viernes, 4 de mayo de 2012

EL PACTO ROCA-RUNCIMAN



EL 1º DE MAYO DE 1933
SE FIRMA EL PACTO ROCA-RUNCIMAN:
“CRONICA DE UNA DESVERGÜENZA”
Roca con galera y bastóna la firma del pacto

“La industria más genuina del suelo argentino, la ganadería, se encuentra en ruinas por obra de dos factores principales: la acción extorsiva de un monopolio extranjero y la complicidad de un gobierno que unas veces la deja hacer y otras la protege directamente.”
 Lisandro de la Torre - 18 de junio de 1935

Firmado por el vicepresidente argentino Julio A. Roca (h) y Walter Runciman, en nombre del gobierno inglés, este pacto es solo posible en una Argentina dependiente, para beneficio principal de los frigoríficos extranjeros y el imperio inglés y en forma accesoria de los grandes ganaderos terratenientes, exportadores de carne enfriada. Todo en complicidad con la dictadura de Uriburu-Justo, en plena Década Infame.
Las denuncias de Lisandro de la Torre terminaron con el asesinato del senador Enzo Bordabehere durante una sesión del Senado Nacional.
Por dicho pacto, no solo se entregarán los frigoríficos y la carne, sino que también se reducirán los derechos aduaneros a las mercaderías inglesas. Asimismo se les entregará el monopolio del transporte de Buenos Aires, entre otros puntos vergonzosos.


ANTECEDENTES

A partir de la ruptura de los lazos coloniales con España, el país cayó bajo la dependencia de otra corona, la inglesa, dependencia que nos marcará durante largos años.
Todo comienza con el leonino préstamo de la Baring Brothers gestionado por Rivadavia en 1823, que hipotecó al país durante casi 100 años. Cuando durante el gobierno de Rosas Buenos Aires pretendió frenar parcialmente la influencia inglesa, sufrió un largo y brutal bloqueo de su puerto.
Más tarde afrontó la invasión anglo-francesa a los ríos interiores, cuando se produjo la gesta de “La Vuelta de Obligado” el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná.
 En esa prolongada dependencia debieron soportarse los remezones de la crisis capitalista que atravesaban los imperios dominantes, que la descargaron sin piedad sobre sus factorías en el mundo.
A los ingleses les sucederán los Estados Unidos con invasiones a lo que consideraban su “patio trasero”, cuando no las impresionantes extorsiones económicas. Así llegamos a la profunda crisis capitalista del siglo XX, la Gran Depresión de 1929, con epicentro en el Wall Street. En el Norte se sucedieron olas de desocupación y recesión, que repercutieron fundamentalmente en los sectores más humildes.
Las metrópolis descargarán en sus colonias y factorías, entre las que desgraciadamente se encontraba la Argentina, una serie de medidas para aliviar su situación. Decidieron bajar los precios y reducir las compras al exterior; los efectos caerán con fuerza sobre el gobierno de Hipólito Yrigoyen en su segunda presidencia. Tales acciones serán parte de las causas principales del Golpe de Estado que se venía gestando desde hacía tiempo.
El golpe fue producto de un complot de militares y civiles; eran aquellos adoradores de la cruz y de la espada que se quitaban la careta. Así el 6 de septiembre de 1930 se produce la impropiamente llamada “Revolución del 30”. Es un mal hábito de la “historia oficial” confundir golpe con revolución, hábito que persistirá en otros golpes sucesivos, como los más sangrientos de 1955 y 1976.
Se produjeron más de 20.000 cesantías en la administración pública, cayó la actividad económica, con recesión, hubo suba de precios e incumplimiento de las escasa leyes laborales vigentes. Se restringió el presupuesto al máximo, con la sola excepción del pago de la deuda externa, que representó el 35% del mismo. La desocupación afectó a 400 mil trabajadores.
El 20 de marzo de 1931, Uriburu autorizó por decreto la actividad de la tristemente célebre “Legión Cívica Argentina”, un grupo paramilitar civil, heredero de la “Liga Patriótica” creada durante la Semana Trágica de 1919. Esta Legión Cívica tendrá vía libre y zona liberada para perpetrar una represión paralela a la del estado.

EL PACTO DE LA VERGÜENZA

A consecuencia de la crisis mundial capitalista de 1929, colapsa el apacible modelo agroexportador que mantenía la Argentina, que consistía en engordar ganado y engordar la ganancia de la oligarquía vacuna.
Tras la conferencia Internacional de Ottawa (Canadá) de 1932, Inglaterra suspende sus compras de carne congelada, limitándolas a los países del llamado Commonwealth, desplazando así a tradicionales proveedores como Argentina.
Los terratenientes locales pusieron el grito en el cielo y presionaron al gobierno para que impulsara políticas que preservaran sus cuantiosas ganancias, ya que el grueso de carne enfriada se venía exportando precisamente a Inglaterra. Era el momento en que se desnudaban los más vergonzosos proyectos del cipayismo criollo.
El gobierno de Justo conforma una misión negociadora que viajará a Londres. Estaba presidida por el vicepresidente argentino Julio A. Roca (h), “Julito” para sus amigos del Jockey Club, y formada entre otros por Miguel Angel Cárcano, diputado conservador casado con la hija de Bemberg; Raúl Prebisch, ex gerente de la Sociedad Rural; Toribio Ayersa y Guillermo Leguizamón, catamarqueño director de una empresa ferroviaria inglesa. Este último luego sería nombrado Sir de la Corte de St. James: el primer noble que hablaba inglés con tonada catamarqueña. La opinión pública, en vez de “el Cata Leguizamón”, pasaría a llamarlo respetuosamente “Sir William”.
Ya Julito Roca, hijo del “conquistador” del desierto, había declarado: “por su importancia económica la Argentina se parece a un gran dominio británico”. Para no quedarse corto, Guillermo Leguizamón, añadiría: Argentina es una de las joyas más preciadas de su graciosa Majestad”. Dos grandes patriotas, toda una payada de servilismo antinacional, que por los resultados parece haberla ganado Leguizamón.
El pacto se firmó con todas las pompas el 1º de mayo de 1933.


PUNTOS PRINCIPALES DEL PACTO DE RENDICIÓN

- Nuestro país se aseguraba una cuota exportadora no inferior a las 390.000 toneladas de carne enfriada, pero Gran Bretaña se reservaba el derecho de restringir dichas compras cuando lo creyera conveniente.
- El 85% de nuestra exportación debía pasar por frigoríficos extranjeros. El 15% restante sería exportado por empresas argentinas, pero con la obligación de ser colocado en el mercado mediante buques y comerciantes ingleses.
- La Argentina accedía a mantener sus ganancias en libras esterlinas en Gran Bretaña como garantía de sus deudas.
- La Argentina prometía también reducir sus derechos de aduana sobre las mercancías inglesas al nivel de 1930, salvo para el caso del carbón que se admitiría libre de derechos aduaneros.
- Nuestro país se comprometía a no reducir las tarifas de los ferrocarriles ingleses, brindando además a las empresas británicas de servicios públicos un tratamiento benévolo.
- Se firmarían una serie de acuerdos comerciales y financieros que profundizaron la tradicional dependencia de Gran Bretaña, como la creación del Banco Central de la República Argentina con una importante presencia de funcionarios ingleses en su directorio.
- Se concedió a Inglaterra el monopolio de los transportes en la Capital Federal, a través de la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires, contrariando el interés de miles de propietarios de colectivos, tan convenientes para la urbe en expansión. Dicha corporación fue creada con la aprobación del Congreso Nacional en 1935. El cuerpo legislativo estableció que se colocaba bajo control británico el monopolio del transporte urbano de Buenos Aires por 56 años.
- Se concedía un nuevo préstamo de 13 millones de pesos para financiar únicamente a las empresas inglesas radicadas en la Argentina.


LOS EFECTOS DEL PACTO

“Debe destacarse la similitud del empréstito Baring Brothers con este último empréstito de desbloqueo que contrajo nuestro país. Es decir, en ambos casos fueron ganancias internas que se transformaron en deuda externa, presentada a los ojos del gran público como una ayuda financiera prestada por Inglaterra para contribuir a nuestro progreso”.
Raúl Scalabrini Ortiz

La intensa actividad monopólica inglesa en nuestro país equivalió a una invasión encubierta. No se la visualizaba, pero existía.
Este pacto fue criticado por propios y extraños, renunció el ministro de Hacienda, al que reemplaza Federico Pinedo (un apellido conocido en nuestro medio).
Lisandro de la Torre, senador demoprogresista por Santa Fe, llevará la voz cantante contra el pacto, desnudando a Pinedo, al ministro de Agricultura Duhau y a los terratenientes beneficiados. Sin embargo, la investigación quedará trunca al producirse el asesinato del senador Enzo Bordabehere el martes 23 de julio de 1935, en pleno recinto de sesiones, a manos del matón conservador Ramón Valdéz Cora que le dispara tres tiros por la espalda.
En 1937 la justicia sentenció al matador a doce años de prisión. La Corte luego elevaría esa condena a veinte años. En rigor solo los cumplirá parcialmente, ya que en 1953 Perón lo indulta. Sin embargo los asesinos intelectuales continúan impunes, aunque es un secreto a voces quienes fueron.
El recinto del Senado guarda los ecos de los memorables discursos de Lisandro de La Torre:

"El gobierno inglés le dice al gobierno argentino ‘no le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros’. En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tienen cada uno su cuota de importación de carnes y la administran ellos. La Argentina es la que no podrá administrar su cuota. No sé si después de esto podremos seguir diciendo: ‘al gran pueblo argentino salud’.”

De la Torre descubrió que se ocultaba información contable y demostró hasta dónde llegaba la corrupción de los funcionarios oficialistas y la impunidad de los frigoríficos ingleses, que nunca fueron inspeccionados, mientras que los pequeños frigoríficos nacionales eran abrumados por visitas de fiscalizadores impositivos. Así termina esta faceta de la historia, que tal vez no sea “la oficial”, pero…

Miguel Eugenio Germino

Fuentes:

-http://www.siemprehistoria.com.ar/?p=677
-Pigna Felipe, Los Mitos de la Historia Argentina, tomo 3, Planeta 2006 runciman-entre-argentina- bretana-80433.asp

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