martes, 2 de noviembre de 2010

MARIO JORGE DE LELLIS


PLAZOLETA DE LELLIS EN LEZICA Y PELUFFO

poeta del barrio

“…Para poder decirte enteramente
habría que beber, por ti, jugo de estrellas. Habría que charlar de cosas inocentes como hacen tus niños al borde de la siesta…”

Antes de ser poeta e intelectual, Mario Jorge de Lellis fue un hombre, un ser humano “lleno de cosas”, “un hombre del pueblo y maneras de Almagro”, así se consideraba a sí mismo. Supo pintar el barrio de poesía además de definir al país y sus habitantes con sus noblezas y sus mezquindades.
Engalanó con un dulce manto las cosas más simples e inocentes. Con la contundencia de un látigo, enarboló sus versos en contra de las inequidades y despotismos de un mundo al revés, como en “Los hombres del pan duro”:

“Tienen hijos de cobre, muy sonoros; tienen mujeres recias, cigarrillos baratos en sus dedos, hondas causas vitales manchando sus orejas. Están aquí y allá. Suenan, resuenan. Son de una gama gris. Andan y trepan… Son esos hombres duros como el cobre. Suenan, resuenan”.

Nació en una casona de la calle Sarmiento 3565, un 14 de marzo de 1922, en una antigua vivienda de principios del siglo XX, hoy ya demolida. De su unión con Nira Etchenique (Cilzanira Edith) nació Sandra. Nira, que también escribía, participó con él en la lúcida Generación del 60, la que produjo un alumbramiento de poetas, escritores y compositores que dejaron huellas imborrables. Era el tiempo de las revistas Grillo de Papel y El Escarabajo de Oro. Compartió las tertulias de entonces con figuras de la talla de los hermanos Tuñón, Roberto Santoro, Juan Gelman, Olga Orozco, Catulo Castillo, Homero Manzi, Julián Centeya, Macedonio Fernández, Nicolás Olivari. Justamente Olivari dirá de él: “Sus poemas son iracundos, sentimentales y populares”, confirmando así los principios del género, de conmover con figuras teñidas de emociones junto a sentencias claras y categóricas. Mario Jorge era un caminador de las calles del barrio. Con sus ojos fotografiaba todas las vivencias, que plasmaba luego en el papel. Hallaba inspiración en los viejos cafés de Almagro, tales el desaparecido El Motivo, de Corrientes 3975, o Gildo, de Medrano y Corrientes, donde hilvanó poemas como Puente de Bustamante, Valentín Gómez 3887 – 2º E Amistad con Buenos Aires o Radiografía de Almagro… Compartía allí las mesas con amigos luego de hacer largas caminatas, enfundado en un sombrero negro y luciendo unos clásicos bigotes, a veces más gruesos, otras más delgados, estilo típico de los años 1940/50, período durante el cual modeló la parte fundamental de su obra. Escudriñaba el barrio en lo más íntimo, a su vez hurgaba en las cosas más simples, que para muchos pasaban inadvertidas. Pero al mismo tiempo exploraba el proceder de los hombres, de las instituciones burocráticas, la mecánica de los factores de poder, de las injusticias cometidas en nombre de una falsa verdad, desde el originario saqueo de las tierras durante las “invasiones españolas” hasta las cometidas en nombre del señor dinero, del señor dólar, como lo expresa en su poema: “Canto a los hombres del dólar”:

“…Porque pusieron pie y robaron tierra. Porque nosotros somos ese ejército limpio de cachorros con un diente en la lengua y un puño en cada lance y un amargo sudor donde acabadamente han de caer los hombres de los dólares, los cajeros del caucho y del petróleo, los que nos dieron luz sin alumbrarnos, los ricos mercaderes que creyeron que América no es de carne y hueso”.

O en “Canto a los hombres de Papel Sellado”:

“…Uno los ve con corbatas y gominas, electores correctos, fanatizados cuerpos bajo el saco, inmóviles, de negro, cerrando abriendo puertas, decreciendo en constante pulso inútil Uno los ve al margen de las cosas vivas, hazmerreíres serios, impermeabilizados…”

Éstos se le mezclaban con otros poemas dedicados al barrio, tales Tranvía 14, dedicado a la desaparecida estación de tranvías Federico Lacroze, de la esquina SO de Corrientes y Medrano:

“Muy solo en este viejo tranvía tan catorce me prolongué hasta ti, como un amigo. Daban las dos de la mañana (en otro tiempo el vigilante de Salguero estaba ya dormido). Daban las dos de la mañana (la 104 se estrenaba su arpege y su vestido). Daban las dos de la mañana (un recuerdo bebía de su copa en un rincón del Gildo)”.

de Lellis fue un poeta íntegro y autentico, que tenía mucho más para entregar de no haber sido arrebatada tan pronto su vida por la maldita enfermedad, con sólo 45 años.
Y lo extrañaron las calles de Almagro –su barrio–. Las mesas de Gildo, con su antigua atmósfera de humo de tabaco. Y lo extrañaron sus amigos de las encendidas charlas sobre literatura, sobre política y sobre el club de sus amores, Boca Juniors, al que también le escribió versos. de Lellis se convirtió en otro más de los grandes que transitaron por Almagro, como el Gordo Pichuco, que se inició en el Cine-Teatro Medrano de Corrientes 3976. No faltó tampoco un poema para uno de sus escritores predilectos, Roberto Arlt: “…Blasfemó y escribió. Con todo el corazón, todo el cansancio. Capítulo a capítulo nos describió la piel, nos mostró gorrioneras de hambre flaca, largos galpones duros donde el dolor dolía, Buenos Aires cayéndose sonámbulo…” Su obra soslaya cuestiones meramente formales, para permitirse expresiones claras, esquivando el silbato del capanga antes de soltar los sabuesos adiestrados en el oficio de vapulear al revoltoso que no acepta los moldes determinados. El sistema encubre las miserias y las injusticias, y en esas miserias se amamantan los obsecuentes que marcan como parias a los poetas, escritores, compositores y cantores que hacen del arte otra manera de rechazarlas. Los que no aceptan las reglas hechas por los poderosos para que las cumplan los sumisos, desde el inicio de los siglos de anquilosamiento en la Edad Media, oscurantista y contenida en el tiempo, frenando el desarrollo cultural y social. Se negó como toda aquella camada de la generación del 60 a recibir órdenes y obedecer en silencio con tal de recoger los sobrantes, en un país en que los nativos deben considerarse extranjeros, extraños en su propio suelo. Mario Jorge nos dejó un 14 de noviembre de 1966, ya muy enfermo y bajo el constante cuidado de su segunda esposa, también escritora, Lucina Álvarez, más tarde tragada y desaparecida por la última dictadura militar. En un justo reconocimiento a la trayectoria y obra de Mario de Lellis la Legislatura de Buenos Aires, mediante el decreto 969 del 15 de agosto de 2002, le puso su nombre a la plazoleta de la intersección de Lezica y el pasaje Peluffo. Es un minúsculo espacio verde en forma de triángulo que se produjo al desaparecer la antigua estación Almagro del Ferrocarril Oeste; fue inaugurado como plazoleta el 28 de septiembre de aquel año.

También una esquina del barrio, la de la Confitería Las Violetas, de Rivadavia y Medrano, pasó a denominarse Mario Jorge de Lellis a partir del 28 de septiembre de 2009, otro galardón para el poeta de Flores del silencio (1941), Cantos de la tecla negra (1942), Siglo rojo (1943), Tiempo aparte (1946), Calles de marzo (1947), Litoral de angustia (1949), Mediodía por dentro (1951), Ciudad sin tregua (1953), y su obra póstuma: “Ortigal de Almagro”. “Tú me quisiste siempre como a un gorrión que juega. Y eso de andar, Almagro, cobijándome, es gaje de tu oficio centinela… …Yo que nací por marzo en este barrio tuyo, Te miro como a alguien que me habrá comprendido”.

Miguel Eugenio Germino

FUENTES -Granelli, Omar Pedro, Almagro en el Intento, Ed. del Autor, 1999. -http://campodemaniobras.blogspot.com/20l0/06/mario-jorge-de-lellis.htnl -http://decidor.blogspot.com/2006/12/jorge-mario-de-lellis.thml -http://elmundoincompleto.blogspot.com/2009/09/que-reloj-de… -http://hectornegro.blogspot.com/2008/10/mario-jorge-de-lellis.html -http://www.elinterpretador.net/34Rodolfo Eduards-El Trabajo DeLaP… -Trueba, Carlos Manuel, Almagro: El pasado que perdura, Fundación Boston, 1989.

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