El 26 de julio de 1952 muere Evita, la “abanderada de los humildes”
“Donde hay una necesidad, nace un derecho”
Evita
“Evita”, como la llamaban sus seguidores, pasa
a la inmortalidad el 26 de julio de 1952, y hoy,
a 72 años de aquel día aciago, el pueblo más humilde la recuerda y evoca con ternura
y cariño, y resultará muy difícil, por más que se lo propongan sus detractores, romper aquella mancomunidad fraterna.
Su frase: “Donde hay una necesidad,
nace un derecho”, perduró y perdurará en los tiempos. Generó entre sus detractores una andanada de rechazos. Fue convertida en lema, signo y seña de la escena pública
argentina, funciona como estandarte ideológico de
una concepción política que busca garantizar “derechos básicos” y que denota la imprescindible participación y contribución
del Estado en la materia.
“Quiero terminar
con una frase muy mía, que digo siempre a todos los descamisados de mi patria, pero
no quiero que sea una frase más, sino que vean en ella el sentimiento de una mujer
al servicio de los humildes y al servicio de todos los que sufren: ‘prefiero ser Evita, antes de ser la esposa del presidente,
si ese Evita es dicho para calmar algún dolor en algún hogar de mi patria’",
así solía concluir sus apasionados discursos.
EL NACIMIENTO
Como fuente, en el acta de bautismo registrada en el
folio 495 del libro de bautismos de la Capellanía Vicaria de Nuestra Señora del
Pilar del 21/11/1919, consta el bautismo de una niña llamada Eva María Duarte,
hija natural de Juan Duarte y Juana Ibarguren.
El lugar, Los Toldos,
originalmente una toldería
mapuche –de allí su nombre–, es decir, un pueblo indígena. Allí estaba la comunidad mapuche
de Coliqueo instalada después de la batalla de Pavón
(1861), por el legendario lonco y
coronel del Ejército Argentino Ignacio Coliqueo (1786-1871), que procedía del sur
de Chile. Entre 1905 y 1936 se desarrollaron en el lugar una serie de argucias legales destinadas a excluir
al pueblo mapuche de la propiedad de la tierra y a poco éstos fueron desplazados
como propietarios, por estancieros no indígenas. Juan Duarte, el padre de Eva, fue
uno de ellos y por esa razón la estancia en la que Eva nació se encontraba precisamente
frente a la toldería de Coliqueo.
SU INFANCIA Y ADOLESCENCIA
Hija de un padre que no la reconoció, la infancia es
una de las etapas que más marcaron a Evita, supo lo que era pasar penurias y ambicionó,
cuando tuvo la oportunidad, evitar en la medida de lo posible que otros no pasaran
por la misma situación.
Una de sus maestras, Palmira Repetti, la recuerda
así: “Eva soñaba con ser actriz y migrar a Buenos Aires. Una jovencita de 14 años,
inquieta, resuelta, inteligente, que tuve por alumna allá por 1933. No le gustaba
la matemática. Pero no había nadie mejor que ella cuando se trataba de intervenir
en las fiestas del colegio. Tenía fama de ser excelente compañera. Era una gran
soñadora. Tenía intuición artística. Cuando terminó la escuela vino a contarme sus
proyectos. Me dijo que quería ser actriz y que tendría que irse de Junín. En esa
época no era muy común que una muchachita provinciana decidiera ir a conquistar
la capital. Sin embargo, yo la tomé muy en serio, pensando que le iría bien. Mi
seguridad era, sin ninguna duda, contagio de su entusiasmo. Comprendí con los años
que la seguridad de Eva era natural. Emanaba de cada uno de sus actos. Recuerdo
que ella se inclinaba por la literatura y la declamación. Se me escapaba de clase
cuantas veces podía para recitar delante de los alumnos de otros grados. Con sus
lindos modos se compraba a las maestras y obtenía permiso para actuar frente a otros
chicos”.
Dejó el campo para venir a buscar trabajo y deambula,
con la diferencia de que ella se pone en la cabeza que quiere ser algo y no otra
cosa, no quiere ser oficinista, quiere ser actriz.
Actúo en las películas La cabalgata del
circo, La pródiga, Una novia en apuros y La carga de los valientes, entre otras,
aunque nunca fue una actriz destacada, ya que finalmente su ficción artística fue
encausada por la política en la que sí dejó sus huellas.
