EDITORIAL AL Nº 309 MARZO 2021
Los “cronopios” son personajes de una serie de cuentos del libro Historias de cronopios y de famas
(1963) del escritor argentino Julio Cortázar. "Un cronopio es un
dibujo fuera del margen, un poema sin rimas", en palabras de autor. Junto
con los famas y las esperanzas, integran el universo de su libro.
En sus relatos,
Cortázar evita dar una descripción física precisa de los cronopios. Solo se
refiere tangencialmente a ellos como "objetos verdes y húmedos".
Los relatos proporcionan claves acerca de la personalidad, los hábitos y las
inclinaciones artísticas de los cronopios. En general, los cronopios se
presentan como criaturas ingenuas, idealistas, desordenadas, sensibles y poco
convencionales, en claro contraste con los famas, que son rígidos, organizados
y sentenciosos.
Algunos críticos
literarios han buscado en este libro significados metafísicos ocultos, o un encasillamiento universal de los seres humanos. El
propio autor se refirió a estos relatos como una especie de juego y aseguró que
le había producido un gran placer escribirlos.
Para algunos
escribir resulta un placer, un juego, para otros escribir puede resultar un
juego peligroso, de acuerdo al cristal con que se mire. Escribir, gobernar, discursar,
efectuar declaraciones, opinar en cuestiones delicadas, acerca de la vida de
“los otros” puede además resultar un ejercicio dañino si se hace con el afán de
defender intereses personales que atentan contra los
de los otros, en especial si esos otros son las clases
más bajas y desheredadas.
Por ejemplo, los sectores como “el campo”, los empresarios y los grandes financistas solo ven el beneficio propio, no
gobiernan pero “manejan el poder”, así provocan
una desestabilización para solo llevar agua a su
molino. Por ejemplo la estampida de aumentos de precios
que produce una inflación descontrolada que
recae sobre las clases más humildes, es la muestra
cruel de quienes tienen en sus manos –¡sucias, muy sucias! –, “la sartén por el mango y el mango también”.
El presidente
Alberto Fernández, tras concederles todas sus
pretensiones –alocadas e injustas–, solo recogió escasos o
nulos resultados, al menos por el momento. Es de esperar su discurso en el Parlamento el 1º de
marzo para ver o no su reacción, de lo contrario el país y lo que también
importa: sus clases sociales más humildes, verán frustradas nuevamente sus esperanzas.
Un dato
llamativo: no pudo el gobierno imponer el cumplimiento del aumento de las
empresas de cable, en rebeldía con una disposición oficial. ¿No se estará ante
un alzamiento empresarial? ¿Se puede tolerar este alzamiento?, el tiempo dará
la respuesta.
Se habla de que
los salarios recuperen entre tres y cuatro puntos sobre la inflación, ¿acaso
los jubilados con un aumento en el trimestre de solo el 8% recuperarán algo? Nos
encontramos en una encrucijada, y es difícil pronosticar cuándo comenzará esa
prometida recuperación, al menos para los jubilados.
Por el momento
la respuesta es una incógnita, y es de esperar que nos equivoquemos, es un deseo
de este periódico
y de muchos argentinos que ya no tienen las mismas esperanzas de hace 15 meses,
porque a pesar de la pandemia, no todos la sufrieron de la misma manera.
Vale repetir y
repetir mil veces, el relato no es lo mismo que “gobernar”. Para Cortázar, escribir es un juego, para los argentinos, la
actual incógnita entre precios y salarios y la insubordinación empresarial, es
un juego que puede provocar un incendio.
En el mientras tanto,
resta volver a repetir otro juego, el temita: ¡¡¡qué
temita!!!, de los medios y la justicia, con una Corte Suprema que hace agua y
jueces que conservan los vicios de la época macrista. La
justicia tiene una imagen negativa del 82%, mientras un procurador sin acuerdo
del Senado –interino– no se
baja de su puestito.
¡¡¡Es de esperar
– “cronopios” de por medio– el discurso presidencial del 1º de marzo!!!
Algo tiene que
cambiar definitivamente en la Argentina, y es que se practique –en serio y no como relato– la división de poderes.
Hasta la próxima
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