Una ciudad es para todos y no para unos pocos
empresarios privilegiados
Contra vientos, mareas, leyes, amparos y el más
elemental sentido común, el plan de Rodríguez
Larreta avanza. La Legislatura de Buenos Aires
se convirtió en un mero apéndice inmobiliario de los grandes negociados para
convertir la ciudad en un inmenso “barrio privado”,
en el que sólo convivan quienes por sus altos ingresos, tienen con qué afrontar favoritismos y privilegios.
Lo más lamentable y llamativo, es que se apropian
de los sitios más apreciados por los habitantes de la otrora “Reina del Plata”: las tierras aledañas al río color de león.
Lejos se está de legislar para el bien común y calidad de vida de sus habitantes, con grandes
espacios verdes, un plan habitacional sustentable para familias de recursos
limitados, mejoras en la infraestructura hospitalaria –con provisión
de los insumos necesarios–, y una educación con establecimientos adecuados a
la época que se transita; se viene consolidando
un modelo urbano basado en el despojo y destrucción de nuestros bienes comunes
y nuestro patrimonio.
Es el resultado de un modelo de precarización del
conjunto de las dimensiones de nuestra vida urbana en beneficio de sectores
privilegiados, sin una democracia participativa, tal como proclaman, pero no la ejercen.
Para prueba de ello,
y “para muestra basta un botón”, es lo que ocurre en la Mesa de Trabajo y Consenso del Parque de
la Estación, en Balvanera-Almagro, y en los 15 Consejos Consultivos: sin
presupuesto y con una participación formal, que nunca alcanza más que a
pequeños logros conquistados tras regateos inconducentes, trabajosos reclamos y
un esfuerzo descomunal y personal de los vecinos.
Costa Salguero en la Costanera Norte, el nuevo Puerto Madero que impulsa
IRSA en la Costanera Sur llamado Costa Urbana (el único humedal de la ciudad) y
más de una decena de convenios urbanísticos y nuevas torres, son el resultado de la gran sesión veraniega que se
repite año tras año, aprobando leyes para perjudicar más que para beneficiar al
ciudadano de a pie.
A 20 años de la irrupción del pueblo en la calle, en
las inolvidables jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, con el centro en el
protagonismo del conjunto de vecinos que viven a diario las dificultades
propias de esta ciudad con presupuesto europeo, pero con beneficios de un
tercer mundo, empeorado y corregido, con miles viviendo en las calles o en condiciones de hacinamiento, falta de servicios
públicos esenciales como el agua y con enormes precariedades, y la falta sistemática
de participación.
El desafío futuro es romper con esta lógica de gobernabilidad en la ciudad, asentada en la
convivencia entre el poder político y el poder económico, logrando mayor participación, mayor presión y mayor
unidad de los sectores populares, que comprometa a
los movimientos urbanos a organizarse con una
lógica diferente, la de la Democracia Participativa Ambiental, ya que el futuro ambiental es más que grave y es un
deber disputar una institucionalidad, hoy escasa y condicionada.
Consejo de Redacción
Si, hay que retomar desde el 2001, a mi me parece que es un hito.
ResponderEliminarMe preocupa Parque Centenario....tendra un grupo de vecinos oranizados?