En Chile también crecen los fantasmas
El espectro del crecimiento de la ultraderecha se
esparce en todo el continente y no respeta países. Ni quiera quienes ya
padecieron gobiernos de esa procedencia están libres de este problema. Es lo
que sucede con Chile, que no puede escapar a su
marca registrada en materia de terror: el pinochetismo.
No le está resultando fácil al gobierno de Boric
enfrentar la coyuntura. Atacado por derecha e izquierda, el gobierno
progresista intenta hacer pie. Para colmo de males, todos los 11 de septiembre
se exacerban los enfrentamientos entre quienes
defienden la memoria de Salvador Allende frente al pinochetismo, que se
encuentra en una etapa de crecimiento y cuenta con líderes cada vez más
mediáticos.
El marco económico no es el mejor. Si bien no
llega a los niveles que conocemos en la Argentina, la inflación se deja ver en
el mercado chileno, como así también la sensación de retraimiento de la
economía, acompañada de una creciente sensación
de malestar provocada por el incremento de la
inseguridad.
Las movilizaciones que prometían un Chile mejor y
más avanzado quedaron en el olvido. Ya no se vive esa efervescencia popular que
prometía vestir al país trasandino con ropas más modernas en el siglo XXI.
Como si se vieran en el espejo argentino, de la
centroderecha se desprendió un sector más ultra y que ya no oculta su ideal
pinochetista. Encabezada por José Antonio
Katz, la ultraderecha gana cada vez más lugar en los medios y crece amparada por los distintos sectores poderosos que añoran a
Pinochet.
Frente a este horizonte pintado de negro, las
fuerzas populares no parecen encontrar el rumbo, aunque en una realidad mundial
tan cambiante, no hay que dar ninguna pelea por perdida.
Pablo Salcito
El derechista chileno se llama José Antonio Kast y no Katz.
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