EL 238º ANIVERSARIOS DE SU NACIMIENTO
Nació en Salta el 25 de Julio de
1782. Temprano lo enviaron sus padres a Córdoba, para estudiar en el Seminario
de Loreto, y de allí pasó a Charcas, para completarlos en su Universidad: en la
cual se recibio de abogado en 1805.
En Salta fue cabildante en 1813,
por encargo de Blegrano, se hizo cargo del gobierno y la tesorería de esa
provincia. En 1816 fue elegido por el pueblo salteño como su diputado al
Congreso de Tucumán, en Julio fue elegido vicepresidente del mismo, firmando
como tal el acta de la Independencia.
En 1818, retirado del Congreso
por su salud resentida, vivió en Bs.As. donde fallece a los 36 años, el 9 de
abril de 1819. Sus restos se hallan en la iglesia de San Francisco.
El salteño Mariano Boedo ocupó
la vicepresidencia del congreso de 1816
Por Andrés Mendieta
“¿Hasta cuándo esperamos para
declarar nuestra independencia? Es ridículo acuñar monedas, tener al pabellón y
cucardas nacionales, y, por último, hacer la guerra al soberano de quien se
dice dependemos, y permanecer a pupilo de los enemigos. ¿Qué más tenemos que
decirlo? Con este paso el Estado ganará un cincuenta por ciento, y si tiene
riesgos, para los hombres de coraje se han hecho las empresas”… (San Martín a
Godoy Cruz).
Estamos frente a un nuevo
aniversario de la declaración de nuestra independencia. Fue el 9 de Julio de
1816 cuando un cuerpo colegiado representativo de las Provincias Unidas de
América del Sur proclamó solamente “a la faz de la tierra” que era una voluntad
unánime romper los vínculos que las ligaba a los reyes de España investirse del
alto carácter de una Nación libre e independiente. Se completaba así, el paso
inicial dado en Mayo de 1810 para declarar la autonomía de este pueblo y la
sustentación de su legalidad consolidada en la histórica Asamblea del Año XIII.
Le tocó pues, al soberano
Congreso asentado en San Miguel de Tucumán tomar decisión tan trascendente, en
un momento en que el país era amenazado desde el exterior, particularmente por
las fuerzas de la más antigua metrópoli colonial y en lo interno, por algunos
divisiones sectoriales. Pese a tantos contratiempos, los hombres más
comprometidos con la causa de la emancipación americana impulsaron con celoso
empeño la proclamación de la Independencia.
El general José de San Martín,
protagonista principal del esfuerzo libertador, junto a Manuel Belgrano y
Martín Miguel de Güemes, fue uno de los que mayormente insistieron ante el
Congreso Soberano ese gesto definitivo.
A esta Asamblea, empero, no
concurrieron diputados de todas las provincias, contándose con la asistencia de
los delegados de Buenos Aires, Tucumán, San Luis –en la persona de Juan Martín
de Pueyrredón, designado por el Congreso como Director Supremo-, Catamarca. La
Rioja, Mendoza, San Juan, Córdoba, Santiago del Estero y Salta, así como los de
Charcas, Chichas y Mizque, del Alto Perú.
Las tareas asignadas a Juan
Martín de Pueyrredón eran complicadas y difíciles. Hizo mucho por nuestro país
y este prohombre es desestimado por quienes escriben temas sobre la historia
nacional. El gobierno y el pueblo le deben un merecido reconocimiento.
Este Congreso ratificó con esta
declaración, diversas situaciones que tenían vigencia práctica a través del uso
de la Escarapela Nacional por nuestros soldados, la emisión de moneda, del
reconocimiento de la bandera creada por Manuel Belgrano y del canto del himno
compuesto por Vicente López y Planes y Blas Parera. Más aún, se lograba una
mejor aptitud política para hacer la guerra al ejército realista en procura de
una libertad generalizada para los hombres de la región, justamente en esa
época parecía derrumbarse la revolución, por lo cual el gesto patriótico de la
asamblea reunida en Tucumán constituyó un intenso aliciente para quienes
bregaban por la materialización del sagrado sueño.
El ejemplo dado en el ámbito del
Río de la Plata, se amplió muy pronto al resto de los pueblos iberoamericanos,
que recuperaron el espíritu libertador, volvieron a la lucha con ahínco y
expandieron el concepto de soberanía sobre medio continente.
