JOSÉ “PEPE” MUJICA
“Viví como
pensás, o vas a terminar pensando cómo vivís. Uno tiene que tratar de
vivir ligero de equipaje y enfocarse en las cosas verdaderamente
importantes”
Fue un tipo querible, mágico, un hombre necesario de “La
Patria Grande”, militante hasta el final de su vida en la humildad, sufrió la
dictadura con prisión y tortura, pero nunca tuvo odio, trabajó desde el “Frente
Amplio”, para que Tabaré y Orsi fueran presidentes.
Él mismo fue presidente. Orsi, su discípulo, prometió que continuará su legado.
Vivía en la austeridad, aunque decía que no le gustaba que
dijeran que vivía en “austeridad”, porque ésa era una
palabra que usaban los gobiernos para justificar los ajustes contra el
pueblo.
De vida simple; Pepe, con su mirada, siempre proponía
detener el consumo extremo. Le gustaba militar. Su vida era militar y subirse
al tractor; hasta sus últimos días se encargaba personalmente de cultivar la
tierra de su modesta chacra.
Se dedicó a militar para que el progresismo tuviera una
nueva oportunidad. Siempre decía que “no importa el cacique, importa la fila
de indios que vienen detrás”.
La vida del Pepe sucedió como en escenas de una
película, cuando le dijo a una multitud: “No me voy, estoy llegando”, en
el último acto como mandatario en vísperas de entregarle la banda presidencial
a su correligionario Tabaré Vázquez, el 28 de febrero de 2015. “Me iré con
el último aliento y donde esté, estaré por ti, contigo, porque es la forma
superior de estar con la vida. Gracias, querido pueblo”.
Empleaba la potencia del discurso, del relato, para mover
voluntades desde la emotividad de su pensamiento, y desde la razón y el
corazón, siempre a través de la coherencia entre lo proclamado y lo vivido,
explica en el libro "José Mujica”,
del historiador uruguayo Gerardo Caetano.
¡Siempre lo tendremos presente como un ejemplo de vida
digna para las generaciones futuras!
Marta Romero
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