Chile: el fracaso de la educación neoliberal
La caída en picada del sistema educativo de Chile nos trae una vez más el testimonio del daño que ha causado a toda América Latina la aplicación del modelo neoliberal en todos los ámbitos de nuestras sociedades. Tanto la política, como la economía y como la educación chilena, han sido puestas siempre de ejemplo a seguir por los ¨idiotas latinoamericanos¨ que no entendíamos cómo debía gestionarse un país.
Por eso ahora los propagandistas del sistema chileno se quedaron sin palabras, o intentan analizar su problema como uno de índole gremial, cuando en realidad se trata del fracaso de un modo de entender la educación.
El modelo educativo del país trasandino está basado en la privatización y en el arancelamiento de todos sus niveles. Para acceder a la mejor educación tanto en primaria, secundaria o universitaria, hay que pagar, y el que no puede se tiene que conformar con una escuela pública vaciada de calidad y reservada para los pobres. La otra opción es pedir créditos que endeudan a las familias casi de por vida.
Es evidente que el Estado chileno está ausente con aviso, y según el presidente Piñera no planea ninguna reforma del sistema. Para el actual gobierno de Chile las cosas están bien así, lo que arroja el intento de diálogo con los estudiantes al rincón de las cosas inútiles. Por eso queda claro que el cambio deberá venir merced a la lucha popular y a la concientización del pueblo chileno.
Por supuesto que las entidades internacionales, que antes alababan al sistema educativo de Chile, ahora prefieren no opinar. Quedó probado su escaso rigor académico a la hora de elaborar sus estudios y el fondo ideológico que escondían sus alabanzas. Sus investigadores nunca se tomaron el trabajo de acercarse a las universidades argentinas a preguntar por qué tantos chilenos prefieren estudiar aquí, si los establecimientos educativos chilenos son tan buenos.
Las demandas de los estudiantes no recibirán pronta respuesta. El sistema educativo neoliberal no caerá de la noche a la mañana y no querrá entregar sus privilegios. El tema saldrá de la agenda de los grandes medios y se hablará de otra cosa, pero los jóvenes chilenos tendrán que ser constantes en sus objetivos y recordar que la única lucha que se pierde es la que se abandona.
Pablo Salcito
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