Los diputados de gran parte de
las provincias, como así los originarios de Charcas, Chichas y Mizque –en la
actualidad territorios pertenecientes a Bolivia- tenían sus miradas instaladas
en un hombre marcadamente del interior y no de Buenos Aires; mientras que los
porteños perseveraban la tesis que esa ciudad debía conservar la jefatura
política de la Nación.
Los provincianos fijaron sus
ojos en la figura del Coronel José de Moldes, salteño, que gozaba de una
sellada popularidad tanto en el paisanaje como en la gente culta, militar de
escuela, de sobrias virtudes y propagador, desde un primer momento, del
Movimiento de Mayo de 1810. Los porteños lo tomaron como un menoscabo que fuera
un provinciano que decidiera sobre Buenos Aires. Ante tanta furia, por todos
los medios hasta ilícitos, se impidió el ingreso de Moldes, diputado por Salta,
al Soberano Congreso reunido en Tucumán.
• Los congresales
Las sesiones se iniciaron el 24
de marzo de 1816 y el 9 de julio, presidido el Congreso por el abogado
sanjuanino Francisco Narciso Laprida se declaró la independencia, primero por
aclamación y después por el voto individual de cada diputado. La moción fue
aprobada por unanimidad y recibida jubilosamente por los asistentes. Firmaron
la correspondiente acta Francisco Narciso de Laprida, diputado por San Juan, en
su calidad de presidente; Mariano Boedo, como vicepresidente, diputado por
Salta; y los siguientes parlamentarios: el doctor Antonio Sáenz, Fray Cayetano
José Rodríguez, doctor José Darregueira, Pedro Medrano, doctor Juan José Paso,
doctor Esteban Agustín Gascón y el doctor Manuel Tomás de Anchorena, por Buenos
Aires; el Pbro. Manuel Antonio Acevedo, quien celebró la misa el día en que se
iniciaron las sesiones y el Pbro. José Eusebio Colombres, por Catamarca; el
doctor José Ignacio de Gorriti, por Salta; por Chichas, el doctor José Andrés
Pacheco de Melo; Eduardo Pérez Bulnes, doctor Gerónimo de Salguero y doctor
José Antonio Cabrera, por Córdoba; el doctor Teodoro Sánchez de Bustamante, por
Jujuy; el doctor Tomás Godoy Cruz y el doctor Juan Agustín Maza, por Mendoza;
el doctor Pedro Miguel Aráoz; por Tucumán; el doctor Mariano Sánchez de Loria,
doctor José Severo Malavia, y el doctor José Mariano Serrano, por Charcas; el
doctor Pedro Ignacio de Rivera, por Mizque; el doctor Pedro Ignacio de Castro
Barros, por La Rioja; Fray Justo Santa María de Oro, por San Juan; el Pbro.
Pedro León Gallo y el Pbro. Pedro Francisco de Uriarte, por Santiago del
Estero; y por Tucumán, el Pbro. José Ignacio de Thamés.
También los diputados eligieron
como director supremo a Juan Martín de Pueyrredón.
• Boedo vicepresidente
El diputado doctor Mariano
Boedo, representando a Salta, cuando se declaró la Independencia ejercía la
vicepresidencia del Congreso, y en oportunidad de producirse el grito de Mayo
de 1810 se hallaba en su provincia natal dedicado a propagar los postulados del
movimiento emancipador.
Boedo estudió en Chuquisaca y
Córdoba, actuando en esta última como secretario del gobernador Juan Martín de
Pueyrredón y luego asesor. Antes del traslado del Congreso a Buenos Aires, a
principios de 1817, se encontraba muy enfermo y tan pobre que sus colegas le
acordaron un viático para que se trasladara a su tierra natal. Fue reemplazado
por el Coronel Mateo Saravia como representante de Salta.
El otro diputado por Salta fue
José Ignacio Gorriti, improvisado militar que luchó al lado de Manuel Belgrano
y Martín Miguel de Güemes. Desde la función de gobierno fomentó la educación,
creó bibliotecas y aconsejó las tareas rurales. A pedido del gobernador
Alvarado defendió las fronteras de Salta siendo derrotado por Quiroga en
Andalgalá en 1831. Murió en Chuquisaca sumido en la pobreza.
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