viernes, 3 de mayo de 2013

ARQUITECTO CLORINDO TESTA



  La obra relevante de un artista genial





Con su clásico traje gris, corbata y los anteojos sobre la frente así se lo solía ver en animadas reuniones Clorindo Testa marcó un hito trascendente en la historia de la arquitectura argentina.

Nos deja a los 89 años, legándonos plasmadas en nuestra ciudad obras que perdurarán en los años. Entre ellas se encuentran la Cámara de la Construcción (1951), el ex Banco de Londres y América del Sur y actual Hipotecario (1960), la Biblioteca Nacional (1962), el Hospital Naval (1970), el Centro Cultural Recoleta (1979), el Auditorium de la Paz (1993), la sede del Colegio de Escribanos de la Capital Federal (1998) y el proyecto Universidad Torcuato Di Tella (1998).

En el interior del país, creó el Centro Cívico de Santa Rosa (La Pampa), y el Centro de Interpretación de Mendoza.  

Nació en Nápoles el 10 de diciembre de 1923, pero antes de cumplir el año de vida su familia se radicó en la Argentina. Estudió arquitectura y conformó la primera graduación de arquitectos de la nueva Facultad de Arquitectura y Urbanismo (1948).

Se solazaba diciendo: "Aunque italiano de nacimiento, soy un arquitecto argentino, que vive y proyecta en Argentina sin perder los lazos con la tierra de mi padre".


LA BIBLIOTECA NACIONAL

A los 80 años había recibido el título de Doctor Honoris Causa de la Facultad de Arquitectura de la Universidad La Sapiencia, de Roma. Allí residió durante un pequeño lapso, tras su graduación en Buenos Aires becado por la UBA. De regreso al país en 1952 realizó su primera exposición, en la Galería Van Riel, de Buenos Aires.

En el año 1953 expuso en el Museo de Arte de Moderno de Río de Janeiro y en el Museum de Amsterdam. En 1956 participó de la Bienal de Venecia, a finales de la misma década lo hizo en las muestras de "Siete pintores abstractos", organizada por el grupo "Boa" y el "Grupo de los cinco". La pintura fue otra de sus artes, en la que también sobresalió.

Su modestia lo hacía reticente a celebrar los lauros, que los tuvo extensos. Fue mencionado en las novelas de Cortázar y de Sábato, pero él solía repetir: “¿Qué es lo importante sino lo que uno hace?”.

A pesar de la edad continuaba con una diaria rutina, desayunando a las 7 de la mañana en el bar de la Av. Santa Fe, ubicado bajo su estudio, para luego comenzar la jornada laboral, que concluía cuando las primeras sombras de la noche caían sobre la ciudad.

“Buenos Aires me gusta porque es la única ciudad que tiene vistas de kilómetros de largo. Eso no pasa en otras ciudades”, dijo alguna vez. Y su gran obra, la Biblioteca Nacional, le da la razón, porque desde sus amplios y grandes ventanales se ve un magnifico panorama del Río de la Plata. La construcción de este edificio fue dificultosa, por problemas burocráticos y financieros que se dilataron por más de diez años.

Su trabajo artístico, lleno de talento, ha sido admirable y fecundo; está presente en la Ciudad para beneplácito de sus habitantes que hoy contemplan sus líneas de vanguardia. La última de sus creaciones, la Universidad de Tres de Febrero, en Villa Lynch, aún no fue inaugurada, recién estará lista para el año 2015.

Solía recordar cuando en su infancia observaba a los chicos jugando al fútbol desde el balcón de su casa de Córdoba y Paraguay, y que marcaban los arcos con la ropa que se sacaban para sentirse más livianos y libres. Él hoy es libre y nos observa desde el elevado cielo de un Buenos Aires soleado, en el que perdura su obra.



 Marta Romero



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