EDITORIAL AL Nº 352 – OCTUBRE 2024
"En vez de pagar justicia social, pagó el gas
pimienta"
Papa Francisco
La Argentina de hoy, bajo las garras de Milei, su banda y
sus mandantes, vale expresarlo sin ambages, “nuestro país dejo de ser una
democracia”. Se asemeja más a un autoritarismo cruel, feroz, agresivo y
represivo, con una inaudita brutalidad, que se puede asimilar más a una especie
de semi dictadura, que arrasa con la división de poderes y las garantías
constitucionales, teñida de contubernios y al amparo de un poder judicial,
también corrompido, que mira hacia otro lado, y que, junto a grandes medios, periodistas
inescrupulosos y el círculo rojo, cabalgan con el desconcierto del campo
popular que no termina de reaccionar.
Milei convierte
al Congreso Nacional en un antro en donde se compran y venden votos con total
descaro, al igual que hace con los gobernadores, todo convenientemente
maquillado para que sólo unos pocos se den cuenta de la farsa. En este estado de
disparates encadenados, este gobierno pudo despachar tres envíos de oro al
exterior sin dar precisiones ni la cantidad exacta, ni Al Capone –recordemos,
uno de los héroes de Milei– hubiera manejado una enorme suma de dinero con
tanta liviandad.
Esta dolorosa
involución cuenta con el amparo de un reducido
séquito de pseudo periodistas que reproducen los dislates del presidente sin
atreverse a formular una repregunta que demostraría que éste no es otra cosa
que un consumado fabulador, y que sus números son disparatadas invenciones que
carecen de sentido. Es que Milei no aguanta ni cinco minutos a un periodista
de verdad, dada su insoportable y tóxica levedad. Quedó demostrado en la
entrevista concedida a la novel periodista de la BBC en el mes de mayo, que vapuleó a este ignoto genio de la Economía, pretendido aspirante al Nobel de esa
disciplina, que ignora cuánto costaba un litro de leche, o un boleto de
colectivo en el país. Tal es el
grado de su ignorancia y maldad concentrada, que retrotrae a la Argentina a la historia de tiempos idos, como los
reflejados en la película italiana Los Compañeros (I
Compagni), dirigida por Mario Moniccelli, del año 1963, con escenas de
súper explotación, represión y miseria, al amparo del régimen imperante.
En Congreso se vienen dando semanas
consecutivas de represión a jubilados que protestan el veto de Javier
Milei a una tímida Ley de Movilidad Jubilatoria; vetando también el financiamiento universitario.
En la calle, ganada por la militancia,
aparecen diferentes fuerzas de choque como Gendarmería Nacional, Policía
Federal Argentina y Prefectura Naval Argentina, más de 1.000
electivos que cobran un jornal equivalente a la actualización real que la ley
brindaba, y no escatiman el derroche de gas pimienta.
El gobierno
insiste con su clásica respuesta, puesta en marcha desde los primeros días de su
asunción, con el ilegal “protocolo” Bullrich
anti piquete, que no existe en ningún lugar del mundo y debe derogarse; y un presidente con tanto odio que tampoco existe en
el mundo, sin embargo, Argentina los tiene.
¿Pero cuál es la salida, en esta situación?:
principalmente la férrea unidad de las fuerzas populares, sin exclusión,
mantener las movilizaciones en la calle y acumular poder popular para el año
2025 en las elecciones de medio término, que deje al gobierno en minoría, menor
a un tercio, que le impida los vetos, los decretazos y se vea obligado a parar
con la represión, que ya llegó al colmo de gasear a jubilados y niños.
Mientras, el ajuste continúa, los
negociados continúan, sin que se vislumbre a la corta,
una reacción para terminar
con la infamia, porque ya la fuga de cerebros, el ajuste eterno y la represión repetida y constante, en un país
endeudado, parado y recesivo que amenaza con una depresión como etapa
superior de la brutal recesión que se
está viviendo, superará el flagelo, más temprano que tarde.
Se llega así al colmo de festejar a los
diputados comprados, con un asado en la quinta de Olivos. “Es el asado de la vergüenza”
y contra quienes se prestaron caerá más temprano que tarde en peso del voto
popular, y muchos no podrán exponerse, ni disfrazados. Robar a los jubilados
es un crimen de lesa patria que se paga, no hay plan económico que pueda
admitirlo.
Hasta la próxima
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