domingo, 31 de marzo de 2024

AÑORANZAS EN LA PLAZA ALMAGRO



TE ACORDÁS HERMANO…

 

Amigo lector/ra, debo confesarle que en mi gusto musical no prolifera el tango, pero hay uno que sí. Aquel que, en 1926, Manuel Romero escribe: “Tiempos viejos”, tango al que Francisco Canaro le pone música y Julio Sosa lo interpreta de una forma única. En especial la siguiente estrofa:

 

¡Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos!

Veinticinco abriles que no volverán,

veinticinco abriles, volver a tenerlos...

¡Si cuando me acuerdo me pongo a llorar!...

 

Se me ocurrió realizar una encuesta en el barrio, preguntando qué añoraban de los tiempos aquellos. El rango de edades que seleccioné estuvo entre 75 – 90 años.

Son aquellos vecinos que todas las tardes se sientan en el banco de la plaza Almagro, cerca del mástil central.

¿Qué añoran de sus 25 años? Añoran a sus padres que trabajaban día tras día, más de 8 horas diarias, mientras sus madres cuidaban de la casa y algunas también trabajaban, en fábricas, cosiendo para afuera o limpiando otras casas además de las de ellas. Todo para que su hijo se pueda volcar al estudio y que no le falte nada, y llegar a ser el doctor, el abogado, el ingeniero o el arquitecto del barrio. Y pasear con orgullo por las calles.

Añoran a su primera novia, las mariposas en la panza, cuando debían ir a la casa de su prometida para pedir la mano y poder casarse.

Los domingos de fútbol, donde primero se planchaba el traje para luego poder ir a la cancha a ver al equipo favorito, las hinchadas locales y visitantes que compartían un domingo agradable cantando de tribuna a tribuna.

Las señoras añoran las tardes de mate sentadas en las sillas, en las veredas, chusmeando; con un ojo hablando con la vecina y con el otro vigilando a sus hijos jugando a la pelota o yendo de esquina a esquina en sus bicicletas. Añoran la tele blanco y negro, dicen que el color cansa más la vista. O a aquella radio que acompañaba las tardes cuando hacían la tarea mientras la madre tomaba mate y calentaba la leche para tomar con las galletitas ondinas. ¡Y sí!, a más de uno se le piantó un lagrimón al evocar tantos recuerdos. Yo no estoy tan lejos de los veinticinco años, pero veo que fue una época distinta a la mía, no sé si mejor o peor, cada momento tiene su historia que perdurará en el tiempo. ¿Y a usted no se le escapó un lagrimón?

 

Lucas D. Giannotti

Periodista




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