miércoles, 29 de marzo de 2023

LA REVOLUCION BOLIVIANA



 La Revolución boliviana del 9 al 11 de abril de 1952

 

Fue una Revolución política que en su momento se equiparó a la Revolución mexicana y que antecedió a la cubana. Se desarrolló en el contexto de la Guerra Fría, liderada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), en alianza con liberales y comunistas, que intentó implantar un nuevo modelo socioeconómico en Bolivia.

La Revolución del ‘52 amplió la cobertura del derecho al voto en Bolivia, la distribución de tierras a través de una reforma agraria, y control del Estado sobre los recursos naturales y la economía boliviana.

 

 

¿QUÉ FUE LA REVOLUCIÓN BOLIVIANA?

 

En 1952 el país andino se vio conmovido hasta sus cimientos por una insurrección encabezada por mineros, obreros y campesinos. Con el apoyo activo del pueblo e improvisando milicias obreras, derrotaron al ejército y terminaron con el odiado régimen oligárquico de la Rosca. Fue un hito fundamental de la lucha de clases, un intento que hubiera permitido un desarrollo socialista de la revolución sobre la base de un gobierno obrero en alianza con los campesinos y pueblos originarios.

Esta construcción impuesta por el Movimiento Nacionalista Revolucionario, una “revolución nacional”, es el antecedente a la tendencia surgida en los últimos años de inspiración indigenista que agrega la extensión de los derechos de los pueblos originarios establecida a partir del gobierno de Evo Morales, la izquierda que actuó en aquellas horas decisivas de 1952, en particular, con el Partido Obrero Revolucionario.

La Revolución nacional boliviana comenzó su gestación meses antes de su victoria, en 1951, cuando el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), conducido por Víctor Paz Estenssoro, triunfó en las elecciones presidenciales del propio año.


                                   Mineros campesinos y originarios en armas
 

 

PRECISIONES DEL SOCIÓLOGO Y POLITÓLOGO ARGENTINO ATILIO BORÓN

 

La prensa, incluida la que tiene inclinaciones izquierdistas, parece haber olvidado que en un día como hoy, 9 de abril de 1952, se producía el triunfo de la Revolución nacional boliviana, la más radical después de la Revolución mexicana (1910-1917) y, en más de un sentido, precursora de la Revolución cubana. Fue una jornada heroica, que culminó cuando el ejército perro guardián de la oligarquía minera y terrateniente, fuera derrotado, desarmado y disuelto por los mineros en tres días de fieros combates. Como en México antes, y en Cuba después, la derrota del ejército es la marca decisiva de toda revolución.

Los acontecimientos de Bolivia impactaron enormemente al joven Ernesto Guevara, (nuestro Che), también a otro joven, brillante como él, Fidel Castro, que en su célebre alegato “La Historia me absolverá” (del 16 de octubre de 1953), decía a sus jueces que “Se ha querido establecer el mito de las armas modernas como supuesto de toda imposibilidad de lucha abierta y frontal del pueblo contra la tiranía. Los desfiles militares y las exhibiciones aparatosas de equipos bélicos, tienen por objeto fomentar aquel mito y crear en la ciudadanía un complejo de absoluta impotencia. Ningún arma, ninguna fuerza es capaz de vencer a un pueblo que se decide a luchar por sus derechos. Los ejemplos históricos pasados y presentes son innumerables. Está bien presente aquel caso de Bolivia, donde los mineros, con cartuchos de dinamita en mano, derrotaron y aplastaron a los regimientos del ejército regular”.

 La historia de la Revolución boliviana ofrece numerosas enseñanzas de gran utilidad para las luchas emancipadoras posteriores, que libraron y libran nuestros pueblos. Sus logros iniciales fueron inmensos, imposibles de subestimar, aunque carecieron del sustento político, económico e ideológico necesario para garantizar su irreversibilidad. La revolución empezó a gestarse pocos meses antes, en 1951, cuando el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) liderado por Víctor Paz Estenssoro triunfa en las elecciones presidenciales de ese año. Poco después se produce un golpe de Estado, promovido por la oligarquía minera, que instala una Junta Militar con el objeto de impedir el acceso al poder del jefe del MNR, que debe exiliarse en la Argentina.

                                                                     Víctor Paz Estensoro

Lo que sigue es una creciente inquietud social y política que se traduce primero en una impetuosa movilización de mineros y campesinos y, poco después, a lo que la teoría marxista denomina una “dualidad de poderes”. Es decir, una profunda grieta en el estado burgués que, debilitado por la rebelión de “los de abajo”, pierde su capacidad para reclamar y obtener la subordinación a sus mandatos y que, por lo tanto, no puede impedir el surgimiento de un formidable antagonista, un poder real, efectivo, no formal ni constitucional sino un poder constituyente basado en el inmenso apoyo popular del bloque formado por los campesinos y mineros en armas. Tal como lo advirtiera Lenin, situaciones de este tipo son altamente inestables y rápidamente se definen en una u otra dirección.


                                                               Juan Lechin, líder minero 


Eso fue precisamente lo que ocurrió el 9 de abril del 1952, en la masiva insurrección popular que tuviera como epicentros La Paz y Oruro. Allí el ejército fue derrotado y desmantelado, reemplazado por milicias populares de mineros y campesinos, al mejor estilo de la Comuna de París. Estas jornadas, bañadas por la sangre de por lo menos medio millar de muertos, abrieron el camino para la conformación de un gobierno provisional al mando de Hernán Siles Suazo, otro de los dirigentes del MNR, y el más importante dirigente sindical de ese tiempo, el minero Juan Lechín Oquendo, quienes fueron literalmente instalados en el Palacio Quemado por las masas a la espera del retorno al país de quien consideraban su legítimo presidente, Víctor Paz Estenssoro.

 

                                                         Hernán siles Zuazo  

 

EL ANTES Y EL DESPUÉS

 

La derrota y disolución del ejército fue uno de los grandes logros revolucionarios de los sucesos de aquel abril de 1952. Pero hubo otros: poco después, en julio de ese mismo año, se aprueba una nueva legislación otorgando el sufragio universal a las mujeres, los analfabetos y los indígenas. En octubre se nacionalizaron las minas, y principalmente las de estaño, tradicionalmente en manos de una tríada de grandes propietarios conocida como “los barones del estaño”: Simón Iturri Patiño, Carlos Víctor Aramayo y Mauricio Hochschild. Con la nacionalización, estas empresas pasaron a formar parte de una nueva corporación estatal minera, la COMIBOL, al paso que el gobierno asumía el monopolio de la exportación del estaño. Al mismo tiempo, se lanzan programas para promover la industrialización del estaño en Bolivia y fomentar las actividades petroleras en el Oriente boliviano y en el Sur y, más generalmente, afianzar la soberanía nacional sobre los recursos naturales del país y construir caminos que permitieran unir el Occidente del altiplano con los llanos orientales. De enorme importancia es el reparto agrario, que se institucionaliza con la Ley de Reforma Agraria de agosto de 1953, y que permite la destrucción del latifundio, concentrado en las regiones andinas, y la distribución de la tierra a los indígenas, a la vez que favorece la sindicalización de los campesinos. La creación de la COB (Central Obrera Boliviana) tuvo lugar días después del triunfo de la insurrección. La COB fue uno de los pilares fundamentales de apoyo al nuevo gobierno por su activa participación en todas las ramas del aparato estatal. Su líder histórico, Juan Lechín Oquendo, fue elegido secretario general de la COB y nombrado ministro de Minas y Petróleo del nuevo gobierno. Fue uno de los líderes populares más conscientes de que, sin armar adecuadamente a las milicias populares, la estabilidad del nuevo gobierno se vería comprometida. Lamentablemente, sus palabras cayeron en saco roto.

Una experiencia que es derrotada el 4 de noviembre de 1964 con el golpe de Estado de René Barrientos Ortuño, siniestro personaje que como presidente de Bolivia orquestaría, junto con la CIA y el Pentágono, la cacería y posterior asesinato del Che en Bolivia.

                                 Miguel Eugenio Germino

 

 Fuentes:

-http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0040-29152004000100002

-https://atilioboron.com.ar/el-golpe-en-bolivia-cinco-lecciones/

-https://www.nodal.am/2022/04/revolucion-boliviana-de-1952-causas-caracteristicas-consecuencias-por-joaquin-montano /




-https://www.telesurtv.net/news/ocho-datos-triunfo-revolucion-nacional-

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