decente".
Las antiguas “academias”
En el último cuarto del siglo
XIX, en Buenos Aires y en Montevideo, se denominaban "academias" a
los salones donde realizaba sus bailes la colectividad negra. En la Boca
tomaban aquel nombre ciertos cafés en los que se tocaba tango y los clientes
eran "asistidos" por camareras que admitían ser sacadas a bailar.
EL TANGO BAILADO ENTRE HOMBRES
La "milonguita" del posterior cabaret, y
la "copera" de épocas más recientes, heredarían las costumbres de las
viejas academias, vale aclarar que aquellas nada tenían que ver con el concepto
de las más recientes donde se imparte la enseñanza de la danza, que también
proliferan en Buenos Aires y especialmente en el
Abasto.
Otra de las figuras prostibularias de épocas idas
era la "casa de baile", normalmente regenteada por una mujer
(madama), que alquilaba el salón con personal completo: músicos, mozos y
mujeres. El locador organizaba la fiesta. Estas casas abundaban en el sector
"Once" a lo largo de la calle Jujuy y la avenida Pueyrredón.
Pascual Contursi relata en El motivo las
consecuencias futuras de quienes pasaban por aquellos establecimientos:
"Mina
que fue en otros tiempos
la
más papa milonguera
y
en esas noches tangueras
fue
la reina del festín.
Ya
no tiene pa´ ponerse
ni
zapatos ni vestidos;
anda
enferma y el amigo
no
aporta por el bulín..."
En este ambiente proliferaban los guapos,
compadres, que tendrán su “garito” favorito en el
Abasto, que también ilustra el tango de Cadícamo, El cantor de Buenos Aires:
“Dónde estarán los puntos del boliche aquel,
en el que yo cantaba mi primer canción.
Y
aquellos patios donde pronto conquisté
aplausos tauras, los primeros que escuché.
Dónde
estarán Traverso, el Cordobés y el Noy,
el Pardo Augusto, Flores y el Morocho Aldao.
Así
empezó mi vuelo de zorzal...
Los
guapos del Abasto
rimaron mi canción.”
Si bien el
tango no nació como himno, pasó a ser sin embargo la música del Río de la
Plata, de aquel río “descubierto” por Juan Díaz
de Solís –en el que dejara su pellejo– y donde Pedro de Mendoza sucumbiera en su
intento de “colonizarlo” allá por 1536.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-García
Jiménez, El
tango historia de
medio siglo, Eudeba, 1964.
-Horvath
Ricardo, Esos
malditos tangos,
Editorial Biblos, Bs. As., 2006.
-Matamoro
Blas, Historia
del tango,
CEAL, 1971.
-Periódico Primera Página Nº 115, enero de 2004.
-Soler
Cañas, Las
academias
porteñas, bailes…,
en Todo es Historia nº 1 mayo de 1967.
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