Historia íntima del Parador de
Retiro clausurado por contagio masivo de
Covid-19
EL PARADOR DE RETIRO |
Por PATRICIA MALANCA | 15 de
mayo de 2020
Los habitantes del Parador
Retiro se contagiaron masivamente de coronavirus y fue clausurado. Otra vez los
pobres fueron los castigados en la política de exclusión sanitaria y urbana de
Horacio Rodríguez Larreta. Una trabajadora que supo participar del proyecto
hace una crónica íntima de la historia y los habitantes del parador. Miserias
porteñas y necesidades extremas. Desde el abandono de Larreta a la gente en
situación de calle hasta la historia del inmigrante italiano que lo donó,
pasando por el neoliberalismo menemista.
Es curiosa la diversa cantidad
de transportes que se pueden usar para trasladarse al trabajo a lo largo de los
años. ¿Cuántas horas de ese tiempo se utilizan almacenando información,
elaborando ideas? Para llegar a mi primer trabajo en el Estado caminaba unas 15
cuadras. Hace 20 años, bajaba todos los mediodías caminando por avenida
Independencia hasta el imponente el edificio de la Facultad de Ingeniería sobre
Paseo Colon, justo en diagonal con una esquina bohemia, la del Viejo Almacén.
Dos íconos enfrentados. Como si la ingeniería y el tango dialogaran de ventana
a ventana, o se gritaran pendencieros.
Mucho más modesto y encumbrado
habita en ese cuadrilátero callejero otro edificio testigo de contiendas. En la
esquina que nadie mira, la esquina que cae en el ojo ciego de la perspectiva,
está el inmueble del Hogar Félix Lora, hogar de tránsito para hombres adultos
solos en situación de calle. Un hogar ahora clausurado porque casi todos sus
ocupantes están contagiados de Covid19, en los tiempos de ajuste y destrato del
gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. Allí trabajaba yo hace 20 años.
Según cuenta en modo sesgado
wikipedia, Félix Lora fue un martillero italiano piamontés que viajó de joven a
la Argentina. Cerca de 1880 se radicó en La Plata e hizo fortuna loteando
terrenos y vendiéndolos a mensualidad. Lo cierto es que los negocios del Tano
Lora prosperaron en el país y se dedicó a la beneficencia y la filantropía.
Construyó Pabellones hospitalarios en La Plata, legó una cuantiosa fortuna para
construir el Círculo Italiano de la calle Libertad, donde en aquellos tiempos
del Centenario se reunieron figuras como José Ingenieros, Carlos Pellegrini,
Vicente L. Casares, Tomás Le Bretón, Leopoldo Melo, Julio Argentino Roca (h.),
Miguel Cané y Nicolás Repetto, entre muchos otros. Allí, muy cerca, está el
consulado italiano donde hasta hace poco se podían ver largas colas de
argentinos haciendo trámites para acceder a la doble ciudadanía italiana.
Además, Don Lora legó a la Ciudad de Buenos Aires los fondos para construir un
Hogar para pobres con una cláusula condicional que remarcaba que ese bien
donado no podría ser utilizado para otra actividad y en caso de ocurrir, sería
devuelto a sus herederos. Previsor en este punto, Félix Lora tal vez no previó
que una calle en el barrio de Caballito también lo recordaría. La pobreza, la
riqueza, la filantropía, la burguesía nacional todo junto en una pequeña vuelta
de la vida. Como la pobreza y la riqueza, que siempre van de la mano.
El Hogar Felix Lora viene
funcionando desde los años 60. En el año 1984 tuvo como director a Alfredo
Moffat, creador del Bancadero y multiplicador de experiencias autogestivas como
Radio La Colifata. Desde fines de los
años noventa, luego del pacto de Olivos entre Alfonsín y Menem, cuando el Estado
nacional delega facultades en las Provincias y los municipios, la Ciudad de
Buenos Aires comenzó a articular en forma programática una atención
sistematizada para las personas en situación de calle.
En aquel período, eran el
retorno de lo reprimido en una Ciudad que no se acostumbraba a la pobreza
expuesta en sus calles. Una cosa era la pobreza acordonada en las villas,
asentamientos o en las puertas de las Iglesias, otra muy otra era a plena luz
del día expuesta en todos lados. En Recoleta, Barrio Norte, Belgrano, sur,
centro, norte de Capital en las calles del centro de la noche a la mañana
aparecían y crecían como exponencialmente los casos de hombres y mujeres
durmiendo en veredas, bancos de plazas y pórticos suntuosos.
Durante esa época a fines de
los 90 se hizo el primer censo y se detectaron 1.000 personas durmiendo en las
calles. Un 80% eran hombres solos, esa proporción entre hombres y mujeres se ha
mantenido más o menos inamovible a lo largo de los años. Y efectivamente, así
como los ricos derraman filantropía hacia los pobres, la indigencia va en busca
del recurso que sobra en los barrios ricos, donde florece el comercio y las
sobras son más abundantes. Por eso, las personas que duermen en la calle suelen
elegir zonas con mayores recursos para asentarse.
Ayúdeme por favor, déjeneme
entrar
“Ayúdeme por favor, déjeme
entrar”, con estas palabras me atajaba un hombre desaliñado de unos 50 y tantos
largos en la puerta de Paseo Colon e Independencia. Era un “asistido” del Félix
Lora, como se los llamaba en la jerga del trabajo social a las personas en
estado de indigencia que el Estado ingresaba en algunas de sus instituciones de
albergue temporario. “Pasa que anoche llegué con unas copas de más, hice un
poco de lío, es cierto, y el de seguridad me echó, me tiraron mis bagallos en
la puerta, y por el reglamento no me dejan entrar de nuevo, se lo suplico, deme
otra oportunidad”. Enfrentar toda una situación humana. Cómo es posible que una
persona pueda resolver con una sola acción el devenir de la historia de otro
ser humano.
Cuando se dio la oportunidad de
crear otra nueva instancia de atención para personas en situación de calle con
reglas más flexibles, horarios mas acotados de atención pero al mismo tiempo
más permisivos, y ya se rumoreaba del acondicionamiento del Galpón a la entrada
de la Villa 31, los equipos de trabajo plantearon a las autoridades del momento
si era posible cambiarle el nombre al establecimiento antes de su inauguración,
porque Parador Retiro le imprimía un sino fatídico. La idea de los Paradores
era crear un espacio que en los deseos de quienes trabajaban abordando la
emergencia económica y social, solo estuvieran orientados a que duraran un
tiempo. No fue posible. Así se lo llamó. Y duraron más de lo esperado.
El Parador Retiro se monta
sobre un viejo galpón de Aduanas que el Estado Nacional le cedió a la Ciudad
justamente para convertirlo a un servicio del área de Desarrollo Social de la
Ciudad y se inauguró durante el gobierno de Anibal Ibarra.
“Como decía un catalán, voy
tratando de crecer y no de sentar cabeza”, fue la canción que eligieron las y
los trabajadores del área para cantar todos juntos en la inauguración del
servicio. “Todavía me emocionan ciertas voces”, la idea era darle un poco más
de humanidad a estos espacios, “multiplicar es la tarea”, tarea a la que debe
imprimirse un fuerte contenido de sensibilidad social ya que lo que hace la
diferencia en estos lugares herméticos, de frías instalaciones, desprovistos de
afectividad y alienantes es el factor humano de los laburantes que lo llevan
adelante
FUENTE: EL PORTAL NUESTRAS VOCES
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