El
viejo Hospital de Clínicas
Frente del viejo Hospital de Clínicas en 1883
Los problemas de la salud en la Ciudad
de Buenos Aires se remontan desde su misma conformación, dejando de ser una aldea
pueblerina hacia principios del siglo XIX. Con la llegada a estas playas de la Revolución Industrial (un siglo después
que Europa), hacia fines del de aquel siglo.
Están vinculados estrechamente a las
condiciones de trabajo y vivienda de sus habitantes, especialmente soportados por los sectores de menores recursos, en aquel entonces
el insipiente proletariado con jornadas de hasta 16 horas diarias y en condiciones
de escasa salubridad.
A ello se agregó el aluvión migratorio
y el rápido crecimiento urbano en la zona que hizo colapsar la provisión de agua
potable, quedando al descubierto el escaso equipamiento sanitario, cloacal y el
deficiente sistema hospitalario, justamente que dificultó el control de las enfermedades
infecto-contagiosas como la tuberculosis, la fiebre amarilla de 1858 y 1871, y las
de cólera de 1867, 1868 y 1895.
Los conventillos con sus escasas letrinas,
el Maldonado a cielo abierto, la escasa y mala alimentación, contribuyeron en agrandar el problema de salubridad.
En octubre de 1852 se elevó la Escuela
de Medicina a la jerarquía de facultad, que realizaba sus prácticas en el antiguo
Hospital General de Hombres, de San Telmo, aquel edifico se había ganado una lúgubre
fama por la precariedad y la falta de asepsia, que tornaban riesgosas las operaciones
más insignificantes.
FOTO DEL COMPLEJO HOSPITALARIO EN 1870
Muchos médicos, para evitar la llamada
podredumbre hospitalaria, optaban por alquilar habitaciones en el barrio para utilizarlas
como quirófanos.
El gobierno
de la provincia de Buenos Aires (del que dependía
entonces la ciudad), dispuso en 1870 la necesidad de la edificación de un nuevo
Hospital Escuela, con modernas instalaciones, airadas y delimitadas en pabellones
rodeados de jardines, todo un cambio cualitativo de encarar la medicina nacional.
Situado en los límites de Balvanera,
entre las calles Córdoba, Paraguay, Junín y Andes (hoy Uriburu), el nuevo complejo
edilicio fue conocido también como Hospital Buenos Aires u Hospital Nuevo y fue considerado entonces como un modelo de comodidad,
con salones amplios, dignos, modelo de su época, tanto
en la distribución de sus dependencias, como también su construcción, que estaba
inspirada en el hospital Friedrichsheim de Berlín y en el lazareto de Carlsruhe.
Es así que no difería mucho de los hospitales europeos y, sobre todo, de los de
París, marcando rumbos en la Medicina argentina.
Componían el complejo inicial cuatro pabellones
con techos de pizarra y paredes exteriores de tono amarillo, dispuestos en un jardín
de numerosas flores
y vistosas especies. Contaba con dos salas de cirugía con sus correspondientes quirófanos,
en una galería con aberturas para ventilación, ya que por entonces se creía que
la presencia de miasmas o emanaciones podrían afectar el lugar.
La inauguración se realiza en forma
forzada, al estallar entre el 18 y 20 de junio de 1880 el conflicto por la federalización
de Buenos Aires, convirtiéndose en el cuartel general, hospital de sangre y lugar
de concentración de heridos en los combates de Puente Alsina, Corrales y Barracas,
contribuyendo así a reducir el número de víctimas fatales de aquellas tristes batallas.
El 21 de agosto de 1883, el profesor
de Medicina y ministro de Instrucción Pública del gobierno de Roca,
Eduardo Wilde, entrega oficialmente el flamante hospital a la Facultad de Medicina,
tras la derrota de la provincia de Buenos Aires,
vencida por las tropas de la Nación.
Grandes figuras médicas pasaron por el mismo, entre
muchas otras: Pirovano, Posadas, Ayerza, Arce, Houssay,
Castex, Justo, Aráoz Alfaro, Ingenieros, E. Finochietto, Lanari, Cantón, Roffo,
Garrahan, Loudet, Chutro, Balado, Agote, Rojas, Pardo, M. Herrera Vegas, Padilla,
Brea, Santas, Fustinoni, de Robertis, Dassen, Cossio, Mazza, Escudero Ahumada, Carrillo,
R. Wernicke, Aguirre, Burucúa, Stoppani, y Cordero Aráuz, entre muchos otros médicos
afamados.
El hospital contará inicialmente con 250 camas,
y en 1910 pasa a 363 camas y el servicio de Cirugía General permitía alojar 185
pacientes de ambos sexos repartidos en tres salas; pero todo esto se consideraba
que era insuficiente para atender la creciente demanda del país, y de los extranjeros
que llegaban atraídos por el prestigio del Hospital.
Sin embargo, los problemas presupuestarios crónicos
del Hospital de Clínicas acompañaron desde siempre al desarrollo profesional de
sus integrantes. Muchas veces, profesores prestigiosos a cargo de una sala apuntalaban
con su representatividad y su propio patrimonio el exiguo presupuesto.
La Facultad de Medicina, que carecía muchas veces
de lugares adecuados para los cursos clínicos y quirúrgicos de sus alumnos, establecía
relaciones con los profesores exitosos para fortalecer la formación de los discípulos
en otros ámbitos.
El Hospital que en 1922 alcanzó las
500 camas y 656 en 1929, atendía cada vez más pacientes. De los 149.406 recibidos
en 1922, se había pasado en 1929 a 190.332. Y no había un presupuesto acorde que
acompañara este incremento. La falta de medios fue constante en el hospital, a pesar
del arancel que pagaban los pacientes, eliminado en 1948 y reimplantado nuevamente.
Desde comienzo del siglo XX, hubo propuestas para
construir un nuevo Hospital. En 1905 el arquitecto Gino Aloisi presentó un proyecto.
Desde entonces hubo numerosas iniciativas y propuestas de cambio de localización.
Hasta que en 1927 fue colocada la piedra fundamental del Policlínico General José
de San Martín (nombre alternativo para el Clínicas) para construirlo en la manzana
contigua de Av. Córdoba,
Andes (actual Uriburu), Paraguay y Azcuénaga. El monumental Hospital fue terminado cuatro
décadas después. En 1975 se comenzó la demolición del viejo Hospital de Clínicas.
Y en 1980 se inauguró en el lugar la Plaza Bernardo Houssay, con estacionamiento
subterráneo para 1.000 vehículos. Una más de las
aberraciones urbanas que dejó la Dictadura Militar, eliminando la absorción de los
terrenos parquizados, acentuando las inundaciones y convirtiendo las plazas en simples
maceteros.
En su centro se encuentra la Capilla de San Lucas, único edificio que se salvó de la demolición,
convertido luego en parroquia universitaria.
A modo de anécdota final sobre el viejo Hospital
de Clínicas vale recordar aquel triste día de 1937, cuando el escritor Horacio Quiroga,
internado en el lugar, al enterarse de su diagnóstico salió a la calle –en aquel momento era permitido la
salida de los internados–, fue a la farmacia, compró cianuro
y puso fin a su vida.
Miguel
Eugenio Germino
Fuentes:
-Lafuente
Machain, Ricardo, El barrio
de Recoleta, Cuadernos
Bs. As., 1960.
-Peña José y Madero Horacio, La administración sanitaria y la asistencia pública de Buenos Aires, Tomo II, Kraft, 1910.
-Recalde
Héctor, La vivienda popular en Bs. As., en Todo es Historia nº
320 de marzo de 1994.
-http://editorialalfredobuzzi.com/producto/historia-del-antiguo-hospital-de-clinicas-a-traves-de-sus-catedras-1881-1971/
-http://repositoriouba.sisbi.uba.ar/gsdl/collect/encruci/index/assoc/HWA_582.dir/582.PDF
Bravo !!!
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