EN LA POLÍTICA
En aquellos tiempos de cultura machista, la participación
de la mujer en política era mal vista, aunque a Evita la precedieron algunas pocas
destacadas figuras que pudieron ocupar roles importantes.
La participación de Eva en la campaña de Perón fue una
novedad en la historia política argentina. En aquel momento las mujeres carecían
de derechos políticos (excepto en San Juan) y las esposas de los candidatos tenían
una presencia pública muy restringida y básicamente apolítica. Desde principios
de siglo, feministas como Alicia Moreau de Justo,
Julieta Lanteri y Elvira Rawson de Dellepiane, habían reclamado sin
éxito el reconocimiento de los derechos políticos para las mujeres.
En 1944 conoció a Perón, entonces secretario de
Trabajo y Previsión, en un acto de ayuda a las víctimas del terremoto de San Juan. El encuentro ocurrió,
supuestamente, en el famoso estadio Luna Park.
Ya casada con él, participó activamente en la campaña electoral
de su marido en 1946, siendo la primera mujer de un presidente argentino en hacerlo.
El 27 de febrero de 1946, tres días después de las elecciones,
Evita –de veintiséis años de edad– pronunció su primer discurso político en un acto
organizado para agradecer a las mujeres su apoyo a la candidatura de Perón. En esa
oportunidad, Evita exigió la igualdad de derechos para hombres y mujeres y en particular
el sufragio femenino. Durante la campaña para las elecciones de 1946, la coalición
peronista incluyó en sus plataformas el reconocimiento del sufragio femenino. Decía
que las mujeres no sólo tienen que votar, sino que tienen que votar a mujeres: por
eso en esa época había mujeres en Diputados y Senadores, que aumentaron en las elecciones
posteriores. Argentina fue muy avanzada.
SU ENFERMEDAD. SU RENUNCIAMIENTO
Evita enfermó de un cáncer de cuello uterino. Su primera
manifestación sucedió el 9 de enero de 1950 cuando sufrió un desmayo en el acto
de fundación del Sindicato de Taxistas. A comienzos de 1951 vuelve a desmayarse
en la Fundación Eva Perón, razón por la cual trasladó su oficina a la residencia
presidencial, ubicada en aquel entonces en Austria y Libertador, donde hoy se encuentra
la Biblioteca Nacional.
El 15 de octubre publicó su libro "La razón de
mi vida", escrito con la ayuda del periodista español Manuel Penella,
entre otros, con una primera edición de 300.000 ejemplares. Después de su muerte
se convertiría en libro de lectura en las escuelas.
El avance del cáncer la volvía cada vez más débil y la
obligaba a guardar reposo. Pese a ello participaba en los actos públicos. Uno de
los más importantes de este período final de su vida fue el del 17 de octubre
de ese año. El discurso que Evita pronunció ese día ha sido considerado como
su testamento político; en él menciona nueve veces su propia muerte.
El 26 de julio de 1952 por cadena oficial se anuncia:
“Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el
penosísimo deber de informar al pueblo de la República, que a las 20.25 horas ha
fallecido la señora Eva Perón”.
En la figura de Evita se reúne un discurso contestatario,
rupturista, de barricada, de los que crearon o agudizaron
las “grietas” –que siempre
las hubo en nuestra historia desde el año 1810 y que en el momento actual se agudizaron
bruscamente con el propósito de mantener a la rancia oligarquía eternamente en el
poder–. Y éste es el desafío de hoy para terminar
con las barreras hacia una sociedad más justa y equitativa, con justicia social
(que no es una mala palabra) y que recupere la soberanía
política perdida. En este contexto, Evita representa la figura que junto
a otras mujeres fueron denostadas como las “malditas
de la historia”, a pesar de haber sido artífices necesarios del futuro.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
http://evita3.marianobayona.com/anecdotas32.html
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/peron_eva.htm
https://www.colihue.com.ar/fichaLibro?bookId=31167
https://elplanetaurbano.com/2012/07/felipe-pigna/
https://www.elmundo.es/america/2013/06/20/argentina/1371749226.html
www.elmundo.es/america/2013/06/20/argentina/1371749226.html